Ruiz desliga una muerte al cierre de un servicio del Joan XXIII
El consejero de Salud anuncia que se revisarán los horarios de las unidades de infartados

El consejero de Salud, Boi Ruiz, desvinculó ayer el cierre nocturno de la unidad de hemodinámica —que practica operaciones para algunos tipos de infarto en los que una arteria se obstruye por completo— del hospital Joan XXIII de Tarragona con la muerte por infarto de un paciente de la ciudad durante su traslado en ambulancia al hospital de Bellvitge de Barcelona. “No se puede establecer una relación causa efecto en esto”, apuntó Ruiz. El paciente falleció el pasado 25 de diciembre sobre las 10 de la noche de camino a Barcelona, tres horas después de haber entrado en el Joan XXIII, donde la unidad de hemodinámica funciona sólo de ocho de la mañana a ocho de la tarde.
“El hombre ingresó a las siete de la tarde y la unidad estaba abierta hasta las ocho. Si no se le atendió allí será por otros criterios, ya veremos cuáles”, insistió Ruiz y recordó que el Departamento de Salud ha abierto una investigación para aclarar lo ocurrido. La junta de personal del Joan XXIII , exigió de forma inmediata la apertura permanente del servicio de infartados.
El consejero reveló que durante este año se hará “una revisión” de los horarios de funcionamiento de las tres unidades de hemodinámica (ubicadas en los hospitales de referencia de Tarragona, Lleida y Girona) que no están operativas durante la noche. Los pacientes que están en la zona de influencia de estos centros sanitarios son derivados a alguno de los otros siete servicios de hemodinámica con horario de 24 horas que hay en el territorio, todos ellos situados en el área metropolitana de Barcelona.
Al hilo de la presentación de una reordenación de equipamientos sanitarios en el barrio de Ciutat Vella de Barcelona, en la que se aprobó el traslado de la conocida narcosala Baluard al edificio donde ahora está el centro de urgencias de atención primaria Perecamps, Ruiz reconoció una “inequidad” en el sistema sanitario a nivel geográfico. “Además del código genético, también influye el código postal”, apuntó el consejero.
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