Miralda, una obsesión de 38 años por los rituales
La Fundació Suñol contrapone en una exposición dos obras del artista creadas en contextos y épocas diferentes
En la antesala, en forma de preámbulo, hay tres pequeñas pantallas. En una se retransmite la gran consagración del Dios indio Sidda Bahubali, donde decenas de devotos descargan más de 1.000 recipientes de especias y agua sobre su estatua gigante construida en el año 983 a.C. En la segunda, grabada en 1979, un partido de fútbol americano entre el Ejército y la Armada de EEUU. Y en la tercera, el reality show argentino Cuestión de Peso (2007), donde los concursantes lloran y se autoflagelan verbalmente ante miles de telespectadores debido a su adicción a las pizzas. Camins Encontrats II: Miralda (obras 1977 y 2015)es una exposición que contrapone en el tiempo la obra del artista Antoni Miralda (Terrassa, 1942). Sus mecanismos “con los que construimos nuestro mundo cultural” y sus obsesiones por los rituales del pasado y del futuro. “No es una exposición de Miralda, sino para Miralda. Un reto para coger distancia con el artista y poder entrar así en una segunda dimensión y lectura de su obra”, explica el comisario de la muestra, Enric Franch que podrá verse hasta el próximo 2 de septiembre en la primera planta de la Fundació Josep Suñol.
La propuesta del comisario es hacer coincidir obras separadas del autor por un lapso de 38 años de diferencia y miles de kilómetros de distancia. El trabajo invita a huir de “la banalización recurrente sobre la obra del artista. Siempre trabaja con materiales próximos y la gente cree que lo hace por diversión. Con este distanciamiento se potencia su trabajo de la calle y su capacidad de descubrir en su mirada lo que otros somos incapaces de ver", dice Franch. El director de la Fundació Suñol, Sergi Aguilar, asegura que la finalidad de la exposición es coger piezas del contexto del inicio del artista y la misma pieza años después para ver “qué ha pasado”, como ya hicieron con el primer Camins Encontrats, dedicado a la obra de Joan Rabascall.
Miralda, que expone en la Bienal de Venecia Ceremonials, explica que las obras seleccionadas remiten a momentos de contraposición de dos mundos, en los que el autor se fija en el mundo de antes, con una historia con “secuencias integradas”. La mirada del artista catalán es, en palabras de Franch, “educada y sabia, estimulada por la luz, el color y la alegría propia de sus cisnes negros”.
En la sala principal de la exposición, se expone a través de cinco pequeñas pantallas, planos y dibujos, el proceso creativo de Fest für Leda (La fiesta de Leda), un ritual que en 1997 movilizó al pueblo alemán de Kassel (arrasado por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial) y con el que Miralda representó el mito de Leda, seducida y violada por un Zeus transformado en cisne que engendró a Cástor, Pólux, Clitemestra y Helena. “Miralda descubre los mecanismos fundamentales en la construcción y traspaso del mundo antiguo al mundo moderno”, afirma el comisario.
Huesos de todo el mundo
En la pared, las pantallas, los planos expuestos y documentos originales explican por secuencias la ceremonia que el artista catalán llevó a cabo para el Documenta 6 de Kassel. En una mesa, frente al mural, hay expuesto un cisne negro australiano que utilizó durante la ceremonia junto a una muestra de los huevos que comían los participantes del ritual. También una fotocopia de grandes dimensiones del rostro del artista enfrentado, cara a cara, con el animal. “Acabé tan fascinado con el mito de Leda y del cisne que decidí inmortalizarlo así”, dice el artista de Santa Comida, la gran instalación que expuso en el Macba hasta abril que recogía el legado de la cultura afro caribeña en la América actual.
En la misma sala, el análisis antropológico de 46 huesos, una exposición presentada en la galería Moisés Pérez Albéniz de Madrid en 2015. Huesos reales, de poliéster, falsos, consoladores (juguetes sexuales), encontrados en ciudades como Miami, Nueva York o París, ahora guardados en una urna de museo.
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