Salud comprueba las vacunas de los compañeros del niño con difteria
La madre del menor es fisioterapeuta en una clínica de homeopatía de Olot
El niño de seis años que ha protagonizado el primer caso de difteria diagnosticado en España en los últimos 28 años, no estaba inmunizado por decisión de sus padres, según diversas fuentes consultadas por EL PAÍS. El niño, vecino de Olot, en el corazón de la comarca gerundense de la Garrotxa, está hospitalizado en la UCI del hospital Vall d’Hebron en estado muy grave.
La Agencia de Salud Pública avanzó este miércoles que está “administrando medicación preventiva y de refuerzo de vacunación a las personas que han tenido contacto estrecho con el paciente”. Uno de los lugares por donde se han desplegado los equipos de la Agencia de Salud Pública ha sido la escuela Cor de Maria de Olot, centro donde estudia el menor. La directora del colegio, Anna Jordà, ha declinado esta mañana dar información referida al niño por tratarse de una información confidencial, pero sí ha confirmado que Salud "ha comprobado las cartillas de vacunación de todos los niños". "La actividad en el colegio se está desarrollando con total normalidad porque no hay ningún peligro ni sospecha de más casos", ha puntualizado la directora.
La subdirectora general de Promoción de la Salud, Carmen Cabezas, reconoció que aún se desconoce el foco de contagio. “Hay desplegada toda una estrategia de Salud Pública para investigar el origen, pero si se contagió a través de un portador asintomático puede que no se llegue a saber”, señaló. Fuentes consultadas por este diario confirmaron que también se ha dado profilaxis preventiva con antibiótico a algunos sanitarios que trataron al niño antes de ser diagnosticado.
Es más común de lo que parece por aquí la neura esa de no vacunar
Los padres que se apostaban a mediodía a las puertas del colegio esperando la salida de sus hijos mostraban su “preocupación” por lo ocurrido. Sonia Díaz, que aguardaba por su hija, compañera de clase del menor infectado, explicaba que el colegio “avisó a las familias de que habían detectado una enfermedad rara”. La clase había ido de campamento a Palamós, en la Costa Brava, unos días atrás. “Nos dijeron que, aunque los tuviésemos vacunados, si queríamos podíamos hacerle pruebas para descartar que tuviese la enfermedad”, aseguraba Díaz, que decidió someter a su hija a la prueba preventiva (una toma de muestras de saliva). Varios padres del mismo curso han confirmado que el miércoles el centro celebró una reunión con médicos del Departamento de Salud para explicar a las familias en qué consiste la difteria, que es una enfermedad infecciosa grave de las vías respiratorias que se contagia mediante la tos o los estornudos.
Los olotenses, que no se habían enterado del suceso el miércoles por la tarde, ya estaban al tanto a media mañana y lamentaban lo ocurrido en corrillos en la panadería o las puertas del colegio. “Es más común de lo que parece por aquí la neura esa de no vacunar. No lo entiendo. La mía las tiene todas”, comentaba una vecina mientras empujaba el cochecito de su bebé por una de las angostas callejuelas del centro de Olot.
En la zona de Girona hay una corriente bastante instaurada entre algunas comunidades neorurales de no vacunar a sus hijos “por ideología” –partidarios de la medicina natural y reticentes a asumir los efectos secundarios que pueden tener las vacunas-. En 2011, el Departamento de Salud ya tuvo que investigar un brote de tos ferina que, en los cuatro primeros meses del año, afectó a 227 personas, la mayoría niños que no estaban vacunados. El episodio infeccioso más fuerte (con 97 casos) se registró en la comarca del Pla d’Estany, vecina a La Garrotxa. “Es una práctica bastante extendida en los últimos años, supongo que casos como la nefasta gestión de la gripe A y la controversia de la vacuna contra el virus del papiloma la han favorecido”, analiza un médico de la zona. “Además del colectivo de neorurales, hay un sector de clase media que es bastante reticente a la vacuna y cada vez más utiliza la homeopatía”, añade el facultativo, que reconoce que sus colegas pediatras “atienden bastante gente reticente o con dudas ante los calendarios vacunales”.
La madre del menor con difteria es fisioterapeuta en una clínica del pueblo en la que se practica también la homeopatía. Ante la presencia de la prensa, los compañeros de la clínica han cerrado esta mañana las puertas y las cortinas del centro y rechazaron hacer declaraciones sobre el caso. El padre, según varios vecinos, trabaja en una fábrica. “Son una familia de lo más normal, vecinos de Olot de toda la vida. Cada uno tiene su forma de pensar en estas cosas y hay que respetarlo. Lo están pasando muy mal”, explicaba una vecina que conoce al niño y a sus padres.
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