Fotografías para leer
Joan Guerrero y Javier Pérez Andújar retratan la emigración actual en el mismo territorio que ya recibió a la española en los sesenta
Tiene razón Joan Guerrero cuando dice que Milagro en Barcelona. Emigrantes hoy, porque emigrante soy (Ariel) es un libro de fotografías "para leer" porque es el relato que construye Javier Pérez Andújar, coautor del texto, el que trenza una historia sobre lo que muestran las fotos y lo que ellos piensan. Las fotos las tomó Guerrero durante algo más de una década (2000 a 2012) en un triángulo de territorio que para él ha sido su referencia vital y profesional; el que forma la desembocadura del río Besós, Can Zam y el barrio de Fondo de Santa Coloma de Gramenet. La misma zona igualmente familiar para Pérez Andújar que ha escrito decenas de crónicas para este periódico con ese paisaje como tema central que solían ir acompañados con fotografías de Guerrero. ¿Pareja de hecho? “Pues algo de eso hay”, asienten. Unos paisajes que el escritor también plasmó en Paseos con mi madre (2011).
“Un día me llamó Guerrero y me dijo que me quería enseñar unas fotografías. Quedamos en este bar –el Xócala de la plaza del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet- que se convirtió en nuestro centro de operaciones”, explica Pérez Andújar. “No pensaba en un libro pero cuando las hice sí estaba convencido de que esas familias de ecuatorianos, pakistaníes, indios y de todos los países que cada fin de semana iban a pasar el día al parque del Besós o Can Zam debía quedar documentado de alguna manera, que había que conservar esa memoria”, añade Guerrero. Al final, aquellos paseos y las sentadas mano a mano de los dos mirando las fotos y recordando un sinfín de anécdotas tomó forma en el libro que se presenta este martes en Laie, donde también se expondrán las fotografías.
Una imagen casi siempre positiva y alegre: fiestas de ecuatorianos, futbol, músicos tocando bajo los puentes, mujeres vestidas con vistosos saris –aunque en riguroso blanco y negro, marca de la casa de Guerrero- en Can Zam componen el libro que también incluye alguna fotografía que hizo a la otra inmigración, la de los años sesenta. La del propio Guerrero que tuvo que vender su cámara fotográfica, una Voigtländer, para venir a Barcelona desde Puerto Real. “Trabajaba en una fábrica de ladrillos 14 o 16 horas al día, me quemaban las manos. Yo vine, como tantos otros en esa época, a buscarme la vida. Es la misma historia que la de ahora”, resume Guerrero. Charcos – “los charcos como seña de identidad. Ser de barrio es ser de charco”, escribe Pérez Andújar- y descampados fue lo primero que fotografió de Santa Coloma cuando logró tener otra cámara. Pero eso fue después de trabajar de peón abriendo la carretera de la Rebassada, en el Tibidabo. Del pico y pala logró colocarse en los talleres de El Correo Catalán y a partir de ahí una larga colaboración con varias cabeceras: EL PAÍS, Diario de Barcelona, El Periódico de Catalunya, La Vanguardia, El Observador y una cincuentena de exposiciones.
“Las fotografías son magníficas, hablan por sí solas. Yo no podía añadir nada más”, apunta Pérez Andújar que parte de esas imágenes para escribir sobre la inmigración –la de antes y la de ahora- y la trayectoria de Guerrero, la del territorio que refleja y la historia reciente de este país. Con bastante carga política: “La democracia se va como la luz de repente, sin que nadie lo espere”, escribe. “Es verdad, se la han cargado y ahora vendrán ellos, los jóvenes, la nueva emigración, para traerla de nuevo”, apostilla. Se la ha cargado la corrupción, la burbuja inmobiliaria, la ambición desmedida de unos cuantos; va desgranando en el libro.
“Mira, en esa foto están de fiesta, era domingo y estaban en Can Zam con sus comidas y su música. Es lo mismo que en mi época, nosotros con las tortillas y las sevillanas en Les Planes o en la Conrería. Hasta los llantitos son los mismos. La forma es diferente, pero el fondo es el mismo”, cuenta Guerrero hojeando el libro. “Emigrar es el oficio más antiguo del mundo. Antes que los humanos, ya emigraban en el Jurásico las manadas de dinosaurios siguiendo los ciclos de la lluvia”, escribe Pérez Andújar.
Una de las últimas imágenes del libro es la de un cisne en unas aguas y alguien tumbado en la orilla, tapado con un paraguas, descansando. Es la desembocadura del río Besós. Una imagen insólita hasta hace unos pocos años y que en uno de sus paseos vio Guerrero y Pérez Andújar: “La literatura viene de ahí. De las cosas de un par de amigos que andan por esos caminos llenos de gente. La nuestra. La que sale en estas fotografías”. Así acaba el libro.
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