El edil que irrita a la ‘Urbana’
Jaume Asens ha denunciado, como penalista, los abusos de la policía, que le sigue viendo como un personaje hostil
El día en que Ada Colau fue investida alcaldesa, en junio del año pasado, en medio del ambiente de euforia entre los ediles de Barcelona en Comú, llamó la atención la expresión del concejal Jaume Asens (Barcelona, 1972). Conocido abogado penalista, defensor de los movimientos sociales, su cara era un poema. Parecía enfermo. De hecho, se puso enfermo. Además, acababa de perder a su padre durante la campaña. Con trayectorias paralelas en el activismo de base —fueron pareja y ahora son amigos—, Colau convenció a Asens para ir en la lista. Aceptó. No pensaba que la candidatura ganara. Se imaginaba en la oposición, con dedicación parcial al Ayuntamiento, compartiéndola con su despacho. La victoria le supuso dedicación plena. Y, también, cerrar el bufete tras 20 años de carrera. Repite que ha sido un sacrificio y duda de que vuelva a ejercer como letrado.
La angustia de los primeros meses se suavizó: fue designado tercer teniente de alcalde de Ciudadanía, Participación y Transparencia y concejal de Sants-Montjuïc, el distrito de la patata caliente de Can Vies y que con el nuevo reparto de poderes ahora corresponde al PSC. Día a día, el trabajo le convenció: fichó a Joan Llinares —quien destapó las irregularidades del Palau de la Música— y entre ambos crearon la oficina de buenas prácticas y un buzón para denunciar corruptelas en el Ayuntamiento. Su perfil mediático había sido bajo. Hasta hace una semana, cuando este diario reveló las presiones a una letrada de la Guardia Urbana para que no solicitara el ingreso en prisión de un mantero que había agredido a un agente. Asens justificó la llamada diciendo que era una gestión “de abogado a abogado”, una confusión que tiene sentido (ambas partes se han encontrado, como contrarios, en varios pleitos), pero que ilustra cómo aún no ha sabido quitarse del todo la toga.
La llamada telefónica le costó críticas severas de la Guardia Urbana, lo mismo mandos que agentes rasos. La reacción no ha sido una sorpresa. Asens no es precisamente un ídolo entre los cuerpos de seguridad. Durante años, ha estado en la trinchera de enfrente. Y los policías creen que, en cierto modo, sigue allí. La trayectoria de Asens como penalista ha ahondado en la lucha contra la corupción —casos Bárcenas y Pujol— pero admite que es conocido, sobre todo, por su denuncia de los abusos policiales. Y, en paralelo, por su defensa de activistas, okupas, o aquéllos a quienes considera “vícimas” del sistema, lo cual vale también para acusados de narcotráfico.
Asens es el más próximo al proceso soberanista de los concejales de Colau. También es de los más recelosos con el pacto con el PSC
Asens es miembro de la Comisión de Defensa del Colegio de Abogados de Barcelona, donde se ha relacionado con los letrados más progresistas. Fue abogado de la FAVB, ha colaborado con el Observatorio Desc y también con el Legal Team, que asistió a activistas en las protestas antiglobalización. Ese currículum pesó en el incidente de la semana pasada, del que salió airoso: pese a las peticiones de la Guardia Urbana de investigar a fondo el caso, ha logrado firmar la paz con el despacho de abogados que defiende a los agentes.
El concejal estuvo desde el minuto uno en la candidatura que lideró Colau. Cumplía un papel de bisagra, porque tiene triple sombrero: es del pinyol, pero también de Podemos —responsable estatal de Derechos Humanos— y de Procés Constituent. Con todo, sobre él siempre pesa el rumor de que se marchará del Ayuntamiento. Le hubiese gustado, pero no lo hizo para ir a las listas del 20-D. Su salida se hubiera interpretado como una crisis en el gobierno de Colau. El runrún ha vuelto ahora, en vísperas del 26-J. De nuevo, no se marcha. No lo descarta si hay autonómicas en breve.
Con referentes como Francesc Layret o Salvador Seguí, Asens es el más próximo al proceso soberanista de los concejales de Colau. También es de los más recelosos con el pacto con el PSC. Aunque ha acatado la decisión de Colau, que le ha respaldado en la crisis de la Urbana pese a los equilibrios internos para no disgustar a los mandos. Meticuloso y buen estratega, Asens intenta abstraerse de la situación viendo series. Como Borgen, la ficción sobre una mujer que llega a primera ministra de Dinamarca, que le ha dado “claves” útiles para la práctica de la política a la que, un año después, intenta acomodarse.
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