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La nave Boetticher se convertirá en centro tecnológico a finales de año

Botella firma un acuerdo con las grandes empresas del sector y la Universidad Politécnica

Botella (en el centro de la imagen), en la inauguración del espacio en la antigua sede de Boetticher.
Botella (en el centro de la imagen), en la inauguración del espacio en la antigua sede de Boetticher. CARLOS ROSILLO

El Ayuntamiento de Madrid ha encontrado al fin utilidad a la nave Boetticher, un edificio construido hace tres años y que desde entonces esperaba su inauguración y puesta en servicio como “catedral de las nuevas tecnologías”. La alcaldesa, Ana Botella (PP), firmó ayer un protocolo de colaboración con las principales empresas tecnológicas asentadas en la capital y con la Universidad Politécnica para convertir la nave en un campus de innovación en el último trimestre del año.

El acuerdo fue rubricado por el secretario de Estado de Telecomunicaciones, Victor Calvo-Sotelo; el rector de esa universidad, Carlos Conde; el director general Cisco en España, José Manuel Petisco; el consejero delegado de Ferrovial Servicios, Santiago Olivares; el director de Indra, Santiago Roura; el director de Intel en España, Norberto Mateos; el director de sector público de Microsoft Ibérica, Gonzalo Díe Socias; y la apoderada de Telefónica Open Future, Ana Segurado. También forman parte del proyecto IBM y Phillips.

La catedral de las nuevas tecnologías debe su nombre al ex alcalde Alberto Ruiz-Gallardón. Cuando aún era presidente regional, en 1997, lanzó un plan de choque para el distrito de Villaverde que, entre otras medidas, preveía expropiar la antigua fábrica de ascensores de Boetticher y Navarro (dispuso para ello 600.000 euros) y convertirla en un vivero empresarial. La nave, de 12.500 metros cuadrados, fue construida en 1949 por el arquitecto Manuel Cámara, es un bien protegido (en parte porque hasta hace poco se atribuía a Eduardo Torroja), y albergaba en el momento de su abandono, en 1984, a medio millar de trabajadores que la conocían como “la catedral”.

El proceso de quiebra de sus propietarios (iniciado en 1992) no dejó manos libres al Ayuntamiento hasta finales de 2008 para rehabilitar el edificio, que para entonces se caía ya a pedazos. El proyecto se presentó en 2009, con un coste de 30 millones prestados sin intereses por el Gobierno que se concluyó tres años después. La nave siguió sin embargo sin ocupar porque su reforma se adelantó a la urbanización del área (dotándola de accesos viales, electricidad, agua, alcantarillado, etcétera).

El líder municipal del PSM, Jaime Lissavetzky, censuró como “electoralista” el acto de ayer.

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