Enseñanza ha adelantado de curso a 722 niños superdotados en tres años
Un protocolo agiliza la detección de alumnos con altas capacidades desde 2014
Caminar o articular las primeras palabras a edades muy tempranas pueden ser señales de que un niño atesora altas capacidades. Algo que, alertan los expertos, no siempre es diagnosticado y que cuando se hace es casi siempre ya en edad escolar. El Departamento de Enseñanza puso en marcha en el curso 2014-2015 un protocolo de detección para niños con altas capacidades con el objetivo de adaptar el currículo a sus necesidades. Tres años después, empiezan a conocerse los primeros datos: 722 niños han sido adelantados de curso en este tiempo, aunque aún debe crearse el registro de casos detectados.
La literatura científica describe varios tipos de altas capacidades. Para empezar, la precocidad, que es más bien un fenómeno evolutivo, pues implica que el menor tiene un desarrollo más rápido que los niños de su edad, pero no necesariamente con capacidades superiores. De hecho, cuando terminan su proceso de maduración, su capacidad intelectual es normal.
El protocolo recoge también los talentos —simples o complejos—, que supone una aptitud elevada en un ámbito o procesamiento concreto (matemáticas, artes…), pero “en el resto de ámbitos puede presentar niveles discretos o incluso deficitarios”, explica el documento.
Menores que suelen ser hipersensibles
Los pedagogos avisan de que todavía queda mucho recorrido por delante para destapar la bolsa todavía oculta de niños con altas capacidades. “Suelen ser hipersensibles que, por no llamar la atención o no ser aceptados, también pueden querer pasar desapercibidos”, apunta Fernández Díaz. Este señala también la necesidad de aumentar la formación de los docentes en las universidades para detectar más precozmente. “Cuanto antes detectemos, mejor. Estos alumnos también necesitan ayuda psicopedagógica”, advierte.
En último lugar, en el escalón más elevado, está la superdotación, que implica un nivel superior de razonamiento lógico, de creatividad, de gestión de la memoria y captación de la atención en todos los ámbitos y procesamientos intelectuales. La comunidad científica señala que las altas capacidades afectan a entre el 4% y el 6% de la población escolar.
“Hay una infradetección total. Se hace el diagnóstico a un 0,02% de los alumnos, cuando los estudios dicen que puede haber hasta un 15% de la población escolar”, critica Mónica Fernández Díaz coordinadora del Grupo de Investigación de Altas Capacidades del Colegio de Pedagogos de Cataluña (COPEC). El protocolo de la Generalitat, añade Fernández Díaz, ha unificado criterios de detección y ha ayudado a aflorar la bolsa de alumnos con altas capacidades no identificados pero todavía queda trabajo por hacer.
“La familia es la que empieza a verlo, pero es muy importante que en el colegio los maestros los detecten para que puedan derivarlos”, explica Fernández Díaz. Las señales de alerta de los docentes son que suelen aprender rápido, se aburren porque les queda corto lo que saben, hacen preguntas inusuales para su edad… Una vez detectados y derivados, son los equipos de psicopedagogos los que realizan pruebas de valoración, psicométricas, de inteligencia, creatividad y personalidad. Con los resultados en la mano, toca elaborar un plan individualizado para dar la respuesta educativa adecuada al alumno.
“Todos los niños son diferentes y no requieren las mismas medidas”, puntualiza Mercè Esteve, subdirectora General de Ordenación y Atención a la Diversidad del Departamento de Enseñanza. Los equipos docentes pueden aplicar desde ampliaciones curriculares —añadir contenidos a los ordinarios—, hasta entrenamientos metacognitivos —introducir contenidos extracurriculares—, agrupaciones —juntar alumnos con características similares para hacer actividades en grupo— o la llamada aceleración, que significa adelantar un curso al alumno. “Para esta última medida, las altas capacidades tienen que ser globales, presentar un nivel alto en general en todas las asignaturas”, explica Esteve.
Según las últimas cifras del Ministerio de Educación, correspondientes al curso 2014-2015 —cuando se implantó el protocolo en Cataluña—, en España hay 19.187 niños con altas capacidades: Andalucía, con 7.703 alumnos y Murcia, con 3.140, son las comunidades que más casos han registrado. Aunque el cómputo no es, ni mucho menos, exacto porque Cataluña, por ejemplo, no dispone de cifras globales de niños con altas capacidades.
El único registro que tiene la Generalitat es el de niños superdotados que han sido acelerados. En el 2014, 194 chavales, la misma cifra que recogió el informe del Ministerio. Con el protocolo en marcha, la cifra ascendió en 2015 a 416 y, en este año escolar, los alumnos que habían acelerado un curso desde el 2014 se elevaban a 722. De ellos, 319 son de primaria y 403 de secundaria. “Cada vez se pueden detectar más porque hay indicadores más claros y docentes más preparados”, indica Esteve.
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