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La noche de las multitudes

Manu Chao y Kiko Veneno mandaron en la jornada más concurrida de las fiestas

Actuación de Manu Chao en el Fórum.
Actuación de Manu Chao en el Fórum.Carles Ribas

Tras las lluvias de la noche del viernes, las multitudes se echaron a la calle para celebrar a su patrona en una noche del sábado marcada por las multitudes. Pues de multitud hay que calificar al gentío que se acercó al Fórum para ver como Manu Chao volvía a ser profeta en la Mercè, ya su fiesta, espacio que domina siempre que quiere simplemente manteniéndose fiel a sí mismo, haciendo de la entrega física y de la música acelerada por un bombo impenitente su sempiterno santo y seña. De igual manera, en la plaza de la Catedral, Kiko Veneno hizo pequeña la explanada acariciando al respetable con sus guiños populares, sus tiernas historias de pillos entrañables, amores cálidos e inacabables deseos de vivir aunque las cosas se pongan feas, que casi siempre lo han estado para sus personajes. Fueron dos de los destacados conciertos de unas fiestas musicales que atestaron de público hasta no dejar margen a ningún espectador más en la Damm, que al trasladar sus actividades vinculadas al BAM de la calle Rosellón al interior de su fábrica ha movido de espacio el problema sin acabar de solucionarlo del todo.

Pero uno de los instantes más significativos de la noche lo ofreció Cathy Claret en la Catedral, quien al iniciar su concierto se mostró emocionada por estar actuando allí y dijo, ella, nacida francesa pero hija nómada de la vida acogida como una igual por los gitanos barceloneses, “esta noche me siento muy de Barcelona”. Y sí, la ciudad la acogía en cierto modo de forma oficial dejándola explicar por fiestas y en un escenario noble su suave fusión flamenca por medio de canciones que hablan de esperanza, de respeto a lo gitano, mostró su bandera, ella que dijo no ser de banderas, y por extensión de los nómadas y personas que escogen vivir de otra manera. En ese mismo escenario más tarde Kiko Veneno demostró que si bien las sillas que se disponen frente al escenario son un detalle necesario para los más mayores, facilitan el colapso del espacio en conciertos como el suyo. Una multitud se apiñó en los laterales de la zona con sillas para cantar a pleno pulmón “Echo de menos el crujir de tus tostadas/sentir por el pasillo tu gato que araña”. Por cuestiones de volumen quizás no fue la mejor idea usar un grupo de cuerda para hacer temas por otra parte preciosos como “La casa cuartel” o “Dice la gente”, pero al menos quienes previsores lograron silla los pudieron disfrutar sin polución de las conversaciones de los que pugnaban por acercarse para oír los arreglos acústicos. En cualquier caso un exitazo de lo popular y meridional.

A todo esto el cielo se iluminaba con relámpagos lejanos, y hasta dejo caer una tenue lluvia en el Fórum, mientras tras la actuación de la Sra Tomasa, Manu sacudía su multitud sacudiéndose él mismo, gorra calada, camisa roja, micro golpeándole el pecho a la altura del corazón en señal de entrega. Pasa el tiempo y este barcelonés de adopción mantiene la velocidad de un repertorio en el que solo hay una canción que muta hasta convertirse en otras diferentes, que pasaron por el Fòrum como un tifón. Por el contrario, el epicentro del BAM en la dupla Corominas/Àngels propuso una noche más calmada en la que destacó Eska, una cantautora improbable hecha realidad, al tomar los mimbres del folk inglés para con ayuda de un contrabajista y un guitarrista acercarlos a la tradición de una mujer joven y negra que dispone de una voz estupenda. Por su parte Chris Cohen, norteamericano pálido, se ajustó al tópico de la melancolía indie con un cancionero delicadísimo en clave del pop de los sesenta donde brillaron tanto los estribillos como los sorprendentes giros que presentaba cada canción, no sometida al imperio del puente-estribillo-puente. La música bailable occidental de Balogi y sus raíces africanas y el perfume del desierto de Imarhan pusieron la nota en el Moll de la Fusta, un espacio no masificado en una noche de multitudes.

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