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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ‘portaaviones’ de San Sebastián

Consolidar el volumen de este espacio portuario sería una decisión de efectos nefastos y de difícil reversión

En este momento en el que los ciudadanos viven con incertidumbre la compleja situación política y económica el puerto donostiarra afronta con sigilo circunstancias que pueden ser decisivas en su futuro. Recientemente, el Parlamento vasco, a instancias de los grupos de oposición del Ayuntamiento donostiarra, instó al Gobierno para que redacte un plan para el puerto de San Sebastián que asuma la desaparición de la actividad pesquera, ya prácticamente en extinción, y considere los previsibles nuevos usos, turístico y deportivo, en crecimiento evidente.

El puerto donostiarra origen de la ciudad hace ocho siglos ha sido motor del crecimiento y desarrollo de San Sebastian con sus actividades pesquera y mercante derivada del importante comercio con ultramar. La ciudad a la que dio origen se ha desarrollado de forma brillante teniendo como característica especial su relación con el agua. El frente marítimo que se inicia con la obra de Chillida insertada en aguas abiertas continua con las remansadas aguas de la bahía que dan paso a las funcionalmente ordenadas aguas del puerto. A continuación, de nuevo las aguas abiertas y sin límite esta vez precedidas

Por la obra de Oteiza que llevan, pasando por las urbanizadas aguas del río Urumea, a las aguas indomables y deportivas de la Zurriola bajo los cubos varados del Kursaal de Moneo. Todo este recorrido resuelto con eficacia y sensibilidad constituye un ejemplo de convivencia entre ciudad y naturaleza y es un activo importantísimo de San Sebastian.

Pero en este recorrido, de perspectivas limpias y contacto permanente con el agua hay un punto negro y precisamente en el lugar más histórico, en el origen de la ciudad. Se pierde contacto con el agua y las perspectivas se ocultan. El portaaviones, denominado así desde su construcción a mediados del siglo pasado, estructura de hormigón destinada inicialmente al secado y reparación de redes y posteriormente macizada desvía el tráfico peatonal del borde del agua a un vulgar aparcamiento e impide la visión del frente edificado del puerto en el que se integra la iglesia de San Pedro e impide también una amplia perspectiva de la muralla.

La transformación del portaaviones en un edificio comercial y hostelero, según una propuesta privada de considerable difusión, parece ser que es el origen de la demanda parlamentaria. Consolidar el volumen del portaaviones sería una decisión de efectos nefastos y de difícil reversión.

La peculiar situación administrativa de los puertos adscritos a la Dirección de Puertos del Gobierno vasco, titular del suelo y con plena capacidad normativa puede ser una garantía para que la necesaria transformación del puerto se realice con la amplitud de miras que la ocasión requiere, que no es otra que la transformación después de ocho siglos de un puerto pesquero en un puerto deportivo y turístico insertado en la ciudad. Es necesario hacer constar que la Dirección de Puertos tiene su razón de ser en la gestión y administración de puertos como servicio de las diversas actividades náuticas y no en la evolución urbana de las ciudades y pueblos. A pesar de lo cual la planificación de la nueva situación y las actuaciones previsibles, no cabe la menor duda de que se tomarán en virtud de intereses urbanos de carácter público.

Joaquín Montero es arquitecto

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