Fruta de la campanada
Uvas sin pepitas, envasadas en almíbar, con oro...¿Y por qué no minitomates o frambuesas para Nochevieja?
Hace unos años, mis padres decidieron comprar latitas con 12 uvas en almíbar para celebrar la Nochevieja. Eran conscientes del sacrilegio, después de toda la vida usando uvas frescas, de racimo. Pero les podía la comodidad, el evitar llegar a las 12 campanadas con la boca llena, incapaces de besar a la familia, o atragantados y con los ojos llorosos. La siguiente vez transigieron con uvas naturales, compradas en el mercado Maravillas, pero las pelaron con paciencia. Lo mismo hicieron parte de mis primos, e incluso otros quitaron las pepitas con un palillito para no cargarse las uvas. “La próxima vez, un puré de uvas y lo tomamos a cucharadas”, ironizó mi padre al ver ese panorama tiquismiquis.
Pero esa manía de uvas cómodas está muy extendida. No hay más que mirar las opciones envasadas que se pueden encontrar en los súper e hiper. Y en el mercado hay hasta opciones de uvas con oro o en estuches con 12 huequitos, para que nadie se despiste y se tome 13.
Las fruterías de postín (como Frutas Vázquez, Gold Gourmet, Frutas Charito, Frutas Rosita, El Anón Cubano, Tomad Mucha Fruta...) no escapan al tema de las uvas especiales para Nochevieja, pero en sus mostradores sigue imperando lo fresco. Hay novedades, como la oferta de uvas verdes y rojas, ya que estas también las pide la clientela para esa noche de celebración. Y las voces infantiles, que mandan mucho, lo dicen alto y claro: “Las quiero sin pepitas”, pidió una niña a Luis Pacheco, responsable de Gold Gourmet, cuando este y los padres la preguntaron “¿qué prefieres?”. Lógica su elección, si hay sandías sin pipas, incluso cuadradas y pimientos de colores y con formas simétricas para encajar bien en el almacenaje, y los frutos secos se venden en un 99% pelados...
Aprovechando esta vena cómoda infantil, Pacheco difunde cada año en los talleres del Salón de Gourmets cucuruchos y cajitas o bolsitas de frutas como si fueran chuches, para fomentar entre los pequeños la alimentación saludable y cambiar el chip de la comida industrial.
Y puestos a innovar, ¿por qué no celebrar en familia el cambio de año con tomates cherry, frambuesas, arándanos o incluso madroños? Podrían ser frutas de campanada.
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