Alabama Shakes sacuden al Cruïlla con una actuación memorable
La banda de Brittany Howard fue el principio, el final y el sentido de toda una jornada
Fue asombroso por inusual, por intenso, por verdadero y por la enorme carga emocional y de tradición tuvo. Fue probablemente el mejor concierto que se ha visto recientemente en festival en Barcelona y a la vez fue el concierto menos festivalero visto jamás, el que más implicación exigía del espectador, el que menos recursos resultones ofrecía, el que proponía y exigía un respeto al tiempo pausado de canciones que llegan de muy lejos, de la tradición misma. Alabama Shakes deslumbraron en la segunda jornada del Cruïlla haciendo palidecer a las demás actuaciones y significando al certamen como espacio donde se pueden dar estos milagros, muy vinculados a que en este festival los conciertos duran hora y media, tiempo suficiente para crear el ambiente y la dinámica propios de una actuación no limitada a una hora. Desde hoy mismo se puede afirmar que durante tiempo se recordará en los mentideros quien estuvo ante Alabama Shakes en el Cruïlla.
Como las sirenas aturdían a los marineros con sus cantos, la voz y la guitarra de Brittany Howard, una pre-matrona de Alabama de 28 añitos, con un vestido que podía haber sido de su madre, fueron tejiendo un cancionero de similares efectos. A nada que se venciese el ruido de las conversaciones y la barahúnda propia de un festival, el grupo imponía una lógica de concierto de sala a base de canciones lentas que apelaban al sentimiento mediante canciones imprevisibles, con finales a traición que llegaban de manera inopinada, armonías inusuales aun siendo música tradicional, soul, rhythm anb blues, funk de toda la vida, rock, gumbo musical con Nueva Orleans en el pantano del alma. Caray, como iban creciendo las canciones, caray que sensualidad sin alharacas, sobria y huesuda pero a la vez dúctil, sutil y femenina, caray qué retrogusto místico y religioso de añejo góspel tenían los coros, cómo tocaba la guitarra Brittany, con un estilo salido de las tripas, mecido en la cuna desde cría como música de familia, a la postre lo que tocan Alabama Shakes, mucho más que un simple grupo de revival para solaz de la modernidad.
Con Howard y su concierto se acabó el festival, resultaba imposible adaptarse a otra realidad, sacudirse la impresión para pasar a otra cosa. Sin ir más lejos, la música de Alabama Shakes es más vieja que la de Robert Plant, pero pareció mucho más vibrante y contemporánea. Plant, luciendo inmoderadamente la longevidad de su melena, que le hacía parecer un Luis XIV apergaminado, despachó Black Dog en una versión Pacto de Toledo que a las primeras de cambio mató su actuación, tristísima e incapaz de orquestar el “efecto pureta” al que aspiraba la organización.
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