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Cerdanyola del Vallès detecta un enfermo por amianto a la semana

La ciudad ya tiene el récord de ser el municipio de España con mayor prevalencia de cáncer de pleura a causa de este carcinógeno.

Jessica Mouzo
La antigua fábrica de Uralita en Cerdanyola del Vallès.
La antigua fábrica de Uralita en Cerdanyola del Vallès.Joan Sánchez

Los fantasmas del amianto cercan Cerdanyola del Vallès, el municipio barcelonés que albergó la fábrica más grande de Uralita, una empresa que empleaba el mineral cancerígeno para producir fibrocemento. Las fibras que desprende el mineral se incrustan en los pulmones y provocan graves dolencias respiratorias y cáncer de pleura y pulmón. La fábrica echó el cierre en 1997 y España prohibió el uso de este material en 2002, pero las consecuencias de la exposición al amianto despiertan ahora tras 40 años de letargo. Los médicos de la zona detectan más de medio centenar de enfermos por exposición al amianto al año y la ciudad ya tiene el triste récord de ser el municipio de España con mayor prevalencia de cáncer de pleura a causa de este carcinógeno.

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Desde su centro de operaciones, un despacho en el centro de atención primaria (CAP) Fontetes de Cerdanyola, el doctor Josep Tarrés investiga y monitoriza a todos los enfermos por amianto de la ciudad. Junto a un grupo de trabajo formado por otra decena de facultativos, el neumólogo ha detectado más de un millar de pacientes afectados por alguna de las dolencias derivadas del amianto. Y sigue sumando: cada semana aparece, de media, un caso nuevo.

“Puede provocar desde patologías crónicas en la pleura, como las placas o los derrames pleurales, hasta tumores de pulmón”, apunta Tarrés. La asbestosis (el pulmón se aprisiona y el paciente sufre continuas insuficiencias respiratorias) es otra de las dolencias más comunes, aunque la verdadera sentencia de muerte es el mesotelioma, un cáncer de pleura que solo se produce por exposición al mineral y reduce la esperanza de vida a menos de un año desde el diagnóstico. En el caso de la asbestosis, aunque se cronifica, a largo plazo el paciente puede precisar de un trasplante e incluso puede causar la muerte por una insuficiencia respiratoria grave.

Latencia de 20 años

El amianto fue empleado durante buena parte del siglo XX para montar tejados y cubrir tuberías y canalones. Estaba considerado uno de los materiales milagrosos porque era barato, incombustible, aislante de calor y del sonido y resistente a la corrosión química y a las torsiones. Pero desde los años 40 se sabía que también era peligroso y en 1977 fue declarado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque todavía se emplea en muchos países del mundo.

Su largo periodo de latencia —los síntomas tardan entre 20 y 40 años en manifestarse— ha retrasado hasta ahora las consecuencias de su exposición. Los expertos calculan que el 100% de los mesoteliomas y entre el 8% y el 15% de los tumores de pulmón están vinculados al amianto, pero advierten de que el pico de enfermos está por llegar. Según la Unión Europea, de aquí a 2030, medio millón de personas morirán en Europa de cáncer por la exposición al amianto.

Según el Departamento de Salud, los ingresos hospitalarios por asbestosis se han disparado un 83% en 10 años (en 2015 se registraron 361 hospitalizaciones de 245 pacientes). Para Tarrés, no obstante, cualquier cifra de afectados se queda corta. El infradiagnóstico es “brutal”. “Hemos rescatado muchas historias clínicas de fallecidos que, al ver de nuevo su caso, te das cuenta de que era una enfermedad por amianto”, apunta el neumólogo.

Las consecuencias del amianto

Latencia Las consecuencias de inhalar las fibras cancerígenas del amianto pueden tardar en manifestarse entre 20 y 40 años.

Tumores La exposición a este mineral causa el 100% de los mesoteliomas y entre el 8% y el 15% de los tumores de pulmón.

Asbestosis  Los ingresos hospitalarios por esta fibrosis pulmonar se han disparado un 83% en 10 años (361 en 2015).

Víctimas pasivas

El problema, asegura el médico, es que no se trata de enfermedades laborales exclusivamente. Hay víctimas pasivas: también los familiares de los empleados de las fábricas o sus vecinos han estado expuestos al amianto. Así, mientras la asbestosis es más común en antiguos trabajadores de la fábrica porque requiere una exposición prolongada al mineral, el mesotelioma precisa de mucha menos dosis inhalada, aunque tarda más en manifestarse. “De los 194 mesoteliomas que teníamos en diciembre de 2015, el 43% no eran laborales. Muchas mujeres de los empleados de la fábrica aspiraban las fibras de amianto al lavar la ropa de trabajo de sus maridos, por ejemplo”, apunta Tarrès. También la exposición por vecindad propició más diagnósticos de mesoteliomas ajenos a los trabajadores de la fábrica de fibrocemento.

Según los datos de los que disponía hace dos años (811 diagnósticos en septiembre de 2014), el 66% de los casos eran de origen laboral. El resto se distribuía entre familiares de trabajadores (13,3%), vecindad (19,4%) y, en menor medida, por exposición ambiental. El infraregistro, no obstante, frustra a los expertos. “Nunca podremos saber cuánta gente afectada hubo realmente”, lamenta el médico.

Tras más de una década investigando la situación del amianto en Cerdanyola, Tarrés también ha mapeado la ubicación de los enfermos detectados. Aunque lo esperable era que la distribución fuese más o menos uniforme en torno a la fábrica, los estudios del neumólogo constataron que, debido a un fenómeno meteorológico (un viento suave del noroeste), el grueso de los diagnósticos se concentra al sureste de donde se ubicaba la fábrica de Uralita.

Tarrés reivindica la necesidad de “hacer un censo, como en Inglaterra o en Italia, del amianto que hay en la ciudad” y desambientar la zona en condiciones. “Hay mucha pasividad en este tema”, lamenta el neumólogo.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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