Un villancico especial en el escenario del Auditorio Nacional
Un coro de personas con discapacidad intelectual ofrecen un concierto junto a músicos profesionales
Los chicos del Coro Abierto, un grupo de músicos con discapacidad intelectual, marcan el ritmo de la canción que practican golpeando con la mano cerrada la palma de la otra. Pam, pam, pam. Unos acordes de piano marcan la entrada de la voz y empiezan a cantar: “Amásalo bien, amásalo bien. Quiero llevar un buen pan a Belén”. El conjunto musical prepara los villancicos Adeste Fideles y Vamos a escuchar al viento en su último ensayo antes del concierto que darán este lunes en el Auditorio Nacional juntos al coro y a la orquesta profesional.
“Empezamos desde abajo y vamos subiendo”, dice Pablo Eisele a sus alumnos, profesor de piano y director del Coro Abierto. Este grupo de alrededor de 30 músicos es un proyecto que Eisele puso en pie hace cuatro años junto a otros compañeros. Nació como un proyecto social de la JORCAM, Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, con el objetivo de que las personas con algún tipo de discapacidad intelectual tuvieran la posibilidad de participar en la creación artística como cualquier persona.
El maestro, al frente del piano, introduce la melodía del villancico y reparte instrucciones a los músicos sobre la letra del tema, siempre con gran espíritu didáctico y sentido del humor. “Los camellos están muy cansados de tanto traficar”, bromea Eisele tras alterar la letra original de la canción. “Retomamos. Los camellos están muy cansados tienen hambre quieren descansar”, cantan todos al mismo tiempo. Una alumna lanza un “como molas Pablo” mientras ensayan. El compañerismo y la empatía están muy presentes en el aula de ensayo. El director del Coro explica que a veces llega a clase, todos los viernes por la tarde, con una idea sobre lo que quiere hacer y que, no en pocas ocasiones, sale otra muy distinta, aunque reconoce que siempre se va a casa más lleno de buena energía de lo que llegó.
Fuencisla, de 41 años, Tina, de 62, y Carlos, de 46, son algunos de los integrantes del coro. El último lleva dos años en este grupo de canto y reconoce que es su mayor ilusión. “Es una forma de distraerme y de echar los problemas a un lado. Al salir del taller ya soy feliz”. Los músicos admiten que tienen muchas ganas de subirse al escenario del Auditorio Nacional, aunque no es la primera vez que interpretan música delante del público. “El mes pasado dimos un concierto en un centro cultural”, cuentan. A pesar de que ya tienen tablas en la palestra, los nervios aparecen a veces y alguno tiene que salir disparado al baño en el último momento. Ahí siempre aparecen los más serenos para apoyar a sus compañeros. El más joven del coro es un joven, de 14 años, que toma protagonismo en el delicado villancico Vamos a escuchar al viento y emociona con su solo de voz junto al piano. El chorro de voz de este chaval, que se coloca junto al piano, emociona a todos los presentes.
Mercedes Gómez Pardo, docente de la JORCAM, es otra de las maestras que acompaña a los chicos del coro cada viernes. Los alumnos se acercan a ella para que no se olvide de entregarles la entrada a su concierto. Gómez explica el grupo actúa como cualquier conjunto cuyo objetivo es formarse como artistas. “Hacemos ejercicios de calentamiento y ensayamos el repertorio, aunque sin partitura ya que hay algunos chicos que no saben leer. Aquí hacemos todo con el oído”. Gómez cuenta que el principal objetivo es el canto, que estas personas con discapacidad intelectual tengan un espacio, ya que por su discapacidad no tienen acceso a otros coros.
El entusiasmo de los profesores se ve recompensado por el compromiso de los alumnos. “Nunca, nunca falta nadie”, reconoce la maestra. Y como ganas no les faltan ya han hecho planes a largo plazo. Les gustaría hacer un repertorio musical y montar un programa de conciertos para actuar en teatros y centros culturales.
Tras el último ensayo antes del concierto, los chicos despiden con aplausos al “Maestro Victor Pablo”, el director de la orquesta profesional, que fue a visitarles antes del gran día. Ya no queda nada para que la música vuelva a encender, en el escenario del Auditorio Nacional, la ilusión y la sonrisa de estos chicos.
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