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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Casas para la prensa

La Ciudad de los Periodistas del barrio de Horta se levantó en las primeras décadas del siglo pasado

Una de las “casas baratas” de la Cooperativa de periodistas, construida en Horta alrededor del 1911/
Una de las “casas baratas” de la Cooperativa de periodistas, construida en Horta alrededor del 1911/CARLES RIBAS

Hace sol y salgo a recorrer un espacio poco frecuentado por el viandante, un rincón que hace una semana cumplió su primer centenario. Más arriba del paseo Maragall, en las barriadas de la Font d'en Fargas y La Salut se encuentran una serie de chalets y domicilios unifamiliares, edificados en unas calles empinadas más propias de una urbanización campestre que de una gran metrópoli. Aquí el aire parece más fino, y el verde de los árboles asoma un poco por todas partes. Muchas de estas casas presentan pequeños jardines y patios particulares, últimos supervivientes entre bloques de apartamentos que todavía no han conseguido borrar del todo la tranquila suavidad de estos paisajes.

Nuestra historia comienza como una consecuencia de la crónica falta de vivienda que ha sufrido esta ciudad. Para paliar aquella situación de penuria, y ante el fenómeno creciente del chabolismo, a principios del pasado siglo XX se promovieron una serie de iniciativas amparadas en la ley de Casas Baratas de 1911, uno de cuyos ejemplos fue la creación de la Cooperativa de Periodistas. Esta sociedad de carácter profesional celebró su primera reunión general en febrero de 1914, y bajo la presidencia de Arturo F. Bono (colaborador de El Noticiero Universal) llegó a convertirse en uno de los agentes protagonistas en la urbanización de esta parte de la ciudad. Aunque no eran exactamente los colectivos para los cuales se había pensado la legislación, en la práctica se acogieron a ella desde funcionarios municipales y militares, a periodistas. Y lo que había sido un proyecto para dar hogar a quien no lo tenía, en muchas ocasiones terminó favoreciendo la aparición de barrios de clase media en terrenos apenas rescatados a su actividad agraria.

Inicialmente, la Cooperativa de Periodistas adquirió tierras en Horta, donde Pere Fargas y su esposa Montserrat Casanova de Fargas llevaban diez años promoviendo la parcelación de sus fincas con el objetivo de edificar un barrio residencial. Así pues, se empezó por el entorno de la Font de la Mulassa, donde se edificaron los primeros ocho chalets. El 7 de junio de 1915 se colocaba la primera piedra de la que sería conocida como la Ciudad de los Periodistas, planificada por el arquitecto Juli Maria Fossas que para ello se basó en el modelo de las ciudades-jardín, intentando conciliar campo y urbe, y en el que cada propietario podía proyectarse el domicilio a su gusto. Durante aquel verano se sucedieron diversos actos benéficos en el Gran Cine Eldorado o en el Salón Pompeya para recaudar fondos, se envió una delegación a informar al Rey, y se organizaron excursiones campestres a fin de dar a conocer el proyecto a los barceloneses. La conexión con la ciudad estaba asegurada gracias a la línea del tranvía de Horta, que tenía su origen en la plaza Urquinaona. La calle Maryland sería rebautizada posteriormente en honor al Marqués de Foronda, presidente de la compañía de tranvías que había regalado pases de transporte a los periodistas.

No pasó mucho tiempo hasta que se anunció la adquisición de nuevos terrenos y la próxima apertura de una segunda fase, esta vez cerca de la vecina Font d'en Fargas, donde se levantaron seis casas. Y una tercera promoción de sesenta y cinco torres en el barrio de La Salut, entre Can Baró, la plaza Sanllehy y el Parc Güell. Aquellas nuevas parcelas suscitaron los primeros conflictos, pues el lugar era frecuentado por recolectores de leña que talaban los árboles con hachas y sierras, lo cual provocó las quejas de los cooperativistas ante el Ayuntamiento.

Pronto se vio que aquellas construcciones tenían poco de casas baratas. En 1917, Alfonso XIII anunció una visita que no llegó a producirse, y pagó una de las casas. Entre los protectores del proyecto figuraban personajes tan conocidos como el marqués de Alella, las familias Girona y Sanllehy, o el marqués de Marianao. Ese mismo año cursó visita el presidente del Gobierno, el conservador Eduardo Dato, que alabó las vistas y su calidad arquitectónica. En pocos años, la Ciudad de los Periodistas obtuvo diversos premios y reconocimientos, tanto nacionales como internacionales, favoreciendo la aparición de iniciativas similares como las casas baratas para periodistas en la madrileña localidad de Chamartín de la Rosa, o en la avenida Blasco Ibáñez de Valencia. La real consideración de estas edificaciones, de discutible relación con el espíritu de la ley de Casas Baratas que las vio nacer, se tradujo en diversas trabas administrativas, sobre todo a partir de 1927 cuando se dejó en suspenso la tramitación de los expedientes para aquellas promociones. Ese mismo año se celebraba en Barcelona el Congreso Nacional de Cooperativas de Casas Baratas, que según la geógrafa Mercè Tatjer ascendían casi al medio centenar sólo en Cataluña. La situación no se desencalló hasta 1934 gracias al presidente del Sindicato Profesional de Periodistas, Jesús Ulled, a quien un año más tarde se le dedicó una plazoleta en La Salut.

Durante la Guerra Civil, la Cooperativa de Periodistas repartió comestibles y ayuda a todos los periodistas que pudiesen acreditar su profesión, en su sede de la calle Salmerón (hoy Gran de Gràcia). En la posguerra, diversas casas quedaron abandonadas, y muchas se transformaron en escuelas o geriátricos.

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Hoy todavía pueden verse antiguas torres modernistas en calles como Marqués de Foronda, Peris Mencheta, o en la avenida Frederic Rahola. Recuerdos de una época, cuando el campo tocaba a las puertas de Barcelona y algunos periodistas vivían en una ciudad jardín.

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