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Puigdemont aplaza la negociación de la cuestión de confianza con la CUP

El Gobierno prefiere que los anticapitalistas culminen la renovación de su secretariado antes de discutir nada

Àngels Piñol
Carles Puigdemont interviente en el Parlament.
Carles Puigdemont interviente en el Parlament.ANDREU DALMAU / EFE

Carles Puigdemont ha decidido aplazar a después de las vacaciones la negociación con la CUP para abordar el debate de la cuestión de confianza que se celebrará el 28 de septiembre. La decisión del president ha sorprendido a los anticapitalistas que estaban convencidos de que la entrevista iba a ser esta semana. La formación asamblearia está inmersa en la renovación de su secretariado y el Gobierno ha preferido que lo cierren antes de negociar nada. La CUP quería entregar al president el documento Enfilem-nos, en el que exige un referéndum unilateral el primer semestre de 2017. Marta Pascal, coordinadora del Partit Demòcrata Català, avisó que carece de sentido abordar la consulta si no ofrecen estabilidad y se acuerdan unos Presupuestos para 2017.

La cita se celebrará probablemente a partir del día 30 cuando se reanude la actividad política y el Gobierno celebre su primer Consell Executiu tras las vacaciones. Neus Munté, portavoz del Gobierno, ya evitó confirmar el martes que la reunión iba a ser inminente y recordó que el Ejecutivo quería entrevistarse con todas las fuerzas políticas para encarar la cuestión de confianza, en un claro gesto para diluir el protagonismo de la CUP. Los anticapitalistas renuevan su secretariado este fin de semana con una lista de consenso con la que esperan cerrar su crisis interna. Y Junts pel Sí quiere aguardar a que haya una dirección antes de negociar.

El desenlace de la cuestión de confianza es crucial porque Puigdemont ya avanzó que si no la supera convocará elecciones, que serían las terceras en tres años (2012, 2015 y 2016). La negociación se centrará en si el debate se liga o no a los Presupuestos. La CUP fija la prioridad en el referéndum mientras Junts pel Sí quiere ir más allá. En declaraciones al 3/24, Pascal se cuestionó la “viabilidad” del proceso si no se pueden aplicar “políticas públicas”. Su objetivo es que la CUP dé estabilidad al Ejecutivo respaldando las cuentas y no revocándolas como las de 2016. “Las dos cosas van absolutamente juntas”, insistió.

Reconciliación complicada

La aprobación de las conclusiones del proceso constituyente, que establecen el mecanismo unilateral sobre cómo desencallar el proceso sin el permiso del Estado, han destensado las gélidas relaciones entre Junts pel Sí y la CUP. Pero no han disipado los enormes recelos que despiertan los anticapitalistas en la fuerza mayoritaria después del “no” de los cupaires a los Presupuestos. Su decisión, que desencadenó la cuestión de confianza, ha fijado una complicadísima vuelta a la conciliación.

Desde entonces, todos los gestos que ha hecho la CUP han recibido una respuesta fulminante desde Presidencia. Los anticapitalistas pidieron el 30 de junio a Puigdemont que convocara una cumbre para abordar el referéndum unilateral o el instrumento que quisiera. Fuentes del Gobierno replicaron que no estaba en condiciones de pedir nada quien había vetado las cuentas y roto el pacto de investidura. El toma y daca se repitió este fin de semana: el diputado Benet Salellas señaló que, para votar a Puigdemont, exigirán el referéndum para 2017. El president replicó horas después que antes de poner condiciones, muestren su “lealtad al pueblo de Cataluña” por encima de su asamblea de la misma forma que él, antes de buscar otros aliados, optó por someterse a la confianza del Parlament. Fuentes de la CUP recalcaron que no se trata de condiciones sino de cumplir el mandato del 9-N.

Con todo, los anticapitalistas aguardaban a que fuera esta semana la cita que habían pedido tanto en público —el 20 de julio— como en privado. El Gobierno le confirmó que sería este mes. En todo caso, la CUP ha realizado guiños hacia su pacificación. Sus militantes votan estos días al secretariado, al que aspira una lista consensuada y liderada por el exdiputado Quim Arrufat. No figuran en ella miembros de las dos facciones enfrentadas: Endavant!, que prioriza el anticapitalismo sobre la secesión, y Poble Lliure, que es a la inversa. Lo que está claro es que la CUP no someterá a ninguna asamblea su voto sobre la confianza para no reproducir la traumática división que vivió por su voto para investir a Mas.

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