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El soberanismo en horas bajas

Las disputas entre Mas y Junqueras y el electoralismo han minado la moral del independentismo

Artur Mas (izquierda) y Oriol Junqueras se saludan en presencia de la presidenta de la ANC, Carme Forcadell.
Artur Mas (izquierda) y Oriol Junqueras se saludan en presencia de la presidenta de la ANC, Carme Forcadell.

Muchos balcones de Barcelona reflejan la situación. Las banderas independentistas que han ondeado en miles de ellos los últimos cuatro años están descoloridas, deshilachadas o, directamente, han sido retiradas. El fragor soberanista de los últimos años ha entrado los últimos tres meses en una etapa marcada por la división de los partidos que defienden la independencia y por las disputas por el liderazgo del proceso político. El resultado ha sido, según reflejan algunas encuestas y admite la Asamblea Nacional Catalana, que el “desencanto” se ha apoderado de buena parte de quienes hace apenas tres meses creían tocar la independencia con la punta de los dedos.

Una encuesta oficial de la Generalitat hizo saltar las alarmas en los partidos nacionalistas hace dos meses. El “no” a la independencia ganaba por primera vez desde 2012, año en el que el presidente catalán, Artur Mas, comenzó a empujar el proceso soberanista. Los expertos atribuyeron estos datos —44% de ciudadanos favorables a la independencia contra un 45% de contrarios— a las crecientes disputas entre CiU y el resto de partidos soberanistas. Desde entonces estas divisiones no han hecho más que crecer y, en paralelo, el debate catalán ha quedado difuminado entre otros asuntos como el ascenso de Podemos.

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¿El pinchazo del soberanismo es pasajero o definitivo? El independentismo no oculta que pasa por horas bajas, pero evita dramatizar y está convencido de que volverá a estar en plena forma para afrontar las elecciones catalanas del 27 de septiembre, que considera definitivas para medir el apoyo a la independencia.

“Estamos en un impasse”, admite el coordinador general de Convergència Democràtica, Josep Rull. “La imposibilidad de pactar una lista unitaria de los partidos soberanistas para las elecciones dificulta las cosas y, además, ahora estamos en pleno debate sobre las elecciones municipales; pero estoy convencido de que el debate se recalentará”. La receta de CDC para hacerlo pasa por pactar con Esquerra y otras formaciones proindependencia una “hoja de ruta” conjunta sobre cómo actuar si el independentismo gana con mayoría absoluta el 27-S.

“Dejamos el proceso en manos de los partidos; y así nos ha ido”, lamenta la ANC

El problema es que lo poco que ha trascendido de estas negociaciones no invita a pensar en un acuerdo a corto plazo. Esquerra aboga por declarar la independencia desde el primer momento y Convergència defiende un proceso de transición de un mínimo de 18 meses. El plan del partido de Mas, sin embargo, no halla apoyo en sus socios de Unió Democràtica, que siguen advirtiendo de que no acudirán a las elecciones con un programa nítidamente independentista.

Ante esta situación la Asamblea Nacional Catalana reunió a sus cuadros el pasado sábado para buscar fórmulas que combatan el derrotismo. “Nos estamos rearmando y preparando para lo que viene”, explica Carme Forcadell, presidenta de la principal entidad independentista. “Quedan siete meses para el 27-S y a finales de febrero presentaremos nuestro programa y nuestras propuestas para conseguir la independencia”. Considera que el principal error que ha cometido su entidad es fiarlo todo a las formaciones políticas. “Después de la consulta del 9-N estábamos muy cansados y optamos por descasar y dejar el tema en manos de los partidos; y así nos ha ido”, dice con tono crítico.

Convergència admite que el plan secesionista está en “un ‘impasse'”

El historiador de la Universidad de Barcelona Agustí Colomines llama a los soberanistas a la calma: “Estamos en una hora valle porque, como en cualquier proceso, no puedes estar cuatro años en estado de máxima excitación”. También considera que las entidades civiles no pueden pilotar siempre la movilización. “Entiendo el desconcierto de la ANC, ya que se ha pasado cuatro años empujando. Sin embargo, debe entender que los ritmos de los partidos son distintos y que ahora ha llegado el momento de tomar decisiones”.

Ahora el objetivo es aprovechar la campaña de las elecciones locales para volver a motivar a los independentistas. “Las municipales son un elemento importante del proceso en las que tenemos que conseguir dos cosas: que hay a mayoría política soberanista y que haya gobiernos municipales que sean impulsores del proceso”, dice Carles Puigdemont, alcalde de Girona por CiU y presidente de la Asociación de Municipios para la Independencia.

El editor Eduard Voltas, que rechaza la tesis de que el soberanismo haya entrado en decadencia, también es optimista respecto a las elecciones municipales: “El Estado español quiere pensar que el soberanismo es un suflé que ya está bajando pero tras las municipales esto volverá donde estaba; en las elecciones del 27 de septiembre también habrá una mayoría absoluta de partidos que defienden un divorcio amistoso de Cataluña respecto a España”. En cualquier caso considera que las municipales “no las ganarán en ningún caso los partidos que defienden la unidad de España”.

Esquerra Republicana plantea las municipales como un momento clave para recuperar el terreno perdido en las de 2011, cuando quedó fuera de muchos de los principales ayuntamientos. El problema que tiene es que el presidente catalán, Artur Mas, aseguró que tiene pactado con Oriol Junqueras que el soberanismo pacte en los ayuntamientos donde ni CiU ni ERC tengan mayoría absoluta. Esto puede desmovilizar a su electorado.

De ahí que los republicanos estén apelando desde hace semanas al espíritu de cambio de las municipales de 1931, que desembocaron en la proclamación de la República. Para después, Oriol Junqueras se fija el objetivo de liderar una mayoría independentista en el Parlamento catalán. “El reto es conseguir esta mayoría y, con ello, tener un mandato democrático a favor de la independencia”. Hasta entonces, llama a “dosificar las fuerzas”. “No estamos ante un esprín de 100 metros, sino en una carrera de media distancia”. Por si acaso, y por si la cosa se demora, la ANC ofrece en su tienda en línea todo un plan Renove de banderas independentistas. La estelada de balcón sale a siete euros.

“Han visto que no son tantos”

M.N.

La desaceleración del movimiento soberanista de los últimos meses ha ido en paralelo al surgimiento y visualización de nuevas plataformas y grupos contrarios al secesionismo. Los últimos en presentarse han sido la plataforma Empresarios de Cataluña, que asegura contar con 500 socios, y el grupo de intelectuales que impulsan el Centro Libre de Arte y Cultura.

Algunos de los miembros de ambas entidades participan o han colaborado con Sociedad Civil Catalana, la principal entidad civil que intenta combatir el discurso soberanista. El secretario de esta entidad José Domingo, considera que la controvertida votación del 9 de noviembre sobre la independencia fue “la prueba del nueve” para desmontar algunos “mitos” del nacionalismo. “Al final han visto que no son tantos”. Lo dice en referencia a que algunas voces dentro del soberanismo admiten que los dos millones de votos registrados a favor de la independencia no bastarían en una votación real y que, como mínimo, sería necesario otro medio millón. Domingo cree que, lejos de crecer, el independentismo “bajará más”. Será vital el color político del nuevo ayuntamiento de Barcelona, augura. En cualquier caso, está convencido de que “el globo soberanista ha pinchado”.

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