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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Reinterpretar monumentos franquistas

El franquismo de baja intensidad ha pervivido gracias a una indulgente transición. Y ciertos virus derechistas han resistido incluso en superficies supuestamente independentistas

Francesc Valls

Los 26 metros que asoma sobre el Ebro el monumento franquista de Tortosa no son los 101 de altura de la cúpula de San Isaac de Dalmacia en San Petersburgo. Para construir la catedral en cuestión, en el siglo XIX, no se reparó en gastos: unos 100 kilos de oro recubrieron la cúpula de casi 22 metros de diámetro. Pero llegó la revolución. Un enorme Espíritu Santo en su habitual y común forma de paloma fue sustituido por un gigantesco péndulo de Foucault. Con esta curiosa victoria de Galileo —nada menos que en el Leningrado de los sin Dios—-, las autoridades comunistas pretendieron mostrar que la ciencia daba explicaciones allí donde la religión ofrecía superstición.

Claro que el edificio nunca dejó de ser San Isaac, ni incluso cuando su cúpula dorada se tiñó de gris para evitar las bombas durante los más de dos años de salvaje cerco por los ejércitos de la Whermachtt. La reinterpretación que los soviéticos pretendieron dar al inmueble fue un fracaso. Una catedral siempre es una catedral y un monumento fascista es siempre un monumento fascista. No hay pretendidas “reinterpretaciones” que valgan si son diametralmente opuestas al motivo para el que el objeto fue creado.

Este es el dilema que se plantea con el monumento para conmemorar la victoria franquista que se erige en mitad del Ebro a su paso por Tortosa e inaugurado en 1966 con motivo de los 25 años de paz franquista (1964). El caso es que ya el pasado mes de marzo el Parlament decidió por 43 votos a favor, 42 en contra y 46 abstenciones demoler el recordatorio. La votación dividió a Junts pel Sí: contó con la oposición de Convergència y el PP, la abstención de ERC i Ciutadans y el voto favorable de PSC, Catalunya sí que es Pot y la CUP. Pero el monumento no se tocó. Y continuará ahí, porque una parte de la población de Tortosa decidió el pasado fin de semana mantener el monolito en pie. En total, el 68% de los votos emitidos por el tercio de ciudadanos que se acercó a las urnas.

En el fondo, Convergència siempre ha sido indulgente con cierta tradición. Ya en 2010, CiU se alió con el PP para tumbar una petición que pretendía retirar el monumento. El año pasado impidió la celebración de la consulta con la ayuda de populares y la xenófoba Plataforma per Catalunya. Finalmente, ante las exigencias de su nuevo socio, Esquerra Republicana, acabó dando luz verde al referéndum.

Ferran Bel, alcalde y cabeza de lista de CDC por Tarragona en las generales, es partidario de “reinterpretar” el monumento franquista y asegura estar harto de que le acusen de filofranquista. Lo cierto es que la decisión tomada por Tortosa choca con la Ley de la Memoria Histórica. Esta misma semana, un abogado madrileño, Eduardo Ranz, se ha encargado de llevar ante los tribunales la decisión municipal. Es como si el franquismo de baja intensidad hubiera sobrevivido los últimos 40 años gracias a las indulgencias que administró la transición. Y eso ha comportado que ciertos virus derechistas pervivan incluso en superficies supuestamente independentistas. De hecho, el nacionalismo conservador se alimentó de algunos franquistas conversos a la democracia.

Los hechos son testarudos. Como la homilía del obispo Manuel Moll ante un Franco que entró aquel 21 de junio de1966 bajo palio en la catedral del Tortosa: “Este es el monumento que hemos levantado con un propósito de homenaje a vos, a vuestro ejército (…) La provincia de Tarragona, centrada hoy en Tortosa, siente el gozo de haber puesto en aguas de su gran río, que es también cauce de unidad española, una cátedra que ha de pregonar estos sentimientos, esta fidelidad a vuestro mandato y a la memoria de quienes, hallando gloria en la batalla del Ebro, abrieron los caminos de unidad, de grandeza y de libertad de esta España que bajo vuestra guía vive en paz”.

Mucho trabajo para reinterpretar.

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