Sangre, sudor y estricta dieta
70.000 personas acudieron ayer al evento de culturismo Arnold Classic Europe con presencia de Schwarzenegger
Es posible que este fin de semana se haya cruzado con alguien mucho más fuerte que usted. Durante tres días Madrid ha estado inundada de gladiadores. Por todas partes. Pero sobre todo en los alrededores del Recinto Ferial de la Casa de Campo. Ahí se celebró la quinta edición del evento multideportivo Arnold Classic Europe. Una cita ineludible para los amantes del culturismo y el fitness. Y una oportunidad para ver de cerca a su promotor: Arnold Schwarzenegger. Es posible que usted se lo cruzara también: el actor y exculturista de 68 años circuló en bicicleta por el Paseo de la Castellana.
Fue, sin duda, uno de los grandes atractivos de esta feria del músculo que se desarrolló, eso sí, con polémica. Acudieron 70.000 personas. Y algunas se quedaron sin entrar a pesar de haber comprado la entrada; el bono de tres días costaba 20 euros. O bien soportaron colas de hasta tres horas. La organización lo achaca a las “desproporcionadas medidas impuestas” por Madrid Destino, la empresa municipal que gestiona los tres pabellones donde se desarrolló la cita: Multiusos Madrid Arena, Cristal y Multiusos II.
Algunas personas se quedaron sin entrar a pesar de haber comprado la entrada; el bono de tres días costaba 20 euros.
Fuentes del Ayuntamiento replican, sin embargo, que el dispositivo fue el adecuado. El punto de fricción tuvo lugar el sábado a mediodía. Con la llegada Schwarzenegger se produjo un pico de asistentes. Se tomó la decisión de cerrar las taquillas y controlar los accesos. Se hizo de forma escalonada. Hasta que no salía un grupo de unas 200 personas, no entraba otro. Lo cual hizo que muchos se desesperaran. E incluso llegaran a acusar a la organización de vender más entradas de las permitidas. Algo que niegan. EL PAÍS intentó sin éxito conocer el aforo de todo el complejo.
Había prisa, en fin, por lucir bíceps y bronceado. Pero esos cuerpos, que parecen sacados de una viñeta de Marvel, no se pintan solos. Con levantar pesas no vale. También hace falta descansar y pasar mucha, mucha hambre. Y primera decepción: muchos culturistas fuman para saciarse. En una de las puertas de acceso, David Martín —pecho a punto de explotar; brazos enormes— le pedía un cigarro Chesterfield a su compañero José Ruiz, de 36. El primero no quiso decir su edad por una cuestión estética. Lleva 25 años en el culturismo. Y 10 de ellos, por ejemplo, sin comerse un cocido. Lo que más echa de menos. “Son alimentos prohibidos. Yo desayuno ocho claras de huevo y me alimento a base de pollo seco e hidratos, los justos. Además de los batidos de proteínas”, contaba el mejor posador de España en 2013. ¿Y merece la pena tanto sacrificio? “En España los culturistas somos pobres. Otra cosa es si te haces entrenador o compites a nivel europeo”.
Dentro lo que más abundaban eran los hombres, mujeres y viceversa. Como un Gandía Shore a gran escala. Con forzudos compitiendo por ver quién hacía más repeticiones en una máquina para fortalecer el pecho con peso. O modelos luciendo palmito y silicona a ritmo de chunda-chunda. Las azafatas, mientras, repartían muestras gratuitas de esos batidos de proteínas. Suplementación natural, lo llaman. “Aunque aquí muchos se ciclan”, aseguraba desde su mostrador un comercial de estos productos. Prefería no decir su nombre. Ciclarse quiere decir tomar anabolizantes o esteroides para ganar más músculo y perder más grasa en ciclos de unas ocho semanas. La tenencia de estas sustancias no es delito. Pero su tráfico, sí. Al margen, claro, de los efectos en la salud.
A muchos de estos deportistas se les veía con un tic en el ojo. ¿Casualidad? José María Forte, uno de los culturistas más reclamados para hacerse fotos, zanjaba así el asunto: “No todo el que está fuerte toma anabolizantes ni todos los que toman anabolizantes están fuertes”. Lleva 28 años compitiendo “sin tomar nada raro”. Y a dieta desde 2004. Y es de los pocos que reconoce que sí se gana la vida con esto: “Por una feria te pueden pagar 1.500 euros, más luego lo que te dé tu esponsor y lo que saques por estar en un stand”. Eso con ayudas. Sin ellas habría que restarle algunos gastos fijos. “Unos 200 euros al mes en esa suplementación proteínica. Más viajes de desplazamiento para competir”, matizaba Christian Martínez, exculturista y bombero de 41 años.
Dentro lo que más abundaban eran los hombres, mujeres y viceversa. Como un Gandía Shore a gran escala.
Además de ese espectáculo de cuerpos llevados al límite, algunos de dudoso gusto, hubo otras actividades: acrobacias con bicicletas o exhibiciones de artes marciales. Pero, de nuevo, lo que más público atrajo fue la presencia de Schwarzenegger en los campeonatos de culturismo y fitness. Fue un desfile de músculos donde el común de los mortales tiene pliegues. Con dos ganadores claros. El estadounidense Dexter Jackson, que se embolsó 40.000 dólares (unos 35.000 euros) y la rusa Oksana Grishina, que levantó un cheque de 6.000 dólares (algo más de 5.000 euros).
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