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El palacio de Felipe II en San Lorenzo de El Escorial sucumbe al abandono

La casa de la finca Monesterio, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), se cae a pedazos

Esther Sánchez
Palacio de Monesterio en ruinas en el térrmino municipal de San Lorenzo de El Escorial.
Palacio de Monesterio en ruinas en el térrmino municipal de San Lorenzo de El Escorial.Santi burgos

La casa palacio de la finca Monesterio, adquirida por Felipe II en San Lorenzo de El Escorial y declarada Bien de Interés Cultural (BIC), se cae a pedazos. La asociación Entorno Escorial pide desde hace años a la Comunidad de Madrid la adopción de medidas que preserven lo que queda del edificio. Hace unos cuatro años se derrumbó la fachada norte. La Dirección General de Patrimonio aclara que la conservación del edificio corresponde a los propietarios, la inmobiliaria Anida, del BBVA. La empresa ha encargado a un equipo el estudio de las opciones que existen de rehabilitación, aunque no hay fecha.

Las ruinas de la casa palacio de Monesterio, propiedad adquirida por Felipe II y remodelada en 1611, se alzan al pie de una vía pecuaria, protegidas por una valla metálica insuficiente para detener los estragos del paso del tiempo. Más conocida como la Casa de las Cigüeñas, por las zancudas que anidan en lo que queda de sus tejados y chimeneas, se encuentra a 10 kilómetros del núcleo urbano de San Lorenzo.

 A principios de noviembre, la asociación ecologista Entorno Escorial mantuvo una reunión con la nueva directora general de Patrimonio, Paloma Sobrini, en la que manifestaron su preocupación por el estado ruinoso del edificio. Michael Harris, portavoz del grupo, explica que no pretenden que se lleve a cabo una restauración total. Pero, al menos, esperan que “se consolide lo que queda del inmueble para que no se pierda completamente el conjunto”.

Entorno Escorial explica que se trata de un edificio protegido, que tiene incoado expediente como Bien de Interés Cultural (BIC). Esta catalogación se complementa con el hecho de que la casa palacio se encuentra dentro del ámbito limitado por la Cerca Histórica de Felipe II, un área declarada BIC en la categoría de territorio histórico por el Gobierno regional en junio de 2006.

Sobrini declara que están intentando entablar contacto con los dueños de los terrenos, la inmobiliaria Anida, del BBVA, con el objetivo de que consoliden las ruinas y parar su desmoronamiento. “El artículo 12 de la Ley de Patrimonio dice que los propietarios de los bienes son los que tienen el deber de custodiarlos y conservarlos”, sostiene.

Algo que no ha ocurrido en este caso. El colapso del muro norte se produjo hace unos cuatro o cinco años, recuerda Harris. “Hemos hablado con otros directores generales y nunca se ha hecho nada. Esperemos que esta vez se consiga”, comenta.

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Fuentes de Anida informan de que han encargado a un equipo el estudio de las opciones que existen para rehabilitar la construcción. La solución, que requiere una inversión importante, debe ser estudiada con minuciosidad también por la repercusión cultural que tiene a todos los efectos, añade la empresa.

Felipe II adquirió la finca Monesterio junto con la de Campillo al duque de Maqueda por 40.000 ducados tras largas negociaciones, según relata un tomo de la publicación Arquitectura y desarrollo urbano, editado por la Comunidad de Madrid en 1998.

Con esta compra y la de otras fincas (La Herrería, La Fresneda y El Campillo) el monarca pretendía dotar al monasterio de El Escorial de recursos propios y de un entorno agradable, con el fin de convertirlo en un lugar de reposo donde pudiera practicar la caza, una de las aficiones preferidas.

En ese momento, Monesterio contaba con una casa fortaleza que se levantó en 1503. Durante el reinado de Felipe III se encargó la remodelación del inmueble al arquitecto real Juan Gómez de Mora, que construyó un pabellón entre 1611 y 1613. Los planos se conservan en la biblioteca Vaticana, ubicada en Roma.

El edificio es de fábrica sencilla pero de gran solidez y su cubierta, posiblemente en su origen de pizarra, es ahora de teja curva, en la que todavía se aprecian varias chimeneas. Allí tenía sus aposentos el rey, en la primera planta. La baja estaba destinada a los criados.

El declive del conjunto arquitectónico comenzó en 1839. En ese momento se hallaba bien conservado, pero al administrador tomó la decisión de desmantelarlo para utilizar sus maderas en nuevas obras. El atrio desapareció entonces.

Los únicos restos conservados en la actualidad son las ruinas del pabellón y un arco, separado de esa edificación, y que podría pertenecer a una construcción más antigua. También se conservan tres puentes sobre el río Guadarrama. Peor suerte corrieron dos molinos y la iglesia de San María del Marrubial, según los datos del libro Arquitectura y desarrollo urbano. “Ahora se trata de intentar proteger lo poco que queda”, concluye Harris.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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