Escalando con lápiz y papel
El Bilbao Mendi Film Festival, que une montaña y solidaridad, cuenta con Samina Baig la primera mujer de Pakistán que hizo cumbre en el Everest
Serpentea entre paredes verticales de granito, valles de altísima montaña y cumbres heladas que se alzan con el exclusivo título de ochomiles. Es la carretera del Karakorum, conocida como KKH por sus siglas en inglés (Karakorum Highway), que asfalta el techo del mundo a lo largo de lo que antaño fue parte de la Ruta de la Seda. Inaugurada en 1982, es la más alta del mundo y casi el único signo de modernidad de esta parte de la frontera entre China y Pakistán.
Recorriendo sus más de 1.200 kilómetros nos topamos, entre otros, con el valle de Hunza, donde el sueño de muchos niños es ser alpinistas. Lo era para Samina Baig, fascinada desde pequeña por las historias que contaba su hermano, porteador de alta montaña, al regresar de cada expedición. Un día empezó a acompañarle, a aprender. Conquistó una cima de 3.000 metros. Aprendió a escalar. Superó los 4.000. Nunca se detuvo. Paso a paso, hasta el 19 de mayo de 2013. Ese día llegó adonde ninguna mujer pakistaní había llegado antes. Con 22 años, Samina holló la cima del Everest.
Su vida, ejemplo de superación y lucha por la igualdad de género en un país como Pakistán, protagoniza la película Beyond the Heights (Más allá de las alturas). La cinta, dirigida por su hermano Mirza Ali, forma parte de la sección oficial del Bilbao Mendi Film Festival. En su octava edición, que se celebra hasta el 20 de diciembre en la capital vizcaína, el certamen mira al futuro buscando otras Samina. Algunas quizá hayan pasado por la cámara del fotógrafo bilbaíno Mikel Alonso, que viajó el pasado verano al valle de Hushé para retratar los frutos del trabajo de la ONG Baltistán Fundazioa en la zona.
Impulsamos becas para que puedan estudiar"
El resultado se llama Karakorum, una selección de 29 imágenes que cuentan otras tantas historias y que se puede visitar de manera gratuita hasta el próximo diez de enero en la sala Rekalde de Bilbao. En Karakorum hay miradas, sonrisas, grupos de amigos, muchos colores, manos gastadas por el trabajo, montañas, también la consulta de un dentista y varios ordenadores, pero sobre todo hay cuadernos, murales, días de 'cole'. Hoy, gracias al trabajo de esta ONG durante quince años, la mayoría de niños del valle de Hushé estudia. "Allí las escuelas las gestionan familias y son de pago, así que nosotros decidimos costear la matrícula de las niñas. En los últimos ocho años hemos conseguido que el total de niños escolarizados pase del 50 a cerca del 85%", apunta José Manuel Ruiz, presidente de la ONG. Y en Karakorum hay más niñas que niños porque en las ocho escuelas del valle ellas son mayoría, algo único en Pakistán.
También que haya tantas profesoras como profesores. Para lograrlo, Baltistán Fundazioa dio un paso más: "Impulsamos becas para que pudieran estudiar carreras universitarias. El problema es que nunca había salido nadie del valle para estudiar, y menos una chica de catorce o quince años. Desde los doce les asignaban un marido y su labor era trabajar para la familia", señala Ruiz. Ahora, una década después, acaba de licenciarse en Medicina la primera mujer del valle. De fondo, latente, nunca el foco de la exposición, la región más espectacular de Pakistán, donde confluyen las tres cordilleras más imponentes del mundo: el Karakorum, el Hindu Kush y el Himalaya. Es la zona de tránsito hacia los campos base del K2, el Gasherbum I (GI), el Broad Peak y el Gasherbrum II (GII), los cuatro colosos del Karakorum. Es una tierra árida, inhóspita, solo apta para los escaladores más experimentados. Sin embargo, ni tan siquiera allí los mayores muros se escalan con crampones y piolets, sino con lápiz y papel.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.