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La lucha diaria contra el abandono

El alto índice de paro y los problemas en la vivienda son las principales preocupaciones

Beatriz Guillén
El centro comercial El Caracol en el barrio de Orcasur.
El centro comercial El Caracol en el barrio de Orcasur. Luis Sevillano

Cuando se cruza el río Manzanares por la zona sur de Madrid y se deja atrás la almendra central, el paisaje urbano con el que recibe Usera no difiere mucho del otro lado del puente. Las diferencias son imperceptibles a primera vista. Pero sí las notan los habitantes de uno de los distritos con la renta más baja de la ciudad: 16.000 euros —sus vecinos de Arganzuela alcanzan los 23.000—. Estos vecinos tienen que hacer frente a un 17,74% de paro, a los problemas estructurales graves de las viviendas de Orcasitas y a los desahucios que azotaban San Fermín. “Durante años la inversión se ha concentrado en el centro de Madrid y esto se ha quedado completamente abandonado. La inversión debe volver a los barrios, se debe volver a generar empleo”, razona la concejal del distrito, Rommy Arce.

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Las consecuencias de la acuciante tasa de paro se hacen más visibles en Orcasur, el barrio con más desempleo. En el mercado municipal solo quedan una decena de puestos en la planta baja y algunos comercios en el exterior. La planta de arriba se vació para una licitación a una empresa de alimentación. Todavía sigue sin uso. Ningún supermercado se presentó. “Aquí no hay dinero para eso”, explica Arce. La propuesta de la junta de distrito es utilizar ese espacio para un vivero de cooperativas. “Ese modelo podría poner en marcha una iniciativa de autoempleo, que active a la población en paro y dinamice la zona”, considera la concejal, “además, las cooperativas generan apoyo y solidaridad”.

La falta de inversión privada que expone Arce toma forma en el centro comercial El Caracol, enfrente del mercado. La mayoría de los locales están vacíos, algunos de ellos incluso okupados. En uno de sus caracoles se concentra un grupo de vecinos, tranquilo, a mediodía, con cerveza en mano. “Son gente muy válida, que ha trabajado mucho y ha tenido una vida normal. Pero han perdido su empleo y se han refugiado en el alcohol. Aquí se ha notado mucho el paro”, describe Isidoro Martínez, de la asociación de vecinos de Orcasur.

Ese colectivo intenta realizar actividades que estimulen la zona. Cine de verano los martes y juegos para niños los jueves. “La gente participa y se implica, solo hace falte motivarla”, considera Martínez. Todas las iniciativas son organizadas por vecinos. “Este barrio ha sufrido un grave proceso de abandono. De unos años a aquí todo se ha deteriorado”, se lamenta este vecino, que con la colaboración en la asociación intenta revertirlo.

Problemas con la vivienda

En el barrio vecino Orcasitas el paro también influye, pero son las deficiencias estructurales de algunas viviendas la principal preocupación de los vecinos. El Poblado Dirigido es un conjunto de bloques grises por cuyas paredes serpentean las grietas. Muchas están tapadas: son las cicatrices de unos edificios de época franquista. “Fueron construidos con materiales muy baratos y poco consistentes. Nos preocupa mucho que pueda ocurrir un desprendimiento”, manifiesta la concejal.

Las familias “humildes y trabajadoras” que viven en ellos no pueden abordar la obra, que llega hasta 18.000 euros por comunidad. Algunos de estos vecinos ya perdieron sus viviendas en un primer derrumbamiento en los años setenta. “Hay un riesgo estructural. La idea es que el Ayuntamiento asuma el coste”.

También al sur del distrito, los vecinos de San Fermín luchaban por sus viviendas: para que no los echaran de ellas. Los desahucios, ahora ya paralizados según la concejal, fueron el día a día del barrio. “Aquí hay familias que no cobran ni la renta mínima”, describe Arce, que tiene la idea de formar una mesa de vivienda para normalizar contratos, fijar un “verdadero alquiler social” y analizar la situación de las familias.

Los siete barrios que forman Usera lo convierten en un distrito con siete identidades: “Aquí sí eres de Orcasitas, eres de allí, no de Usera”, comenta entre risas la concejal. Cada zona con su propia realidad social. En los barrios de Pradolongo, Almendrales y Moscardó se ha concentrado la mayor parte de la población inmigrante del distrito. Son zonas muy comerciales y atractivas para estos 25.000 vecinos, casi el 20% de la población.

Distrito de asociaciones

Las asociaciones de vecinos han cumplido una importante labor social en Usera. Algunas como La Chimenea llevan 30 años gestionando un campo de fútbol para 400 jóvenes del distrito. Han participado en su construcción y en su mantenimiento. Con un programa de becas permitían que niños de familias humilde practictaran deporte en equipo. El año pasado el Ayuntamiento les retiró la concesión de las instalaciones, las sacó a concurso y las adjudicó a una sociedad privada. Ahora tienen que pagar un canon de más de 30.000 euros. "Forma parte de una maniobra de la anterior junta de distrito para apartar y desactivar a las asociaciones", explicó la concejal actual Rommy Arce.

En este distrito vive la colonia más grande de ciudadanos chinos de toda la ciudad: 7.000 según cifras oficiales, pero “podrían ser más”, reconoce la concejal. La boliviana es la segunda nacionalidad extranjera más frecuente: 6.000 personas. Así, el año nuevo chino o la festividad de la virgen de Urqupiña de Bolivia conviven con las fiestas tradicionales españolas. Este año, más de 3.000 personas se congregaron el 15 de agosto en el desfile por esta virgen boliviana: la jornada fue un ejemplo de convivencia.

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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