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Aquí no se vota

El alcalde de Pontons no permite que se celebre la consulta

Pontons, en la provincia de Barcelona. Vídeo:Vídeo: Claudia Sastre y Sonia Pons
Daniel Verdú

A las doce del mediodía Nuria Mill, de 87 años, subía a un microbús con una pancarta pegada al capó en la que se podía leerse: “Venim a votar [venimos a votar”. Iba dirigida a los habitantes del pueblo de al lado. Porque como el resto de habitantes de Pontons, esta vecina ha tenido que desplazarse 9 kilómetros hasta la cercana Torrelles de Foix para poder votar en la consulta celebrada hoy en toda Cataluña. Pontons, un municipio de unos 500 habitantes empadronados (tan solo unos 300 viviendo, según los vecinos) es uno de los 5 pueblos de Cataluña —Horta de Sant Joan Arres, Canejan y Bausen—, donde el Ayuntamiento ha rechazado prestar ninguna instalación municipal para celebrar la consulta. Su alcalde, Lluís Fernando Caldentey (PP), ya advirtió hace días que no participaría en lo que considera un “teatro”. Hoy lo ha cumplido.

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Sin embargo, un grupo vecinos de este municipio del Alt Penedès, dedicado principalmente a la agricultura, se ha movilizado en las últimas semanas para celebrar una consulta simbólica en la plaza del Ayuntamiento y ha conseguido que el Consejo Comarcal, después de recoger 184 firmas en Pontons, fletase un microbús cada hora para que los que lo deseasen pudieran ir a votar hasta el pueblo más cercano. Durante todo el día estarán celebrando una fiesta en las puertas del consistorio, que el sábado amaneció con insultos al alcalde y dos esteladas pintadas en su fachada.

Pero Caldentey, que gobierna con mayoría absoluta desde hace cuatro legislaturas, seguía convencido ayer de su decisión. “Sin vocales, ni listas electorales, ni presidentes de mesa todo esto es de una falta de rigor total”, explicaba mientras muestra la carta que la Delegación del Gobierno le hizo llegar el viernes recordándole que los Ayuntamiento no debían ceder los espacios públicos para la celebración de hoy. Asegura que su voluntad es simplemente cumplir con la ley y con sus principios, aunque le cueste el cargo. Aunque esta mañana ya estaba un tanto agobiado con todo el revuelo que ha generado un caso que esta mañana ha llenado el pueblo de periodistas. “Yo deseo que pase esto cuanto antes. Pero tampoco entiendo cómo el ministerio prohíbe que ceda instalaciones pero, en cambio, deja que se haga la consulta. Yo no voy en contra de nada, pero esto debería ser legal. Si lo fuera, no me importaría colaborar”, insiste.

"Todo esto es de una falta de rigor total", dice el alcalde de la localidad

En Pontons, donde muchas casas tienen colgadas esteladas y pancartas pidiendo que se les deje votar, era prácticamente imposible encontrar esta mañana a alguien que no estuviera a favor de hacer la consulta en el pueblo. A Francesc González, el panadero de la localidad, por ejemplo, la decisión le parecía “una locura”. “Esto es la voluntad del pueblo, no se comprende. Pero supongo que el alcalde habrá querido escalar en su partido”, explicaba en la puerta del obrador. Algo parecido a lo que piensa Lourdes Domènech, una de los 15 integrantes de la plataforma vecinal que, pese a la lluvia fina y el frío, se concentraban en la plaza del Ayuntamiento por la mañana junto a una urna simbólica en la que algunos vecinos se acercaban a depositar un voto que no será contabilizado oficialmente. “Este es un pueblo un poco apagado, cuesta que la gente salga a la calle”, sostiene. Solo un hombre, que prefirió no dar su nombre, reconocía que estaba de acuerdo con la decisión del alcalde.

"El alcalde habrá querido escalar en su partido", se queja un vecino

Pero más allá de las pintadas en el Ayuntamiento y algunas discusiones de barra de bar, la decisión del Caldentey no ha generado excesivas tensiones en el pueblo estos días. Incluso algunos de los que han tenido que ir a votar a Torrelles de Foix por la mañana, la mayoría en su coche particular, defendían la gestión del alcalde en los últimos años. “Es que aquí la gente no vota a un partido, sino a una persona. Y así como esta decisión que ha tomado es completamente absurda y por empecinamiento personal, también es verdad que Caldentey ha hecho bastantes cosas buenas”, reconocía una vecina en la terraza del bar del pueblo. A las ocho, el recuento de la urna de Pontons en Torrelles dirá si iba muy desencaminado sobre lo que realmente piensa su pueblo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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