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Arte con los desechos

Miquel Aparici muestra esculturas y creaciones realizadas a partir de restos industriales y objetos que recobran una segunda vida

Blanca Cia
Una de las peceras de Aquarium, del artista Miquel Aparici en la galería Tekhnart.
Una de las peceras de Aquarium, del artista Miquel Aparici en la galería Tekhnart.Consuelo Bautista

De pequeño iba al colegio arrastrando un cordel con un imán en el extremo para ver qué podía pescar por la calle. Así era capaz de diseñar todo tipo de objetos, en aquel momento sus juguetes. Ahora, casi todo lo inimaginable le puede servir — un remache de hierro, una sierra, clavos, trozos de madera, componentes industriales— para transformarlo en algo. El artista Miquel Aparici (Barcelona, 1963) hace esculturas dando una segunda y completamente distinta vida a lo que se podría calificar como los desechos de la sociedad de consumo.

Los refuerzos de unos zapatos alemanes —por el calibre de la pieza da miedo imaginar el calzado— se han convertido en un pez que flota dentro de una pecera. Un cepillo de carpintero se ha transmutado en el torso de un gato; coladores, boyas y agujas que en la industria se usan para coser sacos y otros objetos han sufrido una rabiosa perfomance hasta dar forma a un impresionante mosquito — metro de alto por metro de ancho— que es el que da la bienvenida en la galería Tekhnart Arquitectes, en la que hasta el 31 de enero expone Aquarium, su nueva colección. En ella, las piezas estrella, los peces —realizados con todo tipo de piezas metálicas— flotan en peceras en una solución de parafina.

Perros, mosquitos, gatos y peces hechos con tuercas, remaches o bisagras

Aparici, director de arte de la revista El Jueves, lleva años explorando las posibilidades de los materiales y las formas. Empezó en 2000 dibujando unas singulares hormigas con gotas de café. Pero enseguida se pasó al diseño de esculturas con materiales que iba buscando, primero en anticuarios y mercados de viejo de Cataluña y Francia y también con piezas industriales, especialmente de maquinarias. Siempre cosas de desecho. “Se podría decir que soy como un Diógenes pijo. Cuando empecé me dijeron que lo que hacía no tenía futuro y que los gustos no iban por ahí. Yo creo que las cosas hay que hacerlas con convencimiento y que si crees en algo, acaba saliendo y la gente lo aprecia”, explica. Para los tiempos que corren, reconoce que no le va mal. Ha expuesto en varias galerías de Madrid y Barcelona; el año pasado parte de su Animalarium vivió unos meses en un lugar muy apropiado, el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. En 2005 expuso una colección de animales en la Sagrada Familia, una reinterpretación de la fauna que diseñó Gaudí para la fachada del Nacimiento.

Tiene su cuartel general, su taller, en el edificio Freixas que comparten unos 30 artistas en l'Hospitalet. Es ahí donde acumula todo tipo de cosas que se transforman en otras a medida que va madurando la idea. A veces ve unas piezas metálicas o engranajes industriales y ya se está imaginando una ballena, o un perro, o un gato: “Otras tengo el material almacenado y tardo años en utilizarlo”.

Internet se ha convertido en un gran mercado de abastos para este artista. El boca a boca funciona y hace unos meses recibió la llamada de una empresaria que cerraba una antigua fábrica de maletas y baúles en el centro de Barcelona: “Me dijo que no sabía qué hacer con todo el material y que igual me podía interesar. Ahora tengo el taller a reventar”.

Algunos de los cierres, bisagras, tuercas y remaches de esas viejas maletas y baúles flotan en las peceras de la galería convertidos en peces con cara de no creerse lo que les ha ocurrido.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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