Hedor de Colonia
Los ataques machistas coordinados de Nochevieja se perpetraron en cinco países europeos. 766 mujeres han presentado denuncia. Policía y gobiernos callan todavía
Que esto iba en serio, las mujeres lo sabemos: la libertad es cara. Unas cuantas de nosotras mueren cada año a manos de sus hombres. Otras son insultadas públicamente, en redes sociales y bares, por ser visibles y decisivas en instituciones y organizaciones políticas. Y ahora, ataques machistas masivos. Flash: cerca de un millar de hombres se congregaron en Nochevieja ante la estación de tren de Colonia para atacar sexualmente o robar —o las dos cosas a la vez, que la policía aún no lo sabe— a centenares de mujeres que andaban por allí de fiesta. No solo en Colonia. Los ataques se perpetraron en diez ciudades europeas a la vez y duraron varias horas.
766 mujeres han presentado denuncia, la mitad por ataques sexuales. Son cifras solo de Colonia. Además de en otras ciudades alemanas, Hamburgo una de ellas, el asalto masivo sucedía también en Austria, Suiza, Suecia y Finlandia. Está todavía (¡!) por concretar esta geografía machista. Ni cifras precisas ni descripciones concretas de hechos y lugares. En cinco países de la Europa rica que persiste en verse a sí misma como la más civilizada de las Europas habidas y por haber. ¿Fueron los ataques uno solo, coordinado?
Mujeres libres en una noche de fiesta. En el espacio público, un lugar concurrido y seguro, la estación de ferrocarril, que para los alemanes es el lugar de encuentro por antonomasia, reflexiona el historiador y periodista Nils Minkmar en un artículo en Le Monde en el que da cuenta de la perplejidad alemana ante el derrumbe de sus dos fetiches urbanos, la policía y la estación. Situada en frente de la catedral de Colonia, icono del oeste alemán, la estación era hasta el 31 de diciembre “un lugar donde se está en sociedad: los padres no dudaban en proponerlo a sus hijos jóvenes para esperarlos o como punto de encuentro con sus amigos”. Ha sucedido en “una de las ciudades más liberales y cosmopolitas, cuya sociedad civil es a la vez diversa y sólida”.
“¿En la ciudad del periodista y escritor Günter Wallraff (que hace años dio cuenta de la vida de los turco-alemanes) y de la feminista Alice Schwarzer (relevante polemista y fundadora-directora de la revista Emma), una ciudad tan próspera como comprometida? ¿En la que desde la antigüedad las gentes llegan de todas partes para establecerse, y donde existe desde larga fecha una burguesía de origen turco?”, se interroga el historiador. “Y, encima, la policía fracasa, y bastante trágicamente, no solo en su misión de protección de los ciudadanos, sino también en otra de sus misiones: ofrecer un informe verídico de los hechos…”
Los ataques de varias horas y lugares no fueron conocidos hasta días después, vaya con la policía y el periodismo. Más preguntas. No hay ninguna muerta, cierto, pero, aún así, ¿por qué estamos reaccionando, políticamente hablando, con indiferencia? Mejor: con tanta diferencia respecto a los atentados de París. ¿Son pocas, 766 mujeres atacadas, contando solo las de Colonia y de momento? ¿Cuál es el rasero? ¿Las bombas? ¿Los muertos? ¿El terrorismo? ¿La hipocresía? ¿La izquierda radical que prefiere cerrar los ojos si se trata de refugiados y migrantes del Norte de África y de Oriente Próximo, como parece ser el caso de los autores de estos atentados?
Esta última pregunta es la que plantea la reconocida socióloga feminista argelina Marieme Hélie-Lucas, fundadora de la Red de Mujeres bajo la Ley Musulmana, en un urgente análisis directo y preciso (http://www.sinpermiso.info/textos/los-ataques-machistas-coordinados-en-colonia-y-los-errores-eurocentricos-de-una-izquierda-europea). Europa prosigue etnocéntrica, advierte. Mira con condescendencia a sus antiguas colonias y no quiere aprender de ellas, donde desde la descolonización se suceden ataques fundamentalistas machistas en público. Masivos también en los últimos años, contra las feministas laicas. Así en la plaza Tahrir cairota en 2011. El islamismo radical remonta, pero, para afrontarlo, y a pesar de la cultura laica que sustenta a sus izquierdas y sus feminismos, Europa se mueve “entre el negacionismo y el racismo”.
Mal asunto si, por no saber qué hacer con los refugiados, Europa no se atreve a investigar los hechos de Nochevieja para que no nos llamen racistas. Atentados que, como hipótesis, pueden haber sido obra coordinada de hombres reclutados por el terrorismo islámico europeo. Pasan los días, y policía y gobiernos siguen callando. Mientras, el hedor de Colonia nos impregna aunque apartemos la vista: los derechos de las mujeres son sacrificados, una vez más, a la paz social.
Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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