Leer es Sexy (lo dice YouTube)
El original colectivo Leer es Sexy remezcla brillantes de textos filosóficos e imágenes de estrellas del pop y el entretenimiento de masas
Britney Spears te explica la Teoría King Kong de Virginie Despentes. Miley Cyrus lee pasajes de Una habitación Propia de Virginia Woolf. David Beckham responde a todas las preguntas de una rueda de prensa con citas de Foucault. Y Angelina Jolie se planta en la ONU para leer el Manifiesto SCUM de Valerie Solanas.
No, no se trata de un fallo en Matrix, sino de las creaciones audiovisuales del colectivo lúdico –tal y como ellos lo definen– Leer es Sexy, que se presentó el pasado mes de marzo en la galería Swinton&Grant. Formado por Tomás Castro –que viene del mundo de la publicidad y aspiraba a ser realizador, aunque actualmente no se dedica a ello– y Cristina Celada –actriz en diferentes compañías teatrales y en la suya propia, El Pollo Campero Comidas para llevar–, sus vídeos de YouTube son remezclas brillantes de textos filosóficos e imágenes de estrellas del pop y el entretenimiento de masas, con los que pretenden abordar algunas de las preguntas existenciales que nos atormentan. Definen lo que hacen como “meter en la turmix pensamiento crítico y cultura popular, darle al botón y confiar en que la mezcla sea algo nuevo, fresco e inesperado”.
En sus vídeos derriban de un plumazo las fronteras entre alta y baja cultura, con un espíritu de lo más acorde con los tiempos vivimos, donde nada está realmente tan compartimentado. Como bien explica Cristina, “en mi cabeza todo está mezclado; el mismo día puedo leer un extracto de Una habitación propia, escuchar un tema de Miley y ver Saber y Ganar. Todo pasa al mismo nivel”.
Reconocen que el proceso de elaboración de los vídeos es un tanto caótico y casi nunca pueden decir qué llega antes, si el libro o el personaje. Y aunque los contrastes entre el mensaje y quién lo dice resultan bastante cómicos, sus creaciones no persiguen el humor, sino más bien el desconcierto. “Lo que buscamos a conciencia es la tergiversación, la mezcla, la descontextualizción, con el objetivo de resignificar los objetos de consumo (la marca Britney, la marca Beckham, la marca Beyoncé…) y dotarlos de un nuevo discurso”.
Si la filosofía nos sirve para pensar cualquier cosa, ¿por qué no ha de servirnos también para reflexionar sobre la cultura popular y viceversa? “La cultura popular nos rodea, está en todas partes. Si tienes preguntas existenciales, quién dice que no puedas encontrar las respuestas, tus respuestas, en un concierto de Madonna” –concluye Tomás.
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