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Crónica
Texto informativo con interpretación

El arte y el soberano

El documental ‘Katallani’ desvela el origen de la obra de Tàpies que preside las reuniones del Consell Executiu

Una de las últimas reuniones del Consell Executiu junto al cuadro que creó Tàpies en 1990.
Una de las últimas reuniones del Consell Executiu junto al cuadro que creó Tàpies en 1990. massimiliano minocri

Se sabe que algo más bien gordo está pasando cuando pasan cosas en recipientes destinados a que, Zzzzzz, no pase nada. Como, por ejemplo, el arte contemporáneo, hasta hace poco una suerte de variante subvencionada de las artes decorativas. El reciente escándalo en el Macba dibuja así, precisamente, conflicto, esa cosa improbable hasta hace poco. Conflicto no sólo dónde no se le esperaba, sino donde se habían invertido grandes cantidades de energía en que no se produjera. En el arte, la cultura, ese negociado cuya última reformulación, en los setenta y los ochenta del siglo pasado, parecía estar orientada, de hecho, al aplazamiento sine die del conflicto. Ese aplazamiento quedaba visualizado de una forma llamativa, mediante la ausencia de crítica especializada, que era aún mayor en el terreno de la crítica de arte que, en treinta y pico años de cultura democrática, no ha llegado a existir. Lo que invita a pensar que amplios márgenes de la cultura oficial creada en ese periodo necesitan, para existir, de la ausencia de crítica y de opinión.

El pintor solo pudo pintar las iniciales de los reyes Jaume y Pere, o Jordi Pujol

Sorprende, por todo ello, cómo en la sociedad ha nacido, modulado y crecido otro estado de ánimo ante el arte. Cómo ha nacido un emisor y un receptor de arte que no temen al conflicto, que ven en el arte, por tanto, una fricción estética e intelectual y, por lo mismo, también social y política. Pero es así. Ha nacido. Es perceptible. La obra del grupo Societat U de Barcelona (SUB), parece formar parte de todo esto y llevarlo más allá. SUB está formado por Tere Badia, Octavi Comeron, Montse Romaní, Guillermo Trujillano y Jorge Luis Marzo —este último, autor de ¿Puedo hablarle con libertad, excelencia? Arte y poder en España desde 1950 (Murcia, 2010), un estudio crudo sobre la relación del arte moderno español/catalán con el Estado, franquista y democrático—. El grupo SUB ha realizado un par de documentales, de distribución gratuita en la red, en los que se constata todo este cambio.

El más reciente es Katallani, un documental breve, en el que se explica la historia del que, tal vez, uno de las obras de arte más reconocibles en Cataluña. Se trata de Les Quatre Grans Cròniques, pintado por Tàpies en 1990, que preside el salón en el que se reúne el Consell de Govern de la Generalitat. A través de invitados de lujo, como son Lluís Prenafeta, Lluís Permanyer, Pere J. Guitart, Narcís Selles, Lluís Bassat, Carles Taché, Joan Guitart, Joan Rigol y un Jordi Pujol sobreactuando campechanía —el documental fue gravado semanas antes de que Pujol fuera el Nixon català. Nota: —¿cómo se lo montan los de SUB para que las primeras espadas de la política y la política cultural catalanas accedan, por su propio pie, al límite del ridículo?—. A través de estas intervenciones, y de la modulación de un crítico de arte ficticio, el espectador asiste al nacimiento de la necesidad de ese cuadro, en la cabeza de Pujol y Prenafeta, durante un viaje a Washington, cuando Pujol verbaliza que el arte es una representación nacional del poder. También asiste a la génesis y construcción el cuadro. Puede observar como, desde el principio, el cuadro nace para satisfacer un mito: la Edad de Oro catalana, tal y como la formuló la Restauración y la Lliga —el gótico, la expansión imperial catalana—. Por ese motivo, en el cuadro aparecían diversas iniciales de reyes de Aragón expansionistas. Hasta que, en un momento dramático para el cuadro, que no acababa de convencer al cliente, Tàpies dejó sólo las iniciales de Jaume y Pere. O Jordi y Pujol. El documental también habla del pago del cuadro —no se pagó; el autor lo hizo por Cataluña; es decir, que costó un mazo, que Prenafeta no recuerda con precisión—. Y, por el mismo precio, el documental verbaliza las funciones del arte (moderno) para el poder (moderno): modernizar. Y, socorro, decorar.

El trabajo, gratis en la red, es del colectivo SUB que ya hizo otro sobre el Macba

Katallani es una espléndida continuación del fundamental Macba, la dreta, l’esquerra i els rics (2013), cuyo enlace, estos días, echa humo. Un documental que explica el intento de Pacto Cultural, capitaneado por Joan Rigol, en los ochenta. Un pacto que no fue posible explícitamente. Sobre su explicación se accede a la creación el Macba, a una función del arte, asumida por las izquierdas, en los ochenta —el arte y la cultura, vamos, como ideología de la democracia española—, y a una certera explicación de la institución y la cultura resultante, a través de su Patronato. Como sello SUB, el documental también aporta una nutrida representación de all stars que hablan a cámara, algunos sin ningún sentido de la vergüenza ajena: Oriol Bohigas, Manuel Borja-Villel, Xavier Bru de Sala, María Corral, Josep Miquel Garcia, Daniel Giralt-Miracle, Joan Guitart, Bartomeu Marí, Miquel Molins, José Montilla, Jordi Pujol —vuelve a bordarlo; ese hombre debería tener su propia serie de dibujos animados; si bien, snif, ahora caigo en que la tuvo—, Josep Ramoneda, Joan Rigol, Leopoldo Rodés, Gemma Sendra y Pep Subirós. Un vídeo importante para constatar, en fin, que el arte, durante décadas, ha sido algo entre la nada y el poder. Y que con el Macba se hizo lo que con Aigües del Ter i del Llobregat. Pero por lo civil, con cultura, más fácilmente y mucho antes.

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