El exgerente de la depuradora de Valencia confiesa y pide perdón: “Se nos fue la mano y cogimos hasta el codo”
Cuesta admite el gran desfalco en Emarsa, la empresa pública quebrada por el saqueo
Esteban Cuesta, excargo del PP de Valencia y exgerente de la sociedad pública que depuraba el agua de la ciudad y otros 30 municipios, ha contado este jueves al tribunal cómo se ejecutó el gran desfalco que llevó a la quiebra a la Empresa Metropolitana de Aguas Residuales (Emarsa), y que la fiscalía estima en 23 millones de euros. El acusado, que se enfrenta a una petición de 12 años de cárcel, ha pedido "perdón" y ha dicho sentirse "mejor" después de confesar.
Cuesta ha explicado cómo trampeó por decenas los contratos —"los simulábamos"—. Cómo colocó a personas en la planta a sabiendas de que nunca irían nunca a trabajar. Cómo hizo "viajes particulares" con "amigas" rumanas pagados con fondos de la empresa. Cómo cobró comisiones —"al principio me lo traían en efectivo, después con ingresos en una cuenta corriente y al final en tarjetas de crédito"—. Y cómo distribuyó el dinero de las mordidas con otros tres altos cargos de la Generalitat y de la Diputación de Valencia que tenían poder sobre la depuradora y que también se sientan en el banquillo de los acusados: "Yo hacía cuatro partes, me quedaba una y repartía las otras tres en sobres. A veces se lo daba en el aseo. Para avisarles de que íbamos a quedar les mandaba un mensaje que decía: 'Han llegado los camiones".
Cuesta fue gerente de Emarsa entre 2004 y 2010, año en que la sociedad fue liquidada tras detectarse un agujero de 17 millones de euros. "Se nos fue la mano y cogimos hasta el codo", ha resumido este jueves
Hasta 2004, Cuesta era enfermero, cargo local del PP y “representante de la alcaldesa” Rita Barberá en la pedanía de Benimàmet. A pesar de su perfil y gracias a sus conexiones en el partido, el presidente de Emarsa y vicepresidente de la Diputación Enrique Crespo le ofreció el puesto. “Le dije: ‘Hombre, no tengo ni idea’. Yo no tenía formación económica, ni de gestión de agua. Ni la tengo ahora”. Al final dijo que sí: “Me lo tomé como un reto. En el PP solo se podía acceder a mejoras políticas de dos formas: cuando un cargo importante metía a alguien que creía oportuno o por enchufismo político”.
Cuesta ganaba en Emarsa 93.000 euros al año. Pero, según admitió, el salario se convirtió enseguida en la parte menor de sus ingresos, y las comisiones le permitieron realizar diversas inversiones inmobiliarias.
La depuración de aguas residuales genera lodo. El tratamiento del lodo de Emarsa, que controlaba la segunda mayor planta depuradora de España, era un negocio enorme. Cuesta ha explicado que el precio que Emarsa pagaba por el tratamiento estaba inflado, y que él y otros cargos públicos se repartían parte del excedente. Aunque hubo otras vías, está fue el principal método mediante el que fue exprimido Emarsa, ha admitido el gerente.
El paso del metálico a las tarjetas de crédito en el pago de las mordidas del negocio de los lodos respondió a motivos prácticos. Los sobornadores tenían que llevar el dinero desde Andorra, donde lo hacían llegar a través de transferencias después de cobrarlo de Emarsa, hasta Valencia, lo cual implicaba un riesgo. "Me dijeron que las personas que les traían el dinero temían que los Mossos d'Esquadra les parasen en un control y los descubrieran, y a partir de ese momento nos lo dieron en tarjetas".
El exgerente y presuntamente los otros tres ex altos cargos acusados en el juicio, Enrique Crespo, José Juan Morenilla e Ignacio Bernácer, vaciaban las tarjetas en diversos cajeros automáticos. "No había que utilizar siempre el mismo, por si estaban grabando".
Cuesta ha admitido que, además de dinero, recibió de proveedores de la planta regalos de lujo —como un "ordenador exclusivo y superpequeño de Nueva York que no tenía ni la ñ"— y que también le hicieron obras en propiedades inmobiliarias.
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