Rita Barberá: popularidad y poder
"Ha muerto de pena", ha señalado uno de sus colaboradores
Trágico final para una mujer que lo tuvo todo en política; popularidad y poder. Y, que a su manera, pensaba que lo había dado todo por Valencia, ciudad que le dio mayorías absolutas durante años. Estaba en la plenitud de su vida cuando, con 42 años, la proclamaron alcaldesa de Valencia. Los socialistas, que llevaban 12 años gobernando la ciudad, obtuvieron la mayoría. Pero los ocho votos de Unión Valenciana y la habilidad negociadora de Barberá propiciaron el ascenso del Partido Popular, que solo contaba con nueve ediles. “Voy a hacer lo imposible para que la alcaldía de Valencia gire en torno al PP”, declaró entonces, segura de sí misma, como siempre lo ha sido, hasta el final, hasta que la muerte la ha sorprendido lejos de su adorada Valencia.
“Ha muerto de pena”, ha señalado a EL PAÍS el que durante 23 años fue su jefe de prensa, Manolo Bernardos, que no ha querido hacer más comentarios sobre su amiga. La que fuera casi todo lo que quiso en política; concejal, alcaldesa, diputada autonómica, parlamentaria en el Congreso, y senadora, no ha podido soportar la presión a la que se ha visto sometida tras su imputación y la de su grupo en el Ayuntamiento, por el caso Taula.
Pero lo que peor ha llevado la ex alcaldesa de Valencia ha sido que su propio partido, al que había dedicado su vida, la abandonara. “Pasó de ser la mejor alcaldesa de España a la nada”, ha manifestado un compañero que no quiere ser identificado. El ultimátum que le trasladó la formación conservadora fue determinante. Debía entregar el acta de senadora. “Madrid no tiene alternativa. O lo aceptan o nos vamos”, llegó a amenazar la cúpula del PP valenciano, a cuya cabeza está Isabel Bonig, discípula de la exalcaldesa.
Barberá, periodista y economista, ejercía la política las 24 horas del día. Ella era política. Con el número tres del partido. Pero no soportó la presión. También llevó mal su pase al Grupo Mixto y tener de compañero a Bildu, tras su baja pactada en el PP. Pero estaba obcecada en que tenía que aguantar para que nadie pensará que era culpable, cuando las tertulias ya la habían condenado, y los ciudadanos habían dejado de votarla.
Triste final para una mujer que tuvo muchos errores, pero, que durante su primer mandato, consiguió que Valencia dejara de inundarse sustituyendo las viejas acequias por un moderno alcantarillado, dicen los que siempre la han apoyado. Su partido ha declarado hoy 24 horas de luto oficial.
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