Un bazar solidario para estrenar la Navidad
El tradicional rastrillo Nuevo Futuro celebra una nueva edición en la Casa de Campo
Las luces, colgadas desde hace días en las calles de Madrid, esperan todavía el tradicional encendido navideño. Pero en la Casa de Campo ayer arrancó ya otra de las citas marcadas en rojo en el calendario de fiestas: el rastrillo solidario que organiza la asociación Nuevo Futuro, que este año suma ya 46 ediciones.
Sombreros de diseño, muebles antiguos, un perfume. Pero sin buscar la oferta. El precio de las primeras compras navideñas fue ayer en el Pabellón de Cristal lo de menos. A mediodía, los pasillos del rastrillo estaban ya plagados de bolsas. "Y porque esta vez ha cambiado de lugar, otros años el primer día ya tendríamos la caseta llena", aseguraba la princesa Nora de Liechtenstein, presidenta de la Fundación Educación Activa, que ayuda a familias con hijos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y participa desde hace 13 años el mercadillo.
La nueva ubicación, algo más pequeña que la de eventos anteriores en el pabellón de La Pipa, no frenó la jornada de compras. Setenta casetas en 8.000 metros cuadrados para recibir a los 30.000 asistentes que se esperan este año. El objetivo de la ONG es financiar el centenar de centros de acogida para menores que tiene en seis países. Y atraer "a gente joven, de todas partes, es un acto para todos", aseguró la infanta Pilar de Borbón, presidenta de honor de Nuevo Futuro, en la presentación de la nueva edición.
El rastrillo es un bazar en el que caben casi tantos productos como causas solidarias. En el caso de la Fundación Educación Activa, el 30% de lo que se recaude irá a parar a Nuevo Futuro. El resto servirá para financiar su programa de becas para evaluación y diagnóstico, dirigidas a las familias que se acercan a la asociación, que atiende a unas 400 cada año.
"Todo lo que vendemos, perfumes, ropa, joyería... son donaciones que vamos recaudando durante todo el año. El rastrillo tiene algo mágico", explicaba Fátima Guzmán, fundadora de Educación Activa, en la caseta de la asociación. Detrás del mostrador, varias voluntarias atendían a los clientes. Son 16 y se han organizado en turnos para cubrir todo el horario del rastrillo, que abre de 11.00 a 21.30. "Vaciamos los armarios para traer de todo. Los nuestros, los de familiares, amigos…", explicaba Lola Herrera, una de las voluntarias.
El rastrillo es además una oportunidad para dar a conocer y acercar el trabajo de organizaciones como Educación Activa a quienes puedan necesitar su ayuda, según Guzmán. "Nos visitan padres con el mismo problema que, una vez que el evento termina, se ponen en contacto con nosotros". El mercadillo estará abierto hasta el 30 de noviembre.
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