La orgía modernista de Sant Pau
Un libro con 300 fotos ilustra la exuberancia del hospital de Lluís Domènech i Montaner
Seis años de paseos por un mismo lugar pueden para mucho. Es lo que le ha ocurrido al fotógrafo Robert Ramos que entre 2009 y 2014 ha podido realizar más de 40.000 imágenes del recinto modernista del Hospital de Sant Pau, una de las obras más destacadas de Lluís Domènech i Montaner. El resultado ve ahora la luz en el gran libro Sant Pau. Patrimoni modernista, coeditado por los responsables del recinto y por Enciclopedia Catalana (44 euros), con 300 de estas imágenes, una selección que se antoja difícil, tras comprobar la calidad de las todas las fotografía, que lo mismo ilustran todo el conjunto hasta los más pequeños detalles de esta especie de orgía modernista en la que arquitectos y artesanos se emplearon a fondo para crear este paraíso modernista. “Es la difusión que el hospital se merecía después de mostrar los trabajos de rehabilitación a que se ha sometido el recinto desde 2009”, explica Mercè Beltran, responsable del programa cultural de Sant Pau.
Las imágenes permiten ver detalles que durante la visita al centro (unas 250.000 anuales, casi un 70% extranjeros) pueden pasar desapercibidas, como la presencia de un santo con bigote, San Leopoldo, que preside la entrada del pabellón (uno de los 27 que se llegaron a construir de los 48 proyectados) de su nombre, un homenaje que el escultor Eusebi Arnau hizo a Leopold Gil, uno de los benefactores de la obra. Es solo una anécdota de las muchas que permite descubrir el libro, como los dos rostros esculpidos en las puertas laterales de la fachada principal por donde entraban, por separado, hombres y mujeres.
Con decoración exuberante, la reina es la cerámica, que cubre todas las cúpulas de los pabellones, las bóvedas de los techos y bajan por las paredes hasta los suelos, en los se puede descubrir que no hay ángulos rectos para evitar acumulación de suciedades. Los suelos, de estancias como el Edificio de la Administración (cuya fachada recuerda a un retablo lleno de imágenes de santos) conservan hasta 16 mosaicos que reproducen la historia del hospital desde el siglo IX, cuando se fundó el primer hospital en el interior de las murallas.
El libro recorre también zonas menos glamurosas, pero llenas de interés como el kilómetro de túneles subterráneos que conectan los pabellones bajo tierra o la Casa de Operaciones, creada con grandes ventanales porque comenzaron a funcionar cuando todavía no se había inventado la luz y se operaba con la que proporcionaban los rayos del sol. Eran otros tiempos.
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