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La inalcanzable jubilación: trabajar después de los 65 años

Más de 27.000 catalanes que superan los 65 años aún trabajan y 600 buscan empleo

Ana Gómez, en su colmado de la Zona Franca de Barcelona.
Ana Gómez, en su colmado de la Zona Franca de Barcelona.ALBERT GARCIA

En el pequeño colmado de Ana Gómez y José Castro, en el barrio de la Zona Franca de Barcelona, no cabe la palabra jubilación. Sus dueños, de 68 años, se mueven con cuidado por sus pasillos abarrotados de productos sin ni siquiera plantearse si algún día podrán vivir de una pensión. Pese a estar enfermo, Castro conduce cada dos días hasta Mercabarna a por alimentos que carga él solo en su furgoneta. Ella se reparte con su marido el trabajo de lunes a domingo, de ocho de la mañana a diez de la noche.

No es que el negocio vaya viento en popa: hace tres años que la actividad empezó a caer y hace uno que deben competir con otras tres tiendas con precios más baratos. La empresa financiera que se hizo con su vivienda ya intentó desahuciarlos en enero y hace un par de semanas volvieron a recibir otra notificación del juzgado. Pero la jubilación, asegura Gómez, no es para ellos una opción a tener en cuenta: “Mientras tengamos una deuda con la Seguridad Social por las cuotas de autónomos, no podemos”.

En Cataluña, hay unas 27.100 personas mayores de 65 años que todavía trabajan y unas 600 que buscan empleo, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre. Algunas lo hacen por necesidad, otras por placer. La variación que estas cifras han sufrido en los últimos años dependen de muchos factores y los expertos no se atreven a señalar tendencias. Pero las organizaciones de ayuda social afirman que el factor económico ha cobrado más peso con la crisis y que no ha sido hasta hace poco que casos de este tipo han comenzado a llegar a sus oficinas.

En 2013, la pensión media en Cataluña fue de 900 euros mensuales

“Me cuesta ver motivos románticos y de inquietudes vitales para trabajar a esa edad”, asegura Àngels Valls, directora de Formación e Inserción de Cáritas y profesora de ESADE. “Es verdad que hay gente que tiene una amplia experiencia en su profesión y que por eso continúa activa. Pero creo que la razón principal hoy en día es la económica. Hay factores que contribuyen a que sea así, como la tendencia que hay últimamente de quitar la jubilación obligatoria de los convenios laborales. O el aumento de los años que se han de cotizar para tener una mejor pensión, que hace que muchos ocupados necesiten continuar trabajando”, explica.

El sistema público de pensiones no genera confianza: el 47% de los españoles no cree que su prestación por jubilación le vaya a permitir llegar a fin de mes, según un estudio de ESADE publicado esta semana. El escepticismo ha arraigado en colectivos de todas las edades: uno de cada cinco menores de 55 piensa que no podrá cobrar una pensión. La crisis ha sembrado la cautela: el porcentaje de quienes ahorran para esta etapa de la vida ha crecido del 30% al 40% en los últimos cinco años.

La directora del ámbito de las Personas Mayores y la Dependencia de la Cruz Roja en Cataluña, Susanna Roig, explica: “Según nuestra experiencia, al principio parecía que la crisis no afectaba al colectivo de los mayores, porque su pensión estaba asegurada. Pero después de los años iniciales, hemos visto que ha tenido un impacto indirecto sobre ellos”. Su departamento se ha visto obligado a ampliar sus servicios: “Antes nos dedicábamos a atender asuntos relacionados con la dependencia y la soledad. Pero luego empezamos a ver que los usuarios estaban teniendo problemas para cubrir sus necesidades básicas”, añade Roig.

Este daño colateral entre los jubilados viene del aumento de los precios, de la cofinanciación de servicios que antes eran gratuitos y por la paralización de la Ley de la Dependencia, según explica Susanna Roig: “Además, muchos mayores han pasado a mantener a sus familias con su pensión. Y otros que ya tenían una pensión muy justa y recibían ayuda de sus familiares para completarla, han perdido esta colaboración”.

Uno de cada cinco personas menores de 55 años piensa que no podrá cobrar una pensión

La pensión media en Cataluña se situó en 2013 en los 900 euros al mes, según un informe de Idescat dado a conocer esta semana. Las rentas más bajas se perciben en la comarca de la Terra Alta, donde el promedio de pensión fue de 637 euros. Los más afortunados son los pensionistas de Barcelonès, que, pese a todo no llegaron a mileuristas, con una prestación media de 977 euros. Los autónomos, como José Castro, fueron los peor remunerados: la pensión promedio de este segmento de población se ubicó en los 612 euros en toda la comunidad, con picos de 662 en el Vallès Occidental y de 517 en el Pallars Sobirà.

Muchos mayores recurren a trabajos “no oficiales” para complementar la pensión. “Suelen cuidar a otras personas o si saben ganchillo hacen alguna prenda y la venden. Tenemos el caso de una mujer que le hacía las uñas a sus vecinas, por ejemplo”, afirma Roig.

Según la EPA, la gran mayoría de los mayores de 65 que buscan empleo son mujeres. Con la crisis, una parte de la población femenina que hasta entonces no había trabajado tuvo la necesidad de incorporarse al mercado laboral. Al hacerlo a una edad más avanzada, su cotización es insuficiente para recibir una pensión que les permita mantenerse. Algunas ni siquiera están afiliadas a la Seguridad Social, como Ana Gómez, que ha llevado el colmado junto a su marido durante más de 20 años: “Era mucho dinero. Sólo podíamos pagar una cuota de autónomos y nos decidimos por la de mi marido”.

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