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Nuevo frente en las terrazas: los baños

La norma obligará a tener dos picas a los bares con aforo superior a 16 personas

Alfonso L. Congostrina
Una de las terrazas del centro de Barcelona.
Una de las terrazas del centro de Barcelona.C. Ribas

El culebrón de las terrazas de Barcelona, cuya ordenanza aprobó el ex alcalde Xavier Trias y ha tenido que afrontar la alcaldesa Ada Colau, genera nuevos capítulos. Aplicarla tal y como la heredó Colau hubiera supuesto eliminar miles de mesas y sillas y el ejecutivo optó por dictar una moratoria para pactarla de nuevo con el sector. Cuando faltan solo cuatro meses para levantar la moratoria, los restauradores alertan de un nuevo frente: los locales con un aforo superior a 16 personas que tienen terraza tendrán que tener dos baños y dos picas. No valdrá un baño para hombres y otro para mujeres y la pica compartida. Si no los tienen y no hacen obras, se quedarán sin licencia para terraza, lo que para muchos comportaría cerrar. Ni el Gremio de Restauradores ni el Ayuntamiento son capaces de cuantificar a cuántos establecimientos afecta.

El problema es normativo. En 2003 se aprobó la ordenanza municipal de las actividades de establecimientos de concurrencia pública de Barcelona. Esta norma marcaba, según el aforo del local, el número mínimo de lavabos que estaban obligados a disponer los establecimientos. Si el aforo es de 15 personas el local solo está obligado a instalar un inodoro y un lavabo. Conforme aumenta el aforo aumentan las obligaciones. Entre 16 y 50 personas exigen un lavabo y un inodoro para hombres y otro lavabo y otro inodoro para mujeres. Entre 51 y 250 personas los hombres deberán disponer de un urinario, un inodoro y un lavabo y las mujeres tres inodoros y dos lavabos.

"El siguiente paso es traspasar el local"

Nuria Moreno es la propietaria del On Café en el 96 del paseo Sant Joan de Barcelona y es una de las empresarias a la que podría obligar a cerrar la normativa. “Teníamos una terraza de seis mesas. Hicieron obras en el paseo Sant Joan y en lugar de darnos más mesas nos quitaron dos. Ahora nos atormentan diciendo que si no ponemos una pica más en el lavabo nos suprimirán la terraza. El siguiente paso es traspasar el local”, lamenta. “Solo con el comedor interior es imposible sacar el sueldo de los cinco que trabajamos aquí. Si en lugar de cuatro mesas en la terraza me hubieran dejado colocar 16, que caben perfectamente, hubiera podido dar trabajo a más gente”, denuncia. El local de Moreno cuenta con dos baños y una pica.

El director del gremio de restauradores de Barcelona, Roger Pallarols, explica que la raíz del problema es que hasta ahora los locales tramitaban su licencia a partir del aforo interior del local. Cuando acabe la moratoria el aforo sumará las sillas de la terraza. “En muchos casos el número de sanitarios o picas instaladas no será suficiente”.

Pallarols explica que muchos de los locales afectados “son muy pequeños y no tienen la posibilidad de adaptar los sanitarios por lo que se generará una nueva crisis en el sector”. Quien no tenga espacio se quedará sin terraza y si vive de ella, tendrá que cerrar. Asegura que bares que podrían verse afectados forman parte del patrimonio de la ciudad e incluso están “catalogados por lo que se puede dar la paradoja de que para tener terraza estos locales tienen que hacer obras y destruir parte del patrimonio”.

El gremio de restauradores de Barcelona ha estudiado la normativa de otras ciudades españolas y asegura que en la mayoría de municipios el criterio para fijar la normativa en los baños son los metros cuadrados, sin sumar la terraza.

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El concejal de arquitectura y paisaje urbano del Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Mòdol, admite que con el fin de la moratoria “nos podemos encontrar con locales pequeños con mucha terraza que tengan dificultades para cumplir la normativa. Ahora queremos flexibilizar la ordenanza para que tenga el menor impacto posible. Para ello, necesitamos consensos con el resto de fuerzas e ir de la mano tanto del sector de la restauración como de los vecinos”. Mòdol defiende que con la herramienta de las ordenaciones singulares siempre se ha llegado a acuerdos entre “los operadores y los vecinos y se ha beneficiado el espacio público”.

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