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“El poco dinero que tengo está aquí”

Los 1.500 afectados por el cierre de la Caixa Agrària de Cambrils viven con impotencia el bloqueo de sus cuentas

Marc Rovira
Una de las clientes afectadas por el cierre de la cooperativa agrícola Cambrils, Àngels Vilardell, junto a su nieto.
Una de las clientes afectadas por el cierre de la cooperativa agrícola Cambrils, Àngels Vilardell, junto a su nieto.JOSEP LLUÍS SELLART

El cierre precipitado de la Caixa Agrària de Cambrils va a aguar las navidades a un buen puñado de vecinos de este municipio costero, antaño agrícola y ahora casi tan turístico como su vecino Salou. El preconcurso de acreedores de la sección de crédito de la cooperativa agrícola local ha dejado atrapados 32 millones de euros. Por ahora, cuesta vislumbrar una solución rápida al embrollo. Ni las llamadas a la calma desde la cooperativa —aseguran que “solo” se trata de un problema de liquidez—, ni la discreción con la que Ayuntamiento y Generalitat abordan el asunto alivian a los 1.500 clientes de la sección de crédito. Siguen sin poder tocar ni un céntimo de los ahorros que tienen depositados en la entidad y, con las Navidades encima, los quebraderos de cabeza se multiplican al mismo ritmo al que crece la angustia.

Las dos oficinas que Caixa Agrària tiene en Cambrils encadenaban, ayer, el tercer día de inactividad. Históricamente, Cambrils ha dividido su mapa urbanístico en “el pueblo” y “la playa”. La antigua carretera nacional marca la línea invisible que parte en dos el municipio. Caixa Agrària tiene sucursal en cada barrio, y en ambos el escenario es idéntico: puerta cerrada y un cartel pegado en el cristal: “A lo largo del día de hoy daremos más información". Los días pasan pero el cartel no cambia y la información no llega.

Félix Teruel vende cupones de la ONCE en la esquina más cercana a la sucursal “de playa”. Desde su posición, es testigo de las escenas de impotencia y desesperación que sufren las personas que acuden a buscar dinero a la que, en las últimas dos décadas, ha sido una oficina bancaria aparentemente fiable. “"No hay día en que no vea a alguien llorando. La gente sufre doblemente porque quedarse sin dinero a las puertas de las fiestas es una faena”, dice. “Lo peor es que nadie les había avisado y, hasta hace una semana, aún decían a los clientes que se pasaran por aquí a buscar la garrafa de aceite y el pequeño lote que regalan por Navidad”.

Dolores Bermudo, de 86 años, trató de sacar dinero la semana pasada. Su hija, Maria del Carmen, cuenta que la mujer pretendía disponer de un cojín económico para las fiestas. “No le quisieron dar más de 400 euros”, lamenta. “El poco dinero que tengo está todo aquí metido”, cuenta Àngela Vilardell, de 85 años y con una pensión que no supera los 600 euros. Vilardell confía en que, llegado el caso, sus hijos le echarán una mano “para comprar comida”, pero se resigna a que su dinero siga enjaulado. En la tarjeta de crédito que dispensaba la Caixa Agrària luce el logotipo de BBVA. “He ido allí [a una oficina de BBVA] a preguntar y me han dicho que no se hacen cargo de nada”. La falta de información es una constante. "En el BBVA solo me han recomendado que usara la tarjeta de crédito porque el dinero que hay en la cuenta se va a perder. Pero yo he intentado pagar con ella en una tienda y está bloqueada”.

La cooperativa dice que se trata “solo” de un problema de liquidez

Araceli Muñoz, de 44 años y con un hijo adolescente y un nieto a su cargo, asegura que tiene más de 7.000 euros en ahorros atrapados en la Caixa Agrària. “Para pasar las fiestas me he quedado solo con lo que tenía en casa”. Cuenta que llevaba meses intentando rescatar el dinero porque “había rumores que no me gustaban nada”. Pero cada vez salía tranquila de la oficina. “Me decían que no pasaba nada, que no tocara el dinero”.

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Jordi Pallisé, uno de los socios de la cooperativa, sostiene que se ha generado un pánico innecesario. “Hay un plan de viabilidad aprobado por la asamblea de socios, pero los hechos se han precipitado y las prisas de la gente por sacar el dinero han causado un problema de tesorería”. “Todos quieren tomar la sopa en el mismo momento —ilustra— y la sopa se toma de cazo en cazo”.

Mariana Guerra confirma que no falta quien trata de tranquilizarla. “Me dicen que va a costar trabajo, pero que el dinero lo vamos a recuperar. Mientras, no puede disponer de sus ahorros para completar los 309 euros de pensión de viudedad que cobra.

Quien sabe bien de bloqueos de cuentas es Jordi Gas, presidente de la Asociación de afectados por el cierre de la cooperativa de l’Aldea. Hace cuatro años que la sección de crédito de l’Aldea cerró y entrampó 4,5 millones de euros de 300 impositores. Los afectados aún no han visto un céntimo. “Esto de Cambrils es como lo de l'Aldea”, pronostica. Gas duda que el proceso de cierre de Cambrils esté tan bien programado y previsto como afirma desde la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC). “Si no hubiera problemas con el dinero, la gente no debería tener problemas para acceder a él, ¿verdad?”

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