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La Diada afronta su celebración más abierta y dividida

Podem acudirá a la manifestación pero se distancia del independentismo con un acto propio Societat Civil Catalana defiende el bilingüismo en un acto con Eduardo Mendoza

El escritor Eduardo Mendoza, junto a Nuria Plaza y Rafael Arenas, de Societat Civil Catalana, ayer.Vídeo: Massimiliano Minocri / EL PAÍS

La organización independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC) afrontaba en julio la Diada del próximo domingo con el temor de no lograr el éxito de participación de los últimos años. El apoyo de Barcelona en Comú a la manifestación secesionista hace que este acto sea el que cubra mayor espectro político desde que se empezó a celebrar en 2012. Pero también será el 11 de septiembre más dividido si se atiende a los actos convocados por Podem para hoy y el domingo.

La confluencia de izquierdas, que claramente apuesta por el derecho a decidir—derecho de autodeterminación— pero no por el independentismo, celebrará el domingo por la mañana un acto denominado “por un catalanismo popular” con la presencia solo de formaciones de izquierdas, excluido también el PSC. Es su fórmula para asumir su presencia en la multitudinaria manifestación secesionista y, a la vez, diferenciarse del grueso de fuerzas independentistas. Iniciativa per Catalunya, uno de los partidos integrantes de En Comú Podem, se niega a participar en los actos convocados por la ANC al considerar que supone abrazar el programa de gobierno de Junts pel Sí.

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Jordi Sánchez ha afirmado este mediodía que lo razonable sería que los políticos concreten el desenlace del proceso soberanista en “dos o tres meses”. “Queremos concreción sobre los pasos. En dos meses se habrá acabado el debate parlamentario. No salimos a la calle para defender una tramitación parlamentaria una cuestión de confianza o unos Presupuestos. Es por un proyecto de ilusión colectiva”, ha señalado. “Ha llegado el momento de hacer una propuesta”.

Pese al rechazo de uno de los socios, la confluencia de izquierdas tendrá una presencia destacada en la gran manifestación del domingo, que tiene la pretensión de convertirse en un escaparate internacional del proceso político catalán. Irán el secretario general de Podem, Albano Dante Fachin; su máximo representante en el Congreso, Xavier Domènech; y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. La regidora dijo ayer que “Cataluña es un pueblo que quiere recuperar su derecho a decidir libremente el propio futuro”.

El protagonismo de Podem empezará hoy con un acto en Sant Boi para conmemorar los 40 años de la primera manifestación catalanista tras el Franquismo. Lo hará en un acto organizado por su agrupación local, que se ha limitado a invitar a la CUP, que acudirá con Anna Gabriel, y a ERC, que envía a Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat.

El domingo, con su presencia en la manifestación independentista de Barcelona, Colau no romperá ninguna tradición como alcaldesa. Lo hizo su antecesor, Xavier Trias. Quien sí rompe una tradición es el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que ha enterrado el ejemplo de Artur Mas —quien siempre evitó asistir aduciendo a su cargo institucional— e irá al acto de Salt (Girona).

Ese anuncio de Puigdemont fue criticado por Ciudadanos y el PP. La líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, le acusó: “Ni siquiera el día de Cataluña el presidente quiere ser el presidente de todos los catalanes”. El popular Xavier García Albiol señaló que “comete un grave error”.

Puigdemont inició ayer los actos de la Diada con la entrega póstuma de la medalla de oro de la Generalitat a Muriel Casals, quien fue presidenta de Òmnium y diputada de Junts pel Sí, fallecida el pasado febrero. El presidente catalán dijo que será “fiel al compromiso” de Casals de llevar a Cataluña a la independencia.

Si Puigdemont intentará animar la movilización en Girona, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, lo hará en Tarragona. Ella es una de las protagonistas del choque entre el Tribunal Constitucional y el Parlamento catalán —por permitir este la votación de la resolución que abre la puerta a una vía “unilateral” hacia la independencia—, un caso que ha sido reivindicado por el independentismo como un motivo para llenar las calles el domingo. De la misma forma ha reclamado ese apoyo el Partit Demòcrata Català tras la negativa del Ministerio del Interior para inscribirlo como partido.

Societat Civil Catalana celebró ayer su tradicional acto académico con motivo del 11 de Septiembre, que dedicó en esta edición a la defensa del bilingüismo. El colectivo, que desistió hace años de contraprogramar una manifestación en la Diada, concibió la sesión para reivindicar la igualdad de los dos idiomas y para denunciar el “bilingüismo funcional” al que a su juicio aspiran los nacionalistas. “Quieren el monolingüismo y que de castellano se tenga solo un dominio excelente como lengua extranjera”, afirmó su vicepresidente, Joaquim Coll.

La entidad congregó a unas 400 personas en la Universidad de Barcelona. El ponente estrella fue Eduardo Mendoza, que quiso dejar constancia de que el bilingüismo en Cataluña es un hecho natural. Sin entrar a desgarrar el sistema de inmersión, el novelista evocó que él mismo defendió el catalán durante la dictadura. Tras afirmar que es “traumático” forzar a los ciudadanos a utilizar lenguas que no son las suyas, Mendoza abogó por un “equilibrio enriquecedor”. “Estamos en una situación de difícil arreglo. Hay que evitar que haya abusos e imposiciones de poderes públicos de uno y otro lado. No hay que atentar contra las libertades individuales”, afirmó.

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