Filosofía cotidiana

1. Open Studios. En Carabanchel Bajo está Open Studios, los talleres-naves-estudios de los artistas Silvia Olabarría, Juan de Sande y Álvaro Duran. Disfruto viendo sus obras en proceso de producción y luego contemplando el resultado final. Algunas veces, ponen con cuidado las obras en un rincón, traen el equipo de música y transforman el espacio en una pista de baile. (Calle de Nicolás Morales, 38-40).

2. Karting Carlos Sainz. Es un lugar donde uno compite contra sí mismo, esforzándose por mejorar la marca por vuelta. Ideal para ir en familia y con amigos. (Calle de Sepúlveda, 3).

3. Meta Librería. Es una de las poquísimas librerías en Madrid especializada en filosofía y ensayo. Abierta osadamente durante la crisis, esta iniciativa merece perdurar. Sus promotores aman los libros y se nota en la cuidadosa selección de sus estantes, en las novedades que ofrecen y en las actividades filosóficas que organizan. (Calle de Joaquín María López, 29).

4. Club de tenis Couder. Dejé de hacer deporte cuando salí del colegio. Este deporte, siendo ya cuarentón, se infiltró en mi vida y se convirtió en uno de mis hábitos más sólidos. Las pistas son espléndidas y los profesores, excelentes. (Calle de Torreadrada, 7).

5. Plaza de los Cubos. El lugar de la ciudad con mayor concentración de salas de cine. Se encuentran los multicines Renoir-Princesa y, muy cerca, Golem y Renoir-Martín de los Heros, que proyectan muchas películas en versión original. Hay restaurantes y cafeterías alrededor para el obligado cinefórum posterior. (Plaza de Emilio Jiménez Millas).

6. Teatro Real. Desde hace unos años formo parte del Patronato y del Consejo Asesor. Asisto a casi todos los actos: principalmente óperas, pero también conciertos y danza, que me gusta especialmente. Puedo ser testigo en primera fila del éxito de una de las instituciones culturales más importantes de España. (Plaza Isabel s/n).

7. Teatro de la Abadía. A este teatro fundado y guiado con mano maestra por José Luis Gómez es al que voy con más frecuencia. Después me gusta cenar en el vecino restaurante Imperio (calle Galileo, 51), especializado en setas, o en Casa Marco (calle de Gaztambide, 8), un italiano de poca apariencia y mucha calidad. (Calle de Fernández de los Ríos, 42).

8. Taüer Bar. Es un nuevo bar de copas, pequeño pero con terraza, bellamente decorado, donde sirven cócteles muy ricos y algunos platos escogidos. (Camino de la Zarzuela, 23).

9. Patch. Tienda de ropa masculina también pequeña y muy bien puesta. Hago un par de visitas al año para actualizar el armario. (Calle de Velázquez, 41).

10. Cafetería de la Fundación Juan March. La actual sede de la Fundación —el edificio construido por Picardo e inaugurado en 1975— incluía una cafetería de estilo setentero. Pero no funcionaba muy bien. Desde hace unos años, cedida la explotación a La Blonda, ha empezado a servir comidas con grandísima aceptación. A los visitantes y vecinos les encanta esta cafetería retro. Y ha transformado la Fundación: antes era un lugar que se visitaba; ahora es también un sitio donde estar y quedar. (Calle de Castelló, 77).