Zapatero, el candidato de Prieto
El expresidente de Vital, propuesto como 'número dos' por la dirección alavesa
Cuando Javier Lasarte rechazó finalmente la candidatura socialista al Ayuntamiento de Vitoria, Txarli Prieto puso los ojos en Carlos Zapatero. Era su opción ideal. Uno y otro ya habían compartido criterios cuando hubo que idear con urgencia una alternativa a Goyo Rojo en la poderosa presidencia de Caja Vital.
Para que nadie dudara de su peso político en el socialismo alavés antes y ahora, Prieto no se incomodó por dejarse ver con Zapatero en plena convulsión del cambio de liderazgo en el PSE-EE alavés. Claro que entonces negó cualquier interés en la conversación a cara descubierta en un céntrico restaurante de Vitoria. Pero más de uno pensó que jugaba a futuro.
A Prieto y a su sucesora, Cristina González, nunca les ha gustado Maite Berrocal. Lo han disimulado con mucho esfuerzo porque, en realidad, no les quedaba otro remedio que proyectar una imagen de entendimiento con la mirada puesta en las elecciones. Berrocal, prolongación natural de Patxi Lazcoz aunque con criterio reconocido, nunca estuvo entre los seguidores de la dirección socialista y su ticket electoral con la nueva secretaria general chirriaba dentro de la propia afiliación.
Como muestra del inicial desafecto entre la ejecutiva y la candidata local cabe recordar que el grupo municipal del PSE-EE en el Ayuntamiento de Vitoria abonó los gastos de las primeras inserciones publicitarias para presentar a Berrocal como la candidata de la izquierda. Esa fue, al menos, la explicación ofrecida por el partido cuando se le preguntó porqué habían excluido a algunos medios de esta primera campaña.
Después de la explosiva renuncia de Berrocal y ahora que Zapatero tiene infinitas posibilidades para convertirse en el candidato socialista al Ayuntamiento de Vitoria cobra más relieve aquella conversación que mantuvo con Prieto.
Solo una teoría conspirativa, desde luego, podría explicar que la dirección del socialismo alavés hubiera situado a Zapatero como 'número dos' de Berrocal, consciente al hacerlo de que si se producía -como ha ocurrido- una previsible renuncia de la candidata -harta de semejante imposición- todo sería más fácil para conseguir el objetivo. Posiblemente sin quererlo tienen al candidato deseado, vaya aquel en quien Prieto puso el ojo.
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