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Una mirada llena de amor

Óscar Fernández Orengo muestra en Casa de América sus retratos de cineastas

Claudia Llosa en uno de los retratos que  se exhiben en Casa de América.
Claudia Llosa en uno de los retratos que se exhiben en Casa de América.Óscar Fernández Orenga

Cuando Óscar Fernández Orengo se refiere a cada una de sus fotografías no habla de “mi trabajo” o “mi obra”. “Esto es mi vida”, dice con total sinceridad. Por eso no llama la atención que los retratados no sean solo modelos. Los llama “mis amados”.

Desde 2001 ha recorrido medio mundo detrás de lo que parece un imposible. Realizar una especie de catálogo de todos los hombres y mujeres, españoles y latinoamericanos que son para él el corazón del cine. Inmortalizar cineastas, tal y como él los ve, en blanco y negro, y en formato panorámico.

Fernández Orengo, un donostiarra de 43 años, se define como cinéfilo, pero unos minutos de charla bastan para descubrir que el cine es su vida. Así que cuando este hombre menudo y apasionado llega a cada uno de ellos y les dispara está realmente llegando al centro de su existencia. “Esto es el final de un proceso, pero solo una parte. El camino que lleva hasta aquí es igual de importante”, explicaba ayer horas antes de la inauguración de su muestra Cineastas contados... de ambos lados.

Ha seleccionado 52 retratos. Los 27 de directores latinoamericanos —Aristarain, Jodorowsky, Ripstein, Claudia Llosa... — es la primera vez que se muestran en público y ocupan el lugar de honor, el primer piso de Casa de América. Al otro lado del jardín están los 25 españoles. Las imágenes de Almodovar, Bollain o Armendariz rodean la Sala Iberia, el ayer reinaugurado cine de Casa de América. Son fotos ya mostradas de las alrededor de 400 que ha realizado hasta hoy.

El proyecto, asegura, nació casi por casualidad, aproximándose a realizadores a los que tenía fácil acceso, y fue creciendo poco a poco. Hace unos años dejó el bar que regentaba en Barcelona para dedicarse en cuerpo y alma a esto. Dentro de lo posible. “No necesito mucho para vivir. Hago fotos promocionales o foto fija en películas. Expongo mi trabajo donde me lo piden, por ejemplo dentro de poco en Palencia... Lo que salga para ir tirando. He aprovechado los viajes que me pagan para exponer en los institutos Cervantes alrededor del mundo para hacer más retratos”.

Cuenta cómo en su semana en Zacatecas se encerró en una biblioteca sin luz natural, en vez de hacer turismo por México, paracerrar la mayor cantidad de citas posibles en la capital. O cómo estando en Bogotá decidió coger un autobús para recorrer las 16 horas de carretera que le separaban de Medellín, donde vive Víctor Gaviria. “Otro de mis directores amados”.

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La foto de este último destaca dentro de la sala por el lugar donde se tiró. Gaviria está en algo que a primera vista parece el interior de un pozo o una choza abandonada. “Es un cine de una barriada popular de Medellín”, explica. “Al ser autor de películas sociales quise que me llevara al lugar donde se desarrollan. Por un momento pensé que en esa ocasión había ido demasiado lejos”.

Porque cita a sus modelos en lugares que les donde están cómodos. Así que la mayoría de las panorámicas muestran los salones o los jardines de las casas donde viven. “Yo les pido que escojan un lugar que les aporte algo o defina su personalidad. Parte de la dificultad del trabajo es que llego a un lugar que no he visto en mi vida. Y tengo que trabajar con la luz que haya”.

Es un francotirador que se toma su tiempo apuntando, pero sabe que solo tiene una oportunidad. “No entiendo a la gente que llega, dispara y se va. Yo intento conocerles. Encontrar puntos en común. Entre lo estético y lo emocional, me quedaré siempre con lo emocional. Esto es una declaración de amor”.

Cineastas contados... de ambos lados. hasta el 3 de abril. Sala Diego Rivera de Casa de América.

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