El ladrón del ‘Códice’ intenta probar que ahorró dos millones
Pudo lograr ese dinero invirtiendo su sueldo a plazo fijo desde 1973, según un perito
Trabajar durante 40 años como electricista, gastar poco e invertir a plazo fijo permite ahorrar un patrimonio en efectivo de dos millones de euros, sin contar otras propiedades. Así lo asegura un ingeniero industrial que pretende demostrar, por encargo de la mujer del ladrón confeso del Códice Calixtino, el electricista Manuel Fernández Castiñeiras, que los más de dos millones de euros que se le encontraron en diversos registros no proceden de robos en la Catedral de Santiago sino de su trabajo. Si en las próximas semanas los jueces no se creen esos cálculos, Fernández Castiñeiras y su familia, también encausada, deberán devolver el dinero, además de afrontar penas de prisión.
El electricista de cabecera de la Iglesia en Santiago, detenido en junio de 2012 y en libertad provisional desde medio año después, se sentará al fin en el banquillo de los acusados la próxima semana. Primero lo hará el día 15 por el robo de correspondencia a los vecinos del edificio en el que residía. Luego, el día 19, por la apropiación del Códice, que confesó, y por el supuesto robo de 2,3 millones de euros y 30.000 dólares a la Iglesia, según la acusación del fiscal. El dinero apareció en fajos de billetes repartidos por varias de sus propiedades cuando la policía las registró hasta dar con el Códice entre los trastos que acumulaba en un garaje. Pero la Iglesia nunca había denunciado el robo del dinero, por lo que la defensa de Fernández Castiñeiras y su familia intentarán introducir la duda de que todo o parte de ese dinero procede de su trabajo como electricista, lo que abriría la puerta a reducir la cantidad a devolver.
Para intentar demostrar todo lo que se puede ahorrar en 40 años de trabajo, la mujer de Fernández Castiñeiras encargó un estudio, incorporado al sumario de la causa, en el que un ingeniero industrial, José María Vispalia Blanco, analiza los ingresos y gastos del electricista, algunos a partir de sus anotaciones y otros con extrapolaciones, para concluir que, invirtiendo los beneficios de cada año a plazo fijo, “se obtiene una cifra de beneficios producto de la actividad de electricista y una gestión normal de los ahorros que asciende aproximadamente a 1.975.000 euros”.
El perito aclara que para su estudio tuvo en cuenta primero las nóminas ingresadas por Fernández Castiñeiras mientras fue trabajador por cuenta ajena entre 1973 y 1978 —de 79.192 a 303.885 pesetas anuales, respectivamente—. Para los años posteriores, en los que trabajó por cuenta propia, el estudio analiza diversas anotaciones de trabajos y gastos realizados en los primeros años. “Al extrapolar los beneficios que se desprenden de la actividad analizada de electricista en los seis años entre 1981 y 1986 al resto de años siguientes hasta la actualidad, se obtiene una cifra de aproximadamente 784.000 euros”, descontados ya los gastos e inversiones, según los cálculos del perito.
Según el estudio, el electricista habría superado en 1994 la barrera de los 30.000 euros de ingresos brutos anuales y en 2006 la de los 50.000. Por el contrario, los gastos no habrían superado los 3.000 euros anuales hasta 1992. Una vez obtenido el beneficio neto anual, el perito le aplica el tipo de interés legal del dinero registrado cada año, que osciló del 10% de las décadas de los setenta y ochenta al 4% de este siglo. La acumulación y reinversión de los intereses es lo que, a su juicio, permite alcanzar los cerca de dos millones de euros de ahorros.
Semejantes ingresos y ahorros se deben, según el perito, a que Fernández Castiñeiras “trabajaba mucho para la Iglesia”, no solo en la Catedral, y disponía de otra “importante cartera de clientes” entre bajos comerciales, instituciones públicas —incluida “la Administración de Hacienda de Santiago, atendida al menos en los años 1985 y 1986”— y “multitud de particulares”. “El trabajo analizado no es capaz de realizarlo simplemente un electricista, sino un perfil de tipo empresario”, destaca el perito, quien detalla que Fernández Castiñeiras “los días de huelga general acude a sus responsabilidades como siempre” y que incluso “días clave de su vida continúa trabajando, como en el que nace su hijo”.
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