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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Triana no es un territorio

El autor se pregunta por qué a Pablo Iglesias le cuesta tanto decir comunidad autónoma y su afición a la sinécdoque política

Vicente G. Olaya
Mapa de América del siglo XVI.
Mapa de América del siglo XVI.GETTY

Reconozco que no diferencio bien ni a los personajes ni las tramas de El señor de los anillos, de Juego de tronos, de Dragones y mazmorras, ni siquiera del rey Arturo y la mesa redonda. Para mí, todo tiene un argumento demasiado parecido y sus relatos se sitúan, año arriba año abajo, en el mismo periodo histórico. Siempre pensé que Chrétien de Troyes, Malory y Tolkien se malcopiaban entre ellos.

Me pasa como a Pablo Iglesias, que en vez de pronunciar las palabras “comunidades autónomas” habla siempre de “territorios” para referirse a ellas, porque también se debe de estar haciendo un lío con las fechas y las tramas literarias de las que tanto disfruta y hace gala.

Que yo sepa por mis desordenadas lecturas, la distancia entre las Tierras Medias, el Desembarco del Rey y la isla de Ávalon no debe ser mucha. Sospecho que su majestad el rey Arturo unas veces se hace acompañar de Merlín y otras de Gandalf. Pero no lo tengo claro, la verdad. 

Cuando el líder de Podemos se refiere a las autonomías como a territorios, me pregunto si es que el embrollo mental que compartimos es intencionado o no. Estuve el año pasado en territorio soriano buscando níscalos a pocos kilómetros de territorio riojano tras atravesar, partiendo de territorio madrileño, los territorios arriacense y turolense.  

Lo de los territorios es divertido. Los hay de todo tipo y extensión: comanche, histórico, federal, foral, cultural y hasta autonómico. Bien es verdad que este último arrastra unas connotaciones centralistas insoportables. Las comunidades políticas son, per se, autónomas de algo, lo que puede llevar a pensar que existe una organización superior que las aglutina (el Estado), pero este concepto desaparece cuando hablamos de “territorios”.

Los territorios luchan entre ellos y se defienden de las invasiones. Poseen sus propios monarcas y disfrutan de sus particulares leyes y, como mucho, se alían para atacarse unos a otros. Pero el Señor es el Señor. (Ma looor, lo llaman en Juego de tronos). 

Aquí, en el territorio madrileño donde vivo, se está a punto de celebrar el Día de la Hispanidad —en Badalona no, por las mismas razones por las que Iglesias no asistirá al desfile de esta festividad, ya que esta celebración está llena de “falsos patriotas”, el líder de Podemos, dixit—.

El miércoles se conmemorará la jornada del Descubrimiento de América, que es algo parecido a cuando Khalessi se colocó en la borda de su nave, acompañada por dos dragones (¿o eran tres?), dispuesta a tomar no sé qué reino, que me pierdo con esos nombres tan raros.  

Aquel 12 octubre de 1492, Rodrigo de Triana (natural del territorio de Sevilla o de Huelva, que no está muy claro) gritó aquello tan famoso de “Tierra a la vista”, pero seguro que fue una exageración o una apócope de lo que en realidad voceó: “Territorios de las Tierras Medias frente a nos. Qué sí, my lord, que hemos llegado a King’s Landing”. “¿Seguro?”, le preguntaría Colón. “A mí me lo va a decir, que estoy viendo el castillo de Camelot y su territorio”.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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