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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El jazz y las ciencias exactas

Dice la máxima, “el jazz no es lo que haces, sino cómo lo haces”, con lo que se dice que, para el músico de jazz, importa el proceso

Dice la máxima, “el jazz no es lo que haces, sino cómo lo haces”, con lo que se dice que, para el músico de jazz, importa el proceso antes que el acabado. El asunto resulta de aplicación a lo sucedido el pasado jueves, durante el homenaje que se le tributó a Javier de Cambra, periodista y crítico musical, que lo fue de este periódico, dentro del Festival JazzMadrid 14. Escenario: el teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes, lleno hasta el anfiteatro superior —precio reducido, visibilidad limitada—.

 Abriendo la noche, Randy Weston, presencia querida por estos pagos, de cuando venía al Central año sí y año, también. En el mundo del antiguo jugador de baloncesto reconvertido en pianista de jazz todo sigue igual: las mismas piezas (The healers, African sunrise, Blue moses…)e idénticos aromas evocadores de una intensa espiritualidad. Randy habla de sus maestros, Miles, Monk, Max Roach, con los que compartió mesa y escenario. Tiene 88 años. Y así andábamos, tan a gustito, cuando hizo su aparición Jerry González parapetado tras sus gafas polarizadas y su sombrero, y el solo se convirtió en dúo, valga la perogrullada. Lo que tiene esta música: 10 minutos antes no había quien supiera de la actuación del trompetista, posiblemente ni él mismo. El músico de jazz es generoso de natural, y Jerry es el más generoso de los músicos, tanto que, a veces, hay que callarle. No hay que tomárselo a mal: Jerry es así. Y si la cosa sale pichí pichá, o si uno entra a destiempo, o se equivoca, son los gajes del oficio. Lo que nadie toleraría en según dónde, aquí se ve como la cosa más normal del mundo, que el jazz es cualquier cosa, menos una ciencia exacta. Se fue Randy y entraron Javier Colina y Jorge Pardo más la compañía, y ahí seguía Jerry, al que tanto da un Berkshire blues como unas alegrías de Cádiz. Venga jaleo, y a quien Camarón se la dio, san Charlie Parker se la bendiga. La noche terminó con todos juntos y en anárquica camaradería, interpretando un Caravan que más bien sonó a carromato camino del Rocío. Y ahí emergió Javier Colina hecho un coloso, para regalarnos con un solo de contrabajo de los que no se olvidan, cita de Softly, as in a morning sunrise incluida. De chapó.

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