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Prisión para un pederasta reincidente que fue absuelto por la Audiencia

El detenido captaba a menores de entre 13 y 15 años en la redes sociales

Manifestación contra la pederastia en Barcelona
Manifestación contra la pederastia en BarcelonaAlbert Garcia

Valeria Esperanza Amor Amor o Laura es el apodo que usa Fredy Salvador Sosa Méndez, hondureño de 33 años, encarcelado este fin de semana acusado de abusar de un niño de 15 años en Salt (Gironès). Según los investigadores, captaba a menores de 13 a 15 años por las redes sociales, les invitaba a su piso y ocultaba su condición de hombre hasta el momento de mantener las relaciones. El pasado jueves, fue pillado “in fraganti”, detenido y encarcelado tras pasar a disposición judicial. El pasado junio, la Audiencia de Girona le absolvió de otras acusaciones de abusos. En su sentencia, los magistrados señalaron que las declaraciones de los niños en fase de instrucción podían haber sido “con la voluntad de perjudicarle por su condición sexual”.

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El pasado jueves día 12, el propietario del piso donde Sosa tenía alquilada una habitación no pudo más. Como ya había hecho en otras dos ocasiones sin éxito, llamó a la policía para alertar de que su inquilino volvía a estar con un menor, como hacía entre una y dos veces a diario. Poco antes de las ocho de la tarde los Mossos d’Esquadra se presentaron en el piso de la calle Francesc Macià, y al llamar a la habitación del sospechoso les abrió tapado solamente con una pequeña toalla. Escondido en la habitación tenía a un niño marroquí de 15 años, también desnudo, con quien acababa de mantener relaciones sexuales y a quien intentó esconder sin éxito.

Fredy Sosa, con antecedentes por hechos similares, fue detenido. El sábado pasó a disposición del Juzgado de Instrucción nº 1 de Girona y se acogió a su derecho a no declarar. El fiscal, Enrique Barata, pidió su encarcelamiento provisional por el riesgo de reiteración delictiva. La juez lo mandó a la cárcel como presunto autor de tres delitos de abusos sexuales a un menor de 16 años, tres delitos de determinación a un menor de 16 años a participar en un comportamiento de naturaleza sexual y un delito de contactar con menores de 16 años para concretar encuentros y tener relaciones sexuales y un delito de corrupción de menores.

El menor explicó que había contactado con él a través de Facebook, que Sosa le había mandado fotos “desnuda” por Whatsapp y que le pidió imágenes suyas. Después, se citaron y lo llevó a la habitación donde le hizo una felación y, a oscuras, hizo que le penetrara analmente. El adolescente no se percató de que Sosa era un hombre hasta su segunda cita. El código penal considera delito la relación sexual de un adulto con un menor de 16 años, aunque sea consentida y si además comporta el acceso carnal contempla penas de entre 8 y 12 años.

Con anterioridad, el pasado julio, el Juzgado de Instrucción nº 2 de Girona ya impuso a Sosa una orden de alejamiento contra dos menores a los que amenazó tras negarse a mantenerrelaciones, al constatar que era un hombre. Esta orden llegó sólo unas semanas después de que la sección tercera de la Audiencia de Girona le absolviera por unos hechos similares ocurridos en 2012.

Sosa, quien luce una larga melena negra y va ataviado como una mujer, se sentó en el banquillo de los acusados en junio pasado acusado de haber hecho una felación a un niño de 12 años y de haber tenido relaciones con otros niños de 16 años en su presencia. La fiscalía solicitaba 11 años de cárcel.

Ante la policía como en fase de instrucción la mayoría de las supuestas víctimas, principalmente marroquíes aunque también algún español, reconoció que iban al piso para que les hiciera felaciones, pero durante el juicio cambiaron su versión: unos lo negaron y otros no lo recordaban. Los investigadores lo atribuyeron a que este tipo de acciones despiertan mucha “vergüenza” y están muy mal vistas en el mundo musulmán. El padre de uno de ellos se desmayó cuando su hijo dijo que iba cada semana a casa del acusado.

La Audiencia le acabó absolviendo y la sentencia dejó entrever que la denuncia podía ser fuera fruto del inexplicable resentimiento que uno de los jóvenes tenía en contra del acusado

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