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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La burguesía catalana, como Santo Tomás

El pedazo de burguesía que ha acompasado este martes a Mariano Rajoy ni llenó ni formó al completo. Faltó la finanza, la producción de gran consumo y el subsector soberanista de fin de semana

Xavier Vidal-Folch
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, este martes en Barcelona.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, este martes en Barcelona. Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

No era un público hostil, sino baqueteado; no rival, sino equidistante; no enemigo, sino levemente desafecto.

El pedazo de burguesía catalana que ha acompasado este martes a Mariano ni llenó ni formó al completo. Faltó la finanza, la producción de gran consumo y el subsector soberanista de fin de semana. Brillaba un único adscrito al 3% de Pujol y Mas.

En suma, reinó el formato intermedio, escéptico, algo no siempre deslucido si se compara con el modo iluso. Imperaba la duda del apóstol preferible, Santo Tomás, que a la semana de resucitar, el Señor tuvo que incentivarle: “Mete la mano en mi costado y no seas incrédulo, sino fiel”. O sea, créeme, estoy vivo, nunca te abandoné.

Mariano promete que presupuestará como de costumbre, 1.000 millones anuales —apenas justitos— en el cuatrienio, veremos si los ejecuta al 59% como en 2015. O al completo, eso sería lo nuevo.

Lo novísimo es que él mismo se ha puesto de prenda, querrían creerle. Y que a diferencia de Aznar —que cedió plaza a Blair— patrocina la Agencia Europea del Medicamento, saliente de Londres, para Barcelona, eterna candidata. Y es que la Autoridad Bancaria Europea se amortizará casi seguro, que si no ya tendríamos otras rogativas por parasitarla y los de la cocapital, otra vez a la cola.

Como Santo Tomás, el empresariado quería ser complaciente, pero pedía pruebas. La más clara sería establecer para las infraestructuras una suerte de oficina consorciada entre distintas Administraciones, como la que se estableció para el aeropuerto del Prat. Con su comité de rutas, sus negociaciones con las aerolíneas, que hasta la alejada Iberia volverá, eso sí, a lomos de hablar inglés. Aquello tuvo un eficaz patrón técnico, el del Gran Discreto Fernando Echegaray, hoy director de la red de AENA.

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El presidente se autoevocó al aludir al nombramiento del ingeniero catalán Juan Barios Baquero como coordinador del corredor mediterráneo.

Sería útil un sheriff para las infraestructuras estatales en Cataluña, asignatura suspendida: no solo el retrasado circuito del AVE que inquieta a la élite; también las carreteras y sobre todo las abandonadas Rodalies (Cercanías) que torturan al personal de base con su avería cotidiana (también la hubo).

Sería aún más útil si se acordase su catálogo de competencias y su nombre con la Generalitat y los municipios: entonces, con las obras, igual prendía una complicidad política. Tan urgente como las traviesas y las locomotoras. Algo se mueve. Cual tortuga. Pero se mueve.

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