Renace la Santa Perpètua industrial
La industria intenta remontar con la reactivación de la planta de Panrico y el nuevo encargo de Alstom, después de saldar ambos conflictos con 265 despidos
El pequeño municipio de Santa Perpètua de Mogoda (Vallès Occidental) saltó hace un año a la palestra por los conflictos laborales en dos de sus plantas más conocidas. Panrico aseguraba no tener dinero para pagar a sus empleados la nómina de septiembre y, al poco tiempo, anunció un expediente de regulación de empleo (ERE) para reducir la plantilla en más de una tercera parte. Recibió como respuesta una huelga que paralizó la producción durante 13 meses. El fabricante de trenes Alstom corría el riesgo de seguir la misma suerte al pedir a sus empleados que hicieran más horas sin apenas ganar más. Esta semana, sin embargo, la panificadora reabrió sus puertas y anunció que acabará el año con resultados positivos. La francesa, por su parte, dio a su planta catalana un encargo de 18 trenes para México. La calma parece volver a ambas fábricas después de un año de conflictos. Aunque lo haga con 265 trabajadores menos.
Entre ellos está Mari Carmen Torres, de 47 años, una de las 15 personas que se concentraron el miércoles pasado a las cinco y media de la mañana frente a la planta de Panrico. Era el día en que se reincorporaba una primera tanda de 30 empleados tras ocho meses de huelga, cuatro de suspensión de contrato y uno de vacaciones forzadas. “No me arrepentiré nunca de haber formado parte del comité de huelga, aunque me hayan despedido”, aseguró Torres. “Llevaba 16 años en la empresa y, aunque el ambiente no sería bueno si me readmitieran, es lo que quiero. Porque vengo luchando por mi puesto de trabajo desde el primer día”, añadió.
Unas 200 empresas del municipio han desaparecido en los últimos seis años
Los coches que iban entrando en Panrico topaban antes con un par de pancartas que afirmaban que “la lucha” continúa. Los trabajadores que aún estaban pendientes de ser informados sobre cuándo volverían a la fábrica coincidían en que el regreso no será fácil, con más de 500 litigios abiertos en los juzgados entre la dirección, empleados y despedidos. “Pero hay que cambiar el chip. Para mí será como si hubiera estado de vacaciones y no hubiera pasado nada. Si no, no puedes vivir”, explicó uno de ellos.
En Santa Perpètua, solo quedan cuatro empresas con más de 250 trabajadores frente a las seis que había en 2008, según datos del Observatorio de la Riera de Caldes. Entre estas estaba Panrico, que ha reducido su personal de 351 a 173. El número de firmas que cuentan con una plantilla de entre 51 y 250 personas han pasado de 45 a 38. Y las que tienen entre 11 y 50 empleados ya no son 214, sino 149.
Expertos y sindicatos defienden la ubicación estratégica de Santa Perpètua
“Han desaparecido muchas compañías pequeñas y las grandes y las medianas han disminuido su tamaño”, explica Carlos Feiner, responsable del Observatorio. El municipio vallesano ha perdido desde 2008 cerca de 200 empresas, un 18% de las que acogía entonces. La cifra es importante en una localidad donde uno de cada tres metros cuadrados está ocupado por alguno de sus once polígonos industriales.
La sangría empresarial se ha llevado consigo 4.500 puestos de trabajo desde 2008, a los que se suman los 203 autónomos que también ha perdido la zona. La industria, de la que dependen la mitad de los asalariados, ha sido la responsable de la destrucción de cuatro de cada cinco empleos en los últimos tres años. “Aun así, en el área de la Riera, se ha perdido menos empleo en la industria que en el resto del país: un 15% frente a un 25%”, afirma Feiner.
Frente a estos datos, la reapertura de Panrico y el contrato de Alstom han sido recibidos con cautela. “Hay buenas sensaciones, pero aún no buenas noticias”, asegura Feiner. “En los últimos cinco años ha habido 150 ERE con cerca de 4.000 trabajadores afectados. Y el empleo se ha dualizado: hay puestos estratégicos que están bien pagados y que son estables; y otros periféricos que se han precarizado”, admite. El número de parados residentes en Santa Perpètua ha crecido un 75% desde que se inició la crisis, aunque Feiner puntualiza que la mayoría de habitantes trabaja fuera: “Unos 7.000 de los 10.000 ocupados que hay”.
La localidad lleva años luchando contra los procesos de deslocalización. “Estamos en un sitio fantástico, cerca del puerto, del aeropuerto, de la AP-7 y junto a vías de ferrocarril de ancho europeo”, recalca Feiner. Aun así, empresas como Alstom han ido desviando la carga de trabajo a otras plantas fuera de España. “Hay una situación de baja carga de faena en Europa”, admite Xavier Boronat, representante de CC OO en la firma francesa. “Pero desde una perspectiva comercial e industrial, los pedidos que provienen de América Latina deberían ser para la fábrica de Santa Perpètua, porque son modelos que se han diseñado aquí”, defiende.
La compañía anunció esta semana la adjudicación de un contrato por el que recibirá 240 millones de euros para implementar una nueva línea de tren ligero en la ciudad mexicana de Guadalajara. Los 18 trenes Civia, de tres coches cada uno, se fabricarán en la planta catalana a partir de 2016. Hasta mediados de ese año, la plantilla estará afectada por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), ya que la firma le designó pocos encargos para 2015 “porque no había unas condiciones laborales claras”, informó.
Los empleados esperan que estas buenas noticias sirvan para ahorrarse los 12 despidos que Alstom aún tiene pendiente ejecutar. Entre prejubilaciones y bajas voluntarias, aún no ha alcanzado la cifra de 130 afectados por el ERE pactado el pasado verano. La empresa, sin embargo, ya advirtió que el nuevo encargo y los despidos son dos asuntos “independientes”. Al parecer, en Santa Perpètua, la industria recibe una de cal y otra de arena.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.