El hospital de Mataró aumenta en un 145% las derivaciones a la privada
El centro sanitario del Maresme ha duplicado en dos años los desvíos de pacientes
En medio de la lluvia de recortes que arrecia a la sanidad catalana y con la promesa del consejero de Salud, Boi Ruiz de llegar a fin de año con una lista de espera por debajo de los seis meses en las 14 intervenciones monitorizadas por ley, el aluvión de derivaciones de pacientes de hospitales públicos a centros de titularidad privada no cesa. Trabajadores del hospital de Mataró —perteneciente al Consorcio Sanitario del Maresme, participado por el Consejo Comarcal del Maresme y el Ayuntamiento de Mataró— aseguran que el goteo de derivaciones desde su centro sanitario ha aumentado un 145% en los dos últimos años. Mientras que en 2012 Salud desvió 155 pacientes desde el hospital de Mataró a otros centros de titularidad privada —aunque pertenecientes Sistema Sanitario Integral de Utilización Pública de Cataluña (Siscat)— , la previsión para 2014 es enviar otros 380 enfermos de su lista de espera.
El hospital pasó de derivar hace dos años 50 intervenciones a la clínica Platón (una fundación privada) y 105 al Sagrat Cor (propiedad de la multinacional IDC Salud), a mandar en 2013, 35 intervenciones de prótesis de cadera al hospital General de Cataluña (también en manos de IDC Salud), 25 operaciones de juanetes al San Rafael (perteneciente a una orden religiosa) y 237 pacientes más de diversas patologías al Sagrat Cor. Durante esta año, a las 200 intervenciones que, tal y como desveló EL PAÍS este verano, se iban a desviar al Sagrat Cor, se suman también otro centenar al General de Cataluña y 80 a la clínica Platón. “Desde 2011 se están derivando pacientes y el número total sería mucho más alto pero hay mucha gente que se niega a cambiarse de hospital”, apunta Xosé Lopez de Vega, miembro del Comité de Empresa. Salud, por su parte, ha eludido confirmar estas cifras a la espera de que el hospital y la Región Sanitaria de Barcelona ultimen el cómputo de pacientes de toda el área de Mataró —no solo el hospital— que han sido atendidos fuera de su centro de referencia.
Los trabajadores denuncian que, desde el inicio de los recortes, las derivaciones aumentaban al tiempo que se reducía la actividad contratada por el Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) al hospital. En los últimos cuatro años, la contratación por parte del CatSalut ha bajado un 13,7% y el presupuesto destinado para el centro este año es de unos 70,5 millones de euros. Asimismo, el hospital perdió entre 2010 y 2012, según los trabajadores, más de un millar de intervenciones, entre ellas, unas 500 operaciones de cataratas, 50 hernias y un centenar de prótesis de rodilla. Los sanitarios insisten en que los procedimientos garantizados que más se derivan “siempre son los más rentables”. El CatSalut paga 1.066 euros por cada intervención de cataratas, 5.568 por las prótesis de rodilla, 1073 euros por cada hernia operada y 3.488 por las prótesis de cadera.
Los empleados aseguran que el hospital “podría asumir perfectamente” todas las operaciones que Salud desvía a otros centros del Siscat si el CatSalut les diese la dotación presupuestaria que tenían cuatro años atrás. “Lo más grave de este sistema es que las derivaciones provocan una despersonalización de la asistencia respecto a la relación médico-enfermo. No nos hace gracia que nos quiten pacientes porque son personas con las que has tenido contacto y se ven obligados a irse a otro médico. Se pierde el trato personal”, concluye López de Vega.
Los especialistas también critican que, además de ver cómo el CatSalut se va llevando pacientes de su lista de espera para ser operados en otros centros, “cuando surge una complicación los devuelven al hospital de Mataró”.
“Estaba desesperada y acepté ir a la privada”
María (nombre ficticio) enfatiza la palabra “dolor” al recordar los siete meses que estuvo en lista de espera para una operación de prótesis de rodilla. La sensación, explica, era “insoportable” y apenas podía levantar la pierna cuando caminaba. “Estaba desesperada, trabajaba arrastrando la rodilla. Yo prefería que me operasen en el hospital de Mataró pero me dolía tanto que lo único que quería era que me interviniesen ya, así que acepté que me derivasen al General de Cataluña”, confiesa. La mujer, de 57 años, es uno de los numerosos pacientes que, pese a ser derivado a otro hospital para ser operado, acaba en su centro de referencia para tratar el postoperatorio o las complicaciones de su intervención.
Desde que fue intervenida el 14 de julio, su periplo de reingresos y paseos por las salas de urgencias no ha cesado. Líquido en la rodilla, heridas abiertas y dos limpiezas quirúrgicas resumen tres meses de complicaciones postoperatorias. “Tampoco me pusieron la máquina de rehabilitación para doblarme la rodilla después de la operación. De hecho, como no hice rehabilitación, ahora tengo la rodilla anquilosada”, relata.
María, que ahora permanece ingresada en el hospital de Mataró con tratamiento endovenoso y un estafilococo apostado en su prótesis, protesta enfadada que los centros a los que derivan a los pacientes “a la mínima complicación se lavan las manos”.
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