Doble rescate de José María Nunes
Arts Santa Mònica reivindica al cineasta y pensador portugués, miembro de la Escuela de Barcelona
“Ante cierto estancamiento narrativo del cine, no solo hegemónico, hay que rescatar a José María Nunes como cineasta y como pensador e incorporarlo a los relatos historiográficos del arte catalán”. Lo asegura el crítico Joan Maria Minguet Battlori, comisario de la muestra, Nunes. Más allá del tiempo, abierta en el centro Arts Santa Mònica hasta el 2 de octubre. La muestra reivindica la obra de Nunes (Faro, Portugal, 1930 - Barcelona, 2010), autor disidente, crítico, audaz, transgresor y políticamente comprometido, que formó parte de la Escuela de Barcelona. Tras recordar los primeros tímidos pasos en la reivindicación de Nunes por Valentín Roma (que le incluyó en la única presentación de la colección que firmó como conservador jefe del Macba) y también en la muestra del MNAC sobre el arte en Cataluña entre 1950 y 1977, Minguet se centra en el reto de trasladar la filmografía de Nunes, —14 películas (hizo dos más de las que no estaba del todo satisfecho, no incluidas)— a un centro de arte. “La obra de Nunes permite una aproximación inédita, porque él no trabajaba sobre el argumento y las vicisitudes de sus personajes son anecdóticas: solo sirven para comunicar sus ideas sobre la amistad, la libertad, la incomprensión, la soledad, el suicidio y la rebelión”, explica Minguet, quien ha mezclado diversos fragmentos de los filmes de Nunes en ocho proyecciones, rodeadas de fotos de los rodajes, que dan una perspectiva global de él.
“No es que me guste, pero tengo conciencia de clase”, solía asegurar Nunes, que, a diferencia de los demás integrantes de la Escuela de Barcelona, no procedía de un ambiente burgués acomodado, sino que había llegado con 16 años como emigrante de Portugal, instalándose en las barracas de Montjuïc. “Esta muestra reivindica también el Nunes pensador y su anarquismo, frente a la criminalización constante de este movimiento”, afirma Minguet, indicando que Nunes representa la tradición anárquica catalana que ya quiso recoger en la muestra Barcelona zona neutral (1914-1918), para la Fundación Miró. “Aunque hubo anarquistas que cometieron delitos, delitos que la derecha cometió y aún comete, la historia ha puesto el anarquismo en el bando de los malos, cuando fue de lo mejor que tuvimos”, subraya Minguet, que ha salpicado el recorrido de frases de Nunes; en una, se lee: “La gran posibilidad de este país es el anarquismo”.
“Cuando entro siento a mi padre en mi piel y por todas partes”, asegura su hija Virginia Nunes, que ha prestado los materiales, algunos inéditos. Una sección está dedicada a Sexperiencias, de 1968, en la que su voz en off lee las noticias más destacadas de aquel año extraordinario. Al final, Minguet se permite un guiño fetichista con una vitrina que contiene el despertador que se usó en Mañana…, el tampón de Iconockaut y la última de las botellas que se editaron para Noche de vino tinto. “Nunca claudicó: mantuvo hasta el final su compromiso estético, ético y político. Esto no es arqueología: Nunes y su obra están más vivos que nunca”, defiende Minguet.
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