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Alumnos LGTB: un plan para que sepan que no son únicos ni extraños

Un programa sensibiliza a estudiantes, padres y profesores sobre la 'LGTBfobia' en el aula

Alumnos en un colegio valenciano.
Alumnos en un colegio valenciano.MÒNICA TORRES
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“Empecé a sufrir agresiones en el colegio cuando tenía nueve años. Me pegaban puñetazos, patadas… Me esperaban en el cuarto de baño, me daban palizas, me metían la cabeza en el váter… Una vez me rompieron la muñeca. Me gritaban maricón y sidoso”. Quien relata este infierno es Paco Tapia, un chaval que guarda un recuerdo amargo de su paso por el colegio de Paterna donde estudió. Ahora tiene 19 años y se atreve a romper el silencio, pero durante años sufrió el acoso de sus compañeros, y de algún profesor, por el hecho de ser gay.

“En casa no podía contarlo. Mi padre se avergonzaba de mí por ser afeminado. Él también me insultaba. Entre los profesores tampoco encontré mucho apoyo. Recuerdo que cuando gané un concurso de redacción, la directora se burló de mí delante de todos diciendo que yo siempre había tenido buena pluma. Cuando aprobé el selectivo con sobresaliente, me felicitó. Dijo que se alegraba a pesar de mi estilo de vida reprobable, grotesco y repugnante". Pablo cuenta sus experiencias atroces entre risas y con mucha entereza, pero la crispación en su gesto delata que no lo está pasando bien. Recordar aquello no es agradable. Lo hace porque así quiere ayudar a otros niños para que no sufran el calvario que él pasó.

Cuando salió del instituto, Pablo estudió un grado técnico de Integración Social y ahora es voluntario de Lambda, un colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) de Valencia donde ha conocido a otros jóvenes que enfrentaron experiencias similares. Allí, cada viernes se reúne un grupo de adolescentes LGTB. Lo que él vivió entre los nueve y los 14 años lo padecen cada día centenares de niños y niñas en los colegios de la Comunidad Valenciana.

“Me dieron una paliza en el baño mientras me gritaban maricón. Me rompieron la nariz y acabé en el hospital”. “Me tiró al suelo de un puñetazo y empezó a darme patadas por abrazar a una chica. Me llamó boyera de mierda”. “Me insultan todos los días. Me tratan como a un bicho raro por ser una chica encerrada en un cuerpo de chico”. Estos son solo algunos testimonios de los jóvenes de 16 y 17 años que asisten a estas reuniones. Han dado un paso al frente y han salido del armario para buscar ayuda en Lambda, pero otros muchos siguen sufriendo en silencio el acoso de sus compañeros.

Datos preocupantes

Según un estudio que realiza este colectivo (el primero respecto a la LGTBfobia en las aulas en la Comunidad Valenciana), la situación es alarmante. El informe analizará 1.053 encuestas realizadas a alumnos de entre 13 y 18 años, y los datos se harán públicos en septiembre, pero Lambda ya avanza algunos: el 42% de los alumnos valencianos ha presenciado alguna vez algún tipo de discriminación hacia un compañero homosexual. Uno de cada cuatro ha sido testigo de agresiones. Y lo que es más grave, el 10% del profesorado no actúa ante una situación de acoso por homofobia.

Bibliotecas de Colores

Junto con el Plan Diversia, la Consejería de Educación, en colaboración con Lambda, ha puesto en marcha la campaña Bibliotecas de Colores, una guía de publicaciones sobre familias homoparentales, la transexualidad o los estereotipos de la orientación sexual destinados a alumnos de infantil, primaria, secundaria y bachillerato con la idea de que se encuentren en las bibliotecas de los centros educativos para hacerlos inclusivos.

Las cosas no han mejorado mucho desde que en 2014 una resolución del Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo), José Cholbi, afirmara que los centros educativos valencianos no son seguros para los homosexuales.

Para combatir esta realidad, el colectivo Lambda, en colaboración con la Diputación de Valencia, ha puesto en marcha Diversia, un plan integral de formación sobre la identidad de género que incluye cursos para profesionales de la enseñanza y talleres de sensibilización del alumnado en los institutos o de orientación para las familias. Además, recomienda herramientas y materiales que favorecen la diversidad en las aulas.

“El acoso escolar de carácter homófobo es muy específico, por eso requiere de actuaciones diferenciadas”, explica Fran Fernández, profesor de secundaria y responsable del plan Diversia. “Muchas veces la víctima percibe el acoso como algo merecido, por el propio concepto negativo que tiene él mismo de su propia identidad sexual”. En las charlas que imparte por institutos de toda la geografía valenciana, Fran ha conocido estudiantes LGTB que piensan recurrentemente en el suicidio o que se autolesionan. Además, recuerda que la mitad de los alumnos no heterosexuales sufre acoso, muchos de ellos han pensado en suicidarse y dos de cada cinco alumnos acosados nunca han recibido ayuda en el centro educativo. “En las aulas es más fácil ser negro, gitano o discapacitado que ser gay. La discriminación hacia los primeros está muy perseguida y se reprime rápidamente, pero a menudo la homofobia se silencia. Muchas veces los mismos estudiantes LGTB que padecen agresiones lo ocultan porque denunciarlas implicaría reconocer lo que son. Además, temen el propio rechazo de la familia. El silencio es una doble condena”.

Prevenir agresiones

En las charlas del plan Diversia no se incide tanto en las víctimas o en los acosadores como en los espectadores pasivos. Intenta que la homofobia no se normalice, que los padres, los alumnos y también los profesores sepan cómo detectar actitudes homófobas de baja intensidad y puedan prevenir agresiones mayores.

“La mayoría de los colegios donde intervenimos son públicos y laicos. En los colegios privados, sobre todo los religiosos, son más reticentes. Las declaraciones homofóbicas hechas públicas por la jerarquía eclesiástica tampoco ayudan mucho”, afirma Fran.

El plan Diversia también incide en una problemática minoritaria y silenciada: la discriminación entre el profesorado. Pedro, un profesor de valenciano que trabaja en centros privados, cuenta que él oculta su homosexualidad porque en algunos colegios no quieren contratar profesores gais. “Hay equipos directivos que confunden gay con pederasta y piensan que puedes abusar de los menores. Tuve que dejar el último colegio donde trabajé porque el ambiente se me hizo irrespirable cuando descubrieron que era homosexual. Mis propios compañeros me hicieron el vacío. Nunca me dejaron ir a ningún viaje de curso con mis alumnos”.

Entre los mayores problemas de los adolescentes LGTB se cuentan el aislamiento y la falta de referentes. No les vale saber que Oscar Wilde o Françoise Sagan eran homosexuales. Ahora manda Hollywood y necesitan conocer que Ian McKellen, de El señor de los anillos, o Ellen Page, la actriz de X-Men, lo son. Necesitan entender que no son los únicos, que no son extraños. Necesitan saber que no hay nada malo en ser lesbiana, gay, bisexual o transexual. Necesitan saberlo ellos, sus padres, sus profesores y sus compañeros. Esa es la misión del plan Diversia.

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