Más PIB y más pobres
Estamos cimentando la pobreza infinita. Pero hay datos positivos; el PIB creció y se repartió: hubo ejecutivos del Ibex con un aumento salarial del 300%
En los hogares de los derrotados republicanos de la posguerra se esperó durante años a la muerte de Franco o a la inminente intervención de las potencias democráticas para restaurar las libertades. La aventura del maquis que debía echar al Caudillo nunca pasó del Vall d'Aran, allá por 1944 con la operación Reconquista. El dictador, no obstante, murió plácidamente en la cama después de 40 años de mando y ordeno. El maquis tuvo que esperar años para recibir el reconocimiento de los gobiernos catalanes o españoles, siempre cicateros con la tradición republicana. El último ejemplo fue la paupérrima representación oficial en el memorial del campo de Rivesaltes, 76 años después de su puesta en funcionamiento. Por él pasaron más de 20.000 españoles, 8.000 acabaron en campos de exterminio nazis. De la actitud de los gobiernos democráticos occidentales con el franquismo, mejor no hablar. La historia no es divertida y los buenos pierden casi siempre. La experiencia muestra que no hay que esperar a documentar la positio super miraculo,sino actuar en la medida de las posibilidades de cada uno.
En la Cataluña del siglo XXI, nadie espera vanamente a que el maquis o la intercesión divina le saquen las castañas del fuego. Las potencias democráticas siguen como siempre, gracias. De su estado comatoso es exponente el trato que dispensan a los refugiados, y la implacable asimetría que aplican a Grecia o Gran Bretaña. Con las herramientas disponibles, por herrumbrosas que estén, hay pues que arremangarse y ponerse a trabajar. Este año, en el debate sobre la pobreza, que el miércoles y el jueves se celebró en el Parlament, se han dado pasos adelante: se ha dejado hablar a las entidades a las que el año pasado CiU y ERC vetaron y el tono más constructivo de las fuerzas políticas ha cambiado respecto al de 2014. Una cuarentena de propuestas de resolución se han aprobado. Pero lo tangible ya es harina de otro costal: lo que no se fía a la independencia que nos convertirá en la Holanda del sur, se deja para los presupuestos de 2016 que llegarán seguramente en mayo, el mes de María.
Solo 30 millones de los 270 del plan de choque contra la pobreza a que se compromete el pacto de investidura entre Junts pel Sí y la CUP tienen asignación presupuestaria. Y eso teniendo en cuenta que convergentes, republicanos y cuperos pactaron con criterio de “realismo”, según se enfatizó desde el nacionalismo hegemónico. Todas las partidas del plan de choque se fían a la presentación de las cuentas de la Generalitat. El president Puigdemont sitúa en la independencia la solución estructural al problema de la pobreza. La CUP prefiere tener como puerto el fin del capitalismo. De las 10 propuestas de resolución parlamentarias presentadas por Junts pel Sí y aprobadas por el pleno solo tres escapan a las cuentas para 2016. El elemento positivo: una partida extra (en grado de compromiso) de 12 millones para becas comedor. ¿Y mientras tanto qué? ¿Hay socialdemocracia ahí fuera? De momento, una comisión de seguimiento cada dos meses dará cuenta de la aplicación de esas partidas. Es de esperar que esa comisión corra mejor suerte que los informes del consejo asesor de Artur Mas en la lucha contra la pobreza: los documentos apenas aparecían en la web de la Generalitat.
La política debe contribuir a hallar soluciones para la población, que es a quien debe dirigirse. El descenso de salarios en los nuevos contratos 2013 fue del 40%, sueldos que no permiten superar el umbral de la pobreza. El patrimonio de la persona más rica de Cataluña equivale a la renta anual de 150.000 familias. En el número de personas que quizás nunca encontraran trabajo y en cuyo domicilio no entra ni un ingreso, España va, codo con codo, con Letonia. Somos los reyes del gap social. Teresa Crespo, presidenta de las entidades del tercer Sector, desgranó todos estos datos en su intervención ante la Cámara Catalana y lanzó una angustiosa pregunta: “¿Qué futuro construimos?” Pues, estamos cimentado las bases de la pobreza infinita. Una población que será pobre porque su historial laboral es pobre, salpicado de contratos de horas, días, semanas, meses, lo que dará paso a unas pensiones que no permitirán vivir dignamente.
De momento, las dosis de realismo solo sirven para consagrar techos de déficit, solo superables en caso de “catástrofe natural”, dentro de una reforma de la Constitución que establece que cuando hay dinero se debe pagar deuda (acuerdo PP-PSOE).<TB>O para aprobar una reforma laboral que precariza salarios y trabajo (votos PP-CiU). Tanto realismo no nos permite tomar en serio la pobreza. ¿Debemos esperar el milagro de la independencia para que muchos ciudadanos puedan vivir con dignidad?
El PIB creció en 2015 un 3,2%, la mayor subida desde el inicio de la crisis. El 80% de los ejecutivos del Ibex 35 incrementó su sueldo en 2015. Ha habido aumentos, merecidos sin duda, que han llegado al 300%. ¡Hay que ser realistas y competitivos!
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