Saara Turunen: “Las cosas van mejor con bigote”
La dramaturga finlandesa ofrece en ‘Broken Heart Story’ una visión irónica del machismo
En Finlandia, mito de la educación paritaria, ejemplar y avanzada, “las cosas van mejor con bigote”. Es una de las conclusiones a las que llega la dramaturga finlandesa Saara Turunen, nacida en 1981, que ha escrito y dirige Broken Heart Story(hasta el 1 de mayo en la sala Villarroel de Barcelona). “El arte está tan masculinizado que es mejor afrontarlo desde el lado de los hombres, así de claro”, sentencia la dramaturga.
La obra, que representa la compañía La Peleona, aporta una visión irónica sobre las presiones que sufre una escritora para dar rienda suelta a su trabajo y que la llevan a ponerse un simbólico bigote para aparentar ser un hombre. Su otro yo es Alma, la mujer-mujer, la mujer tradicional, la mujer que suspira por conquistar a un hombre. “He visto que en España el problema del machismo está muy presente”, dice Turunen. “Y se tiene la idea de que en Finlandia, donde hay una paridad ejemplar y una educación igualitaria, lo tenemos solucionado. Pero es un falso consuelo. Porque no estamos cerca de la igualdad. En mi país, quienes cuidan a los niños pequeños y a los mayores también son las mujeres. No nos engañemos”.
La dramaturga es taxativa en una cosa: “Siempre que puedo, dirijo mis propias obras”, dice, sin olvidar que Alícia Gorina dirigió en el Teatre del Raval y en la Beckett su obra Puputyttö (La chica conejita), otro alegato en defensa de la mujer. “Escribir es un acto muy solitario. Al dirigir, en cambio, trabajas con mucha gente y eso es bueno porque los actores aportan cambios interesantes. También es verdad que me gusta mandar, y una directora manda mucho”, reconoce entre risas. A pesar de que sus obras están meticulosamente escritas, al milímetro, podríamos decir, siempre están abiertas a cambios. “Una obra de teatro escrita debe ser inteligible por sí sola, pero representarla es mostrarla como uno la ve”.
Risas en la escritura
Esta obra se estrenó en 2011 en Helsinki, “donde hay muchos más recursos para la cultura que aquí”. Sin embargo, la versión en castellano (que se estrenó el año pasado en la sala Atrium de Barcelona) ha superado esta desventaja “gracias al trabajo solidario de la compañía”. Turunen advierte de que no se trata del ya manido argumento de que la crisis favorece la creación: “Yo no creo que de la miseria salga nada bueno”.
El argumento de su obra puede llevar a pensar en una historia autobiográfica. Lo es, pero solo superficialmente: “Busco ideas en mi vida cotidiana, pero son material puro y duro, como cualquier elemento del escenario. Lo que interesa es el fondo de la cuestión de la que se habla”. ¿Se refiere Turunen a que el teatro es un instrumento de crítica social? “Tiene que serlo”, responde, “tiene que contar cosas importantes, pero no solo eso. El teatro también es arte, belleza, sentimiento y tiene que dar pie a la imaginación”.
El humor es otro elemento clave en la dramaturgia de la autora finlandesa. “Me alegra cuando alguien me dice que se ha reído leyendo o viendo una obra mía. De hecho, si al escribirla me río, sé que estoy en el buen camino”. A menudo, tratar ciertos temas, como el feminismo, requiere aceptar con ironía ciertas verdades: “Las cosas miserables hacen más gracia”, dice la dramaturga.
A pesar de todo, Turunen no siente ser la voz de su generación, como ha sido etiquetada a menudo. “Creo que lo que realmente influye no es la generación de cada cual sino las diferencias de género y de clase”. Quizá por eso, la autora se ha planteado muchas veces ponerse ese bigote simbólico para contestar a muchas preguntas. “Pero lo importante es darse cuenta de que hay que responderlas como persona, no como hombre o como mujer”, sentencia.
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