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Miles de personas reciben el Orgullo Mundial en Pedro Zerolo

Una decena de pregoneros, entre ellos Alejandro Amenabar, Cayetana Guillén Cuervo o Topacio Fresh, dio el pistoletazo de salida al World Pride

De izquierda a derecha; Dulceida, Javier Calvo, Ana Belén, Javier Ambrosi, Boris Izaguirre, Pepón Nieto, Alfonso Llopart, Topacio Fresh, Cayetana Guillén Cuervo y Alejandro Amenábar, durante el pregón del Orgullo.Foto: atlas | Vídeo: KIKE PARA / ATLAS
Pablo León

La música sonaba en la plaza de Pedro Zerolo. La gente no paraba de acceder a la zona, entre fuertes medidas de seguridad. Acudían todos y todas al pregón del World Pride 2017, el Orgullo Mundial en Madrid. “Tengo que hablar del color y de las plumas”, decía Boris Izaguirre antes de subir a escena. Él ya dio el pregón en 2011 y ha recuperado ese discurso. Con él, nueve invitados más: Alejandro Amenabar, Cayetana Guillen Cuervo, Topacio Fresh, Pepón Nieto, Dulceida, Javier Calvo, Javier Ambrosi, Ana Belén, Alfonso Llopart. Derechos, transexualidad, igualdad, familia, hijos o VIH fueron mencionados por los pregoneros en el arranque del Orgullo más grande que ha vivido Madrid.

“Es muy emocionante ver esta plaza llena. Ver Madrid lleno de banderas arcoíris. Porque esto lo estáis haciendo vosotros”, clamaba Javier Calvo desde el escenario. Ovación de los miles de personas que se habían congregado en la madrileña plaza para arrancar el Orgullo. Pero antes del pregón ya había ambiente en Chueca: desde ese escenario se hizo entrega de los ositos amarillos, galardón con el que el World Pride premia la lucha del colectivo LGTBIQ. La FELGTB recibió uno de ellos: “Este osito es el símbolo de nuestra lucha. Y de todas las personas que luchan con nosotras, por nuestra igualdad, por nuestros derechos”, dijo la activista Boti Rodríguez.

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“He venido solo para el pregón”, contaba Emili. “Me voy mañana porque no me puedo quedar más, pero tenía que venir a algo”, añadía la veinteañera que ha viajado desde León en coche. En ese momento, los invitados internacionales al pregón montaba un vistoso numerito de cabaret circense: eran siete hombretones australianos y la maestra de ceremonias Sandra Love, elenco de Briefs (Calzoncillos) el espectáculo oficial del Orgullo. “Somos de Ceuta y estábamos pasando unos días en Madrid. Nos hemos enterado y hemos venido”, contaba Cristina, que estaba acompañada de su marido y sus dos hijos, “está muy bien, hay mucho ambiente”. Y lo había. Aunque no tanto como el que se espera para la manifestación del 1 de julio, cuando tanto Ayuntamiento como Delegación de Gobierno esperan una afluencia de entre 1,5 y 2 millones de personas.

“Creo que es uno de los más multitudinarios que recuerdo”, apuntaba Cayetana Guillén Cuervo tras pasar por el escenario. Ella, como el resto de pregoneros ya había ejercido en ocasiones anteriores. Todos han recordado a Pedro Zerolo, fallecido el verano de 2015 a causa de un cáncer, por su activismo y su legado político. “Ha estado aquí porque hemos hecho el pregón en su plaza”. “Ahora tenemos una sorpresa para todos vosotros”, anunciaba Alfonso Llopart, director de Shangay y parte de la junta directiva de AEGAL. Con estas palabras presentó el nuevo “himno del Orgullo”, una versión de A quién le importa de Fangoria cantada por varios artistas, Alaska entre ellos. La plaza temblaba. Con ese tema concluyó el pregón: “Pero ahora empieza la fiesta”, anunciaba Javier Ambrosi desde el escenario.

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A la vez que se celebraba el pregón, el Orgullo Crítico desfilaba desde la plaza de Nelson Mandela, en Lavapiés, hasta Plaza de España con su discurso con un corte punk y contracultural. “Si al World Pride se le atribuye el color rosa, la plataforma del Orgullo Crítico podría situarse en el ámbito del ultravioleta: una longitud de onda menos visible pero mucho más energética”, decían uno de los participantes. Los colectivos aglutinados (que incluyen opciones mas minoritarias como las personas poliamorosas o asexuales, y todo lo englobado dentro de lo queer) quieren mantener las esencias rebeldes y antisistema del movimiento LGTB y mantenerlo alejado de lo que denominan “capitalismo rosa”, que está fomentado, a su juicio, por las asociaciones oficiales, la Asociación de Empresarios Gays y Lesbianas (Aegal) en connivencia con las grandes marcas y las administraciones públicas. El caso paradigmático de este capitalismo rosa, que convierte lo LGTB en puro consumo, sería el barrio de Chueca y, cómo no, el World Pride que se celebra estos días en Madrid.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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