El monumento al 11-M presenta importantes daños en su cúpula
El Ayuntamiento de Madrid anunció hace un año y medio que lo iba a reformar, sin que lo haya llevado a cabo
El monumento en homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 de la estación de Atocha sigue sin ser reparado, pese a haber pasado casi un año y medio desde que se vino abajo. La membrana transparente, el núcleo de este memorial, luce tres rotos remendados con plástico. Uno de ellos está en pleno vértice, lo que llama aún más la atención al visitante. El monumento se ubica en un local propiedad de la empresa pública Adif, pero el cuidado y mantenimiento corresponde al Ayuntamiento de la capital. Su alcaldesa, Manuela Carmena, se comprometió a arreglarlo en noviembre de 2015.
Un aforo limitado a 200 personas
El monumento a las víctimas del 11-M está formado por 15.100 piezas de vidrio, con un peso cada una de 8,45 kilogramos. Se eleva sobre una altura de 11,3 metros desde rasante. Parte de la cúpula se ve desde el exterior de la estación.
La membrana transparente que está dañada pesa 48,56 kilos y consta de una superficie de 185 metros cuadrados. La altura es de 9,86 metros. Deja pasar la luminosidad en un 96%.
La sala, a la que se accede desde la planta intermedia de la estación de Atocha, tiene una superficie de 497, 5 metros cuadrados, lo que permite que haya hasta 200 personas a la vez. El número de visitantes diarios es de unas 800 o 900 personas. Algunas agencias lo incluyen en sus visitas por el centro de la capital.
Los atentados yihadistas del 11 de marzo de 2004 causaron 193 muertes, tras explosionar diversas bombas en trenes de Cercanías en la estación de Atocha, el Pozo y Santa Eugenia. El Ayuntamiento y Renfe organizaron un concurso para hacer un monumento en recuerdo de las víctimas del atentado más grave de la historia de España. En septiembre de 2015, la membrana transparente que forma la cúpula se vino abajo y se tardó cerca de tres meses en arreglarla.
La alcaldesa de la capital, Manuela Carmena (Ahora Madrid), se comprometió a restaurarlo “cuanto antes”, tras denunciarlo EL PAÍS en noviembre de ese año. La regidora señaló que los técnicos municipales estaban estudiando cómo repararlo y que la concejal de Cultura y Deporte, Celia Mayer, estaba haciendo gestiones para devolverlo a su estado original a la mayor brevedad.
Cuando el visitante accede a este monumento desde el interior de la estación, se encuentra con un local con una luz muy tenue. Es necesario pasar dos puertas para entrar en un recinto en lo que hay una hilera de asientos. Justo en medio, dentro de esa oscuridad, se alza la cúpula que, en días como ayer, rezuma luz por todo el local. Conforme se acerca a la membrana, el visitantes puede percibir sin ningún tipo de esfuerzo los tres rotos. Están reparados con trozos de plástico. Uno se encuentra en la cúpula y los otros dos, casi contiguos, en un lateral.
El monumento, que acoge todo los días una media de entre 800 y 900 personas, abre en un día normal de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 19.00. En días especiales como hoy, cuando se cumplen 13 años de los atentados, amplía su horario: de 9.00 a 19.00 horas de manera ininterrumpida. Este espacio suele ser visitado por los familiares de las víctimas y por muchos viajeros de Atocha. Hay gente que tarda unos minutos en verlo, mientras que otros pasan largos periodos mirando la cúpula, según reconocen empleados de la estación.
“La gente se queja de que esté roto y a veces preguntan si no se va a arreglar. Pero no podemos decirles nada porque no sabemos nada”, se quejaba ayer un trabajador que prefirió mantener el anonimato.
El Ayuntamiento de Manuela Carmena recogió en el anteproyecto de presupuestos de 2016 una partida de 220.000 euros para arreglar el monumento. Estaba dentro del Área de Cultura y Deportes. Nunca se llegaron a ejecutar. En las cuentas de ese año, dentro de las destinadas al distrito de Puente de Vallecas, también se preveía la instalación de unas placas conmemorativas para las víctimas del terrorismo. Esta partida estaba dentro del capítulo de inversiones, pero el Ayuntamiento nunca la ejecutó, por lo que tampoco se llevó a cabo la instalación conmemorativa previsto. El dinero fue destinado, finalmente, como otras cientos de partidas, a la compra del edificio Alcalá 45, por el que le Consistorio pagó más de 100 millones de euros.
Los presupuestos del Ayuntamiento para este año recogen una partida para reformar el monumento al 11-M de Atocha por un montante de 300.000 euros, según una portavoz de Cultura y Deportes. Durante el ejercicio pasado, se destinaron 20.000 euros para el proyecto de reforma. Las obras consistirán en sustituir el sistema de aire caliente que ahora sustenta la membrana. Este, además de ser caro por el consumo energético, ha producido el deterioro de la iluminación y de la propia membrana. Esta se cambiará por completo y se pondrá un sistema autoportante (unos cables sujetos a columnas) que no necesite ningún dispositivo adicional.
Como el presupuesto municipal se ha aprobado hace poco, las obras podrían comenzar a finales de verano, una vez adjudicado el concurso de reforma.
Un proyecto pionero en investigación y desarrollo
El Ayuntamiento de Madrid y Renfe convocaron un concurso internacional de ideas abierto a urbanistas, arquitectos, escultores y artistas en general para que diseñar el monumento de homenaje a las víctimas del 11-M. A este certamen se presentaron 283 propuestas procedentes de diferentes países.
La opción ganadora, con la unanimidad del jurado, fue la presentada por el estudio de jóvenes arquitectos FAM, bajo el lema “La luz dedica un momento del día a cada persona ausente”. Se compone de dos partes: un elemento de vidrio que emerge hacia el exterior y una membrana interior, que se puede contemplar desde la sala intermedia de la estación de Atocha. Desde este punto, se pueden leer en esa membrana los mensajes escritos por los ciudadanos en los días posteriores al atentado.
La obra también resultó pionera por la utilización de algunos materiales y sistemas constructivos innovadores. Para levantarlo, se utilizaron piezas de vidrio del tipo borosilicato. Este posee una alta resistencia al calor y a los cambios de temperatura, a la vez que permite el paso de la luz.
La membrana es de etiltetrafluoretino, un material que busca la transparencia y que gracias a la presión del aire permite levantar, tensar y estabilizar la membrana interior. Tan solo está sujetada por la base. De hecho, cuando se rompió el generador, la membrana se cayó al suelo del local.
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